Portada » Lengua y literatura » El Novecentismo y la Irrupción de las Vanguardias en la Literatura Española
Entre 1914 y el comienzo de la Guerra Civil española, un grupo de intelectuales, no exclusivamente escritores, alcanzó su máximo esplendor. Agrupados bajo la denominación de Novecentismo o Generación del 14, este movimiento se vio influenciado por hechos decisivos de ese año, como el inicio de la Primera Guerra Mundial. Estos intelectuales liberales aspiraban a la modernización de la sociedad y al acercamiento a Europa.
Fue Eugenio D’Ors quien acuñó, en catalán, el término “noucentisme” para designar su nueva estética, reivindicando el nuevo siglo y rechazando la estética del siglo XIX, tanto el Romanticismo como el Realismo.
Con estos presupuestos, practicaron una literatura orientada a la serenidad clásica, con un lenguaje depurado y selectivo, dirigido a un público minoritario. Se inclinaron preferentemente por la prosa poética, la poesía y el ensayo.
En el ensayo, destaca Ortega y Gasset (Madrid, 1883-1955), filósofo autor de obras como La deshumanización del arte (1925) e Ideas sobre la novela (1925). Las cuestiones de estética y crítica literaria fueron objeto de sus reflexiones en Meditaciones del Quijote.
Otros ensayistas destacados son Eugenio D’Ors, con De la amistad y del diálogo (1914), y Gregorio Marañón (Madrid, 1887-1960). Marañón, miembro de diversas academias, gozó de gran prestigio internacional por sus ensayos.
En el terreno de la novela, los novecentistas renovaron el género mediante la fusión de lo narrativo y lo ensayístico, la originalidad en el tratamiento de las estructuras y el lenguaje, y la preferencia por la vida urbana y moderna.
Destaca la novela intelectual y crítica de Ramón Pérez de Ayala (Oviedo, 1880-1962), donde los personajes y discursos se ponen al servicio de problemas morales, estéticos, filosóficos y políticos. Obras notables son Tinieblas en las cumbres (1907), La pata de la raposa (1911) y Troteras y danzaderas (1913), protagonizadas estas dos últimas por el alter ego del autor, Alberto Díaz de Guzmán. Tigre Juan y su continuación El curandero de su honra (1926) representan una mayor madurez narrativa.
La novela lírica, caracterizada por una prosa artística llena de sugerencias y sensaciones, es obra de Gabriel Miró (Alicante, 1879-Madrid, 1930). Sus obras incluyen Las cerezas del cementerio, El libro de Sigüenza (1917), Figuras de la pasión del Señor (1916-1917), Nuestro padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso, consideradas sus mejores obras.
Por otra parte, Wenceslao Fernández Flórez cultivó una novela humorística y casi esperpéntica, que manifestaba crítica y pesimismo. Su mejor obra es El bosque animado.
En poesía, los posmodernistas iniciaron el camino hacia una poesía pura, desprovista de anécdota y sentimentalismo, centrada en la perfección formal. La gran figura es Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881-Puerto Rico, 1958), quien concibió su poesía como una búsqueda de belleza y eternidad.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963)
Este escritor es el eslabón entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia, que introdujo en España con su traducción, en 1909, del Manifiesto futurista de Marinetti. Además de escribir peculiares novelas, ensayos y obras teatrales, destaca por sus greguerías, piezas breves que él mismo definió como una mezcla de humor y metáfora. En ellas muestra perspectivas inéditas de la realidad, buscando la sorpresa y acercándose al absurdo. Autor prolífico, algunas de sus obras son: La utopía (1909), El lunático (1912), El torero Caracho (1926), Seis falsas novelas (1927), El caballero del hongo gris (1928), Goya (1928), Azorín (1942) y Automoribundia (1948), de carácter autobiográfico.
JOSÉ MORENO VILLA (Málaga, 1887-México, 1955)
Considerado un autor de transición entre la Generación del 98 y la del 27, se caracterizó por su estilo sobrio e intelectual. Destacan sus poemarios Garba (1913) y El pasajero (1914), y el ensayo Cornupia de México (1940).
FERNANDO VILLALÓN (Sevilla, 1881-Madrid, 1930)
Fundador en Huelva de la revista literaria Papel de Aleluyas. Poeta tardío, escribió la totalidad de su obra en cuatro años. En ella recreó temas propios del folclore y la tradición andaluzas en un estilo muy próximo al gongorismo. Uno de sus poemarios es Andalucía la baja (1927).
LEÓN FELIPE (Zamora, 1884-México, 1968)
Se le sitúa a caballo entre la Generación del 98 y la del 27. Versos y oraciones de caminante (1920) es su primer libro de poesía. Escribió, además, La insignia (1936) y Pescador de caña (1938).
WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ (A Coruña, 1885-Madrid, 1964)
Su producción novelística está caracterizada por el lirismo, la sátira social, la visión irónica de los valores humanos y la exaltación del ámbito rural gallego. Obras: La procesión de los días (1914), Relato inmoral (1927), El malvado Carabel (1931) y El bosque animado (1943), su novela más renombrada.
Las vanguardias europeas del período de entreguerras (futurismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo) llegaron a España de la mano de Ramón Gómez de la Serna. Se difundieron con gran rapidez gracias a la publicación de varias revistas y la activa participación de los autores en las tertulias. Tras una primera fase optimista y marcada por la deshumanización del arte, en la que triunfaron el ultraísmo y el creacionismo (1918-1925), se pasó por una rehumanización (vuelta a la expresión de contenidos humanos, en este caso oníricos y del subconsciente) marcada por el surrealismo (1925-1930). Posteriormente, las urgencias políticas de los años 30 hicieron que las vanguardias en España se fueran diluyendo.