Portada » Lenguas extranjeras » Fundamentos y Desafíos del Pensamiento Complejo según Edgar Morin
Por: Henry José Arévalo Rodríguez (*)
¡Qué tal, estimados(as) lectores(as)! Cuando se menciona en el espacio academicista el Pensamiento Complejo, se consigue asociarlo perspicazmente con el Maestro Edgar Morin, sociólogo y filósofo francés cuyos trabajos engloban un ejido muy extenso de investigaciones. Morin se ilustró en derecho, filosofía, historia y ciencias políticas. Se incorporó al Partido Comunista mientras se desarrollaba la guerra y se separó de él en 1951. En el año 1950 fue aceptado en el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique). Subsiguientemente, en 1959, constituyó con Georges Friedmann y Roland Barthes el Centro de Estudios de Comunicación de Masas y divulgó la revista Comunicación, entre otras actividades del ámbito investigativo.
Es innegable, mis amigos(as), que dentro de la catadura dialéctica, la complejidad se concibe como un tejido —complexus— de componentes heterogéneos indivisibles, que exhiben consiguientemente la característica de lo uno y lo múltiple. Al inferir con crecida curiosidad, la complejidad es ciertamente el lienzo de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, audacias y azares que componen nuestro mundo fenoménico.
De tal manera, la complejidad se demuestra con los rasgos turbadores del enredo, de lo enmarañado, del desorden, la ambigüedad y la incertidumbre. De allí nace la necesidad de:
Esto significa, pues, que deben escogerse los elementos de orden y de certidumbre para quitar la imprecisión, depurar la idea estéril, diferenciar y ponderar.
No obstante, la complejidad ha retornado a las omnisciencias mediante la idéntica ruta por la que se había marchado. El perfeccionamiento mismo de la ciencia física, utilizada para correr la cortina del Orden impecable en el mundo, su relatividad absoluta y perfecta, su subordinación a una Ley celularia y su complexión de una materia simple primigenia —el átomo—, se apertura finalmente a la complejidad de lo actual.
Se ha desenmascarado en el universo físico un comienzo de desangramiento, de degradación y de desorden (segundo principio de la Termodinámica). Es así, conforme a la línea de pensamientos del maestro Morin, que el supuesto lugar de la simplicidad física y lógica confiesa la extrema complejidad microfísica; la partícula no es un ladrillo primario, sino un lindero sobre la complejidad, operablemente inconcebible. El universo no es una máquina perfecta, sino un asunto en vías de descomposición y, simultáneamente, de alineación.
Entonces, es axiomático que los fenómenos antropo-sociales no conseguirían someterse a umbrales de inteligibilidad menos complejos que aquellos emplazados para los fenómenos naturales. A los seres humanos nos hizo efectivamente falta la complejidad antropo-social, en vez de disolverla o encubrirla.
Irrebatiblemente, amigos(as), el conflicto presumible o hipotético del pensamiento complejo es que corresponde desafiar lo entramado —juego infinito de inter-retroacciones—, la defensa de los fenómenos entre sí, la bruma, la incertidumbre y la contradicción. Así es que tendría que sustituirse el paradigma de la disyunción – reducción – unidimensionalización por un paradigma de distinción – conjunción que admita desigualar sin desarticular, mancomunar sin identificar o reducir.
Ese paradigma comportaría un principio dialógico y translógico, que compondría la lógica conservadora apelando a sus límites de facto (contradicciones) y de jure (límites del formalismo).
El propósito del maestro Morin no es el de especificar los «mandamientos» del pensamiento complejo que frecuentan desentrañar, sino el de concienciarse ante las ingentes lagunas del pensamiento, así como acertar que un pensamiento mutilante empuja, ineludiblemente, a hechos mutilantes. Se debe tomar cognición de la investigación coetánea del pensamiento.
El estudio actual del espíritu está en la hiper-simplificación que se empecina ante la complejidad de lo existente. En cuanto a la patología de la idea, esta reside en el idealismo, en el que la idea encubre a la realidad que tiene por cometido traducir, y se hurta como única realidad.
Concluyentemente, las personas estamos empecinadas al problema de la complejidad. Sin embargo, esa turbación es parte de nuestra ferocidad. Residimos persistentemente en los albores del espíritu humano. Únicamente el pensamiento complejo nos condescendería perfeccionar nuestro conocimiento.
Saludos cordiales, y será hasta la próxima entrega.
“La formulación de un problema es más importante que su solución.”
“Cada día sabemos más y entendemos menos.”
— Albert Einstein —
(*) Articulista y Ensayista de Opinión Venezolano.
arevalohj@gmail.com
