Portada » Español » Figuras Literarias en Dos Poemas de Victor Hugo: El Sembrador y Poema XXVI
Es el momento del crepúsculo.
Admiro, sentado bajo un portal,
ese resto del día que ilumina
la última hora de trabajo.
En las tierras inundadas de noche,
contemplo conmovido los harapos
de un viejo que arroja a puñados
la cosecha futura en los surcos.
Su alta silueta negra
domina las profundas tierras de labranza.
Se siente hasta qué punto él debe creer
en el fluir beneficioso de los días.
Él camina por la inmensa planicie,
va, viene, lanza la semilla a lo lejos,
vuelve a abrir su mano y recomienza;
y yo medito, oculto testigo,
mientras que despliegan sus velos
las sombras, donde se mezcla un rumor,
parece dilatarse hasta las estrellas
el gesto augusto del sembrador.
Figura literaria que consiste en nombrar una cosa por medio de otra con la que mantiene una relación de semejanza; es un desplazamiento de significado entre dos términos.
Las semillas son presentadas como “estrellas” o “luces”, lo que eleva el acto de sembrar y transforma la labor del campesino en un gesto simbólico de esperanza y futuro.
Contraposición de dos ideas o imágenes de significado opuesto.
Se contrasta la quietud del yo lírico con la actividad constante del sembrador, así como la inmensidad del paisaje con la pequeñez del hombre. Esto resalta el esfuerzo y la grandeza del trabajador.
Figura por la cual se designa una realidad mediante otra con la que mantiene una relación de contigüidad, como parte-todo o causa-efecto.
Se alude al hombre a través de “sus harapos”, utilizando la ropa como representación de la persona completa. Esto refuerza su pobreza, cansancio y vida sacrificada sin describirlo directamente.
Recurso que consiste en expresar una idea de manera indirecta o mediante un rodeo en lugar de nombrarla de forma directa.
Al hablar de la “cosecha futura” en vez de decir “semillas”, el poema desplaza la atención hacia el resultado y el porvenir, enfatizando la dimensión anticipatoria del acto de sembrar.
Procedimiento métrico-poético mediante el cual la unidad sintáctica continúa en el verso siguiente sin pausa.
El encabalgamiento imita el movimiento continuo del sembrador: su ida y vuelta incesante se refleja en la continuidad sintáctica, generando un ritmo que reproduce la constancia de su trabajo.
Figura literaria por la que se atribuyen cualidades humanas o elevadas a seres, objetos o ideas.
El sembrador aparece como una figura casi heroica, dotada de una nobleza y grandeza moral que trasciende lo cotidiano. Esto lo convierte en símbolo de sacrificio, guía y vida futura.
Ves, esa rama es tosca, es negra, y la nube
vierte la lluvia a raudales sobre su corteza desnuda;
pero espera que el invierno se marche y verás
una hoja atravesar sus nudos, tan duros para ella,
y tú preguntarás cómo un débil brote
puede, tan tierno y verde, surgir de ese bosque negro.
¡Pregunta, entonces, por qué, mi joven amada,
cuando sobre mi alma, ¡ay!, endurecida y cerrada,
pasa tu soplo después de tantos males expiados,
por qué asciende y baja mi savia desfallecida,
por qué mi alma en flor, y totalmente abierta después,
arroja de pronto a tus pies los versos que yo deshojo!
Es que todo tiene su ley, el mundo y la fortuna;
es que una noche clara sucede a las noches sin luna;
es que todo en este mundo tiene sus mareas constantes;
es que es necesario para el árbol el viento y para la hoja el céfiro;
es que después de la desdicha me llegó tu sonrisa;
¡es que pasó el invierno y es primavera!
Cita situada al inicio de un texto que orienta su interpretación y anticipa su tema central.
El epígrafe menciona la primavera que ya no está, y con eso introduce la idea de los ciclos naturales. Esto prepara al lector para entender que el poema tratará sobre un proceso de renovación emocional: así como vuelve la primavera, también vuelve la capacidad de amar después del dolor.
Figura literaria que consiste en designar una realidad mediante otra con la que mantiene una relación de semejanza.
El alma es representada como una entidad que puede “cerrarse”, “abrirse” o “florecer”, igual que una rama en primavera. Esta metáfora permite visualizar un proceso interior complejo —la recuperación afectiva— mediante imágenes naturales simples y concretas. Así, el poema explica el sentimiento con el lenguaje de la naturaleza.
Repetición de una o más palabras al comienzo de varios versos o enunciados para crear énfasis y ritmo.
La repetición de expresiones como “Es que…” al inicio de varios versos sirve para reforzar las explicaciones del yo lírico y darle un tono de certeza y verdad. La anáfora establece un ritmo discursivo que acompaña la idea central del poema: todo cambio emocional obedece a leyes naturales inevitables.
Relación poética que asocia un estado emocional con un fenómeno natural sin necesidad de un nexo comparativo explícito.
El proceso interior del yo lírico se vincula con la llegada de la primavera, el brote de una rama o los ciclos climáticos, mostrando que el corazón humano también pasa por estaciones y renacimientos.
