Portada » Historia » El Sexenio Democrático y la Primera República Española: Un Ensayo Fallido
La revolución de septiembre de 1868, conocida como la “Gloriosa”, significó el final de la monarquía de Isabel II. El Sexenio Revolucionario o Democrático fue la última etapa de la revolución liberal en España y representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia. Fueron seis años de inestabilidad, con varios regímenes políticos. La característica común fue la búsqueda de un nuevo orden político y social, con protagonismo de la pequeña burguesía de las ciudades y el naciente movimiento obrero.
La abdicación de Amadeo I dio paso a la proclamación de la Primera República, pero España carecía de fundamentos republicanos sólidos, pues la mayoría de la Cámara era monárquica y veía la República como una forma de restaurar a los Borbones. Los apoyos venían de las clases medias urbanas, mientras que la clase obrera apoyaba a la Primera Internacional.
La República fue breve, desde febrero de 1873 hasta enero de 1874, e inestable, con cuatro presidentes en once meses: Estanislao Figueras, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Durante este tiempo, se produjeron insurrecciones en Andalucía y Cataluña, impulsadas por demandas de reparto de tierras y mejores salarios. Más tarde, se convocaron Cortes constituyentes, y los republicanos federales ganaron. La Primera República se divide en Federal (1873) y Unitaria: dictadura de Serrano (1874).
Las Cortes proclamaron la República Democrática Federal tras las elecciones, con Estanislao Figueras como presidente. Durante su mandato, se intentaron reformas como la supresión del impuesto de consumos y las quintas, pero fracasaron por la falta de recursos y la desorganización del ejército. Esto llevó a su dimisión y la elección de Francisco Pi y Margall, quien redactó una nueva Constitución Federal. Aunque no fue aprobada por la gran inestabilidad, otorgaba amplios derechos a los ciudadanos y proponía una estructura territorial con diecisiete Estados regionales autónomos, y el poder se dividía en tres niveles: municipios, Estados regionales y Estado federal. La República contaría con un presidente, Congreso y Senado. Se abolió la esclavitud en las colonias y se ratificaron reformas fiscales. La República enfrentó problemas heredados del Sexenio, como la guerra carlista y la sublevación cubana, pero el mayor desafío fue el cantonalismo.
El movimiento cantonal comenzó con la proclamación de cantones independientes en Cartagena, Murcia, Levante y Andalucía, por parte de artesanos, comerciantes y obreros, dirigidos por federales intransigentes, basándose en el derecho de independencia de regiones de la Constitución de 1873. En 1873, Pi y Margall dimitió al negarse a reprimir militarmente la sublevación, y Nicolás Salmerón lo sucedió, defendiendo la intervención del ejército. La rebelión fue sofocada, pero Salmerón se negó a firmar las sentencias de muerte contra los rebeldes. Emilio Castelar, elegido por las Cortes, asumió el poder, reorganizó el ejército y gobernó sin las Cortes hasta 1874.
Las decisiones de Castelar generaron el rechazo de las izquierdas, que presentaron una moción de censura en el Congreso para forzar su dimisión. En enero de 1874, la moción triunfó, pero el capitán general Manuel Pavía intervino con tropas, disolviendo las Cortes. Después, el general Serrano asumió la presidencia instaurando un gobierno dictatorial, suspendiendo la Constitución de 1869 y reprimiendo el movimiento obrero. La inestabilidad política y el creciente apoyo al regreso de los Borbones llevaron a Cánovas del Castillo a promover una restauración civil para acabar con el protagonismo militar en la política. Sin embargo, en diciembre de 1874, para disgusto de Cánovas, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII, hijo de Isabel II, como rey, poniendo fin al Sexenio Revolucionario.
La revolución liberal (1833-1874) liquidó la sociedad del Antiguo Régimen. Los grupos burgueses que sustentaron el trono de Isabel II querían la igualdad jurídica para poder tener un lugar en el Estado.
La nueva sociedad de clases engendró desigualdades, grupos dominantes y desposeídos, la mayoría de los cuales eran los hijos o nietos de los no privilegiados del Antiguo Régimen. El Sexenio Democrático fracasó en su intento de modernización política del país, imponiéndose de nuevo la solución monárquica, que condujo al período de la Restauración de los Borbones en Alfonso XII, hijo de Isabel II.