Portada » Filosofía » El Contrato Social de Rousseau frente al Leviatán de Hobbes
Llegó un momento donde los hombres no podían seguir viviendo aislados y se agruparon a causa de la presión demográfica o para realizar tareas colectivas como cazar. En los primeros momentos, esta vida común no había corrompido al ser humano, ya que las desigualdades eran solo fruto de la biología y el amor propio y la razón apenas tenían fuerza para cegar la piedad natural. Sin embargo, con la minería y la agricultura, los hombres pudieron acumular recursos y nació el concepto de propiedad. A causa de la propiedad, las desigualdades se incrementaron y el deseo de poseer más provocó guerras, asesinatos y luchas. Es en este momento cuando se produce la guerra de todos contra todos: los que no tienen roban a los que tienen, y los que tienen intentan robar a los más débiles.
En esta situación caótica, los ricos ven la necesidad de crear un orden y una ley que proteja sus propiedades, por lo que instituyen el pacto social; sin embargo, para que los carentes de propiedades entren en el pacto social, también deben ser beneficiados por él, pues si no, ¿qué sentido tendría entrar en él cuando sería mejor la lucha de todos contra todos? Por esto, el pacto social establece que todos los miembros del pacto son partes indivisibles de un todo y que todos ponen en común todas sus fuerzas para defender los intereses del nuevo cuerpo político. Cuando los poderosos violan el pacto social oprimiendo a una parte del cuerpo político, los oprimidos tienen todo el derecho a rebelarse, ya que la igualdad y la unidad total del cuerpo social son elementos imprescindibles del pacto.
La soberanía, o lo que es lo mismo, la capacidad de decidir de los miembros del cuerpo político, es indivisible e inalienable. Es decir, la soberanía del cuerpo político es un acto total de todos y cada uno de los miembros de la sociedad que no puede dejar fuera a nadie, ya que si así se hiciera, la decisión no tendría valor total, sino parcial. La soberanía tampoco es alienable; es decir, nadie puede representar a nadie en los actos de decisión soberana, ya que la soberanía es colectiva o no es tal. Se puede transferir el poder para ejercer la soberanía, pero nunca la soberanía misma. Si se entrega la soberanía, el pacto social se torna en una relación de señores y súbditos, por lo que como tal queda roto.
El modelo político propuesto como ideal por Rousseau se aleja mucho de los estados-nación actuales; la soberanía inalienable e indivisible que él defiende presupone estados reducidos como los cantones suizos a los que perteneció, las polis griegas o la civitas romana de la República. La posibilidad real del modelo político de Rousseau en la actualidad es discutible, pero es patente que el ginebrino se opuso siempre al ejercicio de la soberanía indirecta, base sobre la que se asientan las democracias liberales de hoy en día.
En este texto, Hobbes expone la condición humana en su puro estado natural, con anterioridad a la fundación del Estado civil. El punto de vista adoptado por Hobbes es empirista y fenomenológico; es decir, se basa únicamente en la observación de la conducta humana, sin tener en cuenta ninguna consideración previa de carácter metafísico o religioso. En el primer párrafo, afirma la igualdad natural de todos los seres humanos. Esta igualdad se observa por el hecho de que todos quieren y desean las mismas cosas y los mismos beneficios. Si hay alguna diferencia entre los seres humanos, se debe más bien al aprendizaje, al conocimiento y a la experiencia de cada individuo, y no a la naturaleza. Seguidamente, Hobbes argumenta esta igualdad recurriendo a un dato empírico observable en cualquier lugar y época: la discordia y la enemistad entre los seres humanos, al pretender la posesión de los mismos bienes, de aquello que solo puede pertenecer a uno. El afán de propiedad y posesión lleva a la guerra. La tercera idea que podemos destacar en este mismo párrafo es el egoísmo, como móvil fundamental de las acciones humanas: «Si dos hombres desean una cosa que no pueden ambos gozar, devienen enemigos; en su camino hacia su fin (que es principalmente su propia conservación, y a veces solo su delectación) se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse».
En cuarto lugar, Hobbes expone la consecuencia social que lleva al estado natural de guerra. La naturaleza humana es profundamente egoísta, y sus motivaciones son la supervivencia y el placer, que le hacen desconfiar de sus semejantes y le producen un sentimiento generalizado de inseguridad. La única salida de esa inseguridad es la anticipación y el dominio sobre los demás. Esta es una idea muy interesante que será desarrollada posteriormente por obra de Sigmund Freud. Las pasiones de temor e inseguridad hacen que el ser humano desarrolle su inteligencia y poder; la razón evoluciona como justificación del instinto de conservación y de poder sobre el resto de los hombres.
Finalmente, en el último párrafo, saca la conclusión de todo lo anteriormente expuesto: la condición del ser humano en estado natural es de guerra de todos contra todos. Hobbes no quiere decir que los seres humanos estén constantemente peleando día y noche, sino que viven en un tiempo de absoluta desconfianza y enemistad de unos contra otros: «todo hombre es enemigo de todo hombre», «el hombre es un lobo para el hombre». En este tiempo, solo tienen la seguridad que les da su propia fuerza e inventiva. Tampoco hay ley y, por tanto, no se puede hablar de justicia o de injusticia. La fuerza y el fraude o la astucia son, en este estado de guerra, las únicas virtudes humanas y sociales. En resumen, la condición natural del ser humano es el egoísmo y el afán de supervivencia que le lleva a la enemistad y al enfrentamiento por la posesión de los bienes que considera necesarios para su bienestar. Este estado de guerra hace que se desarrolle su inteligencia como reafirmación de supervivencia y deseo de poder.
Monstruo marino mítico que aparece en la Biblia con un poder descomunal. Hobbes titula así su obra más famosa, como metáfora del estado moderno, que debe ser fuerte para someter a los ciudadanos a una autoridad absoluta, gracias al contrato social. El estado es autoritario, para evitar la guerra de todos contra todos propia de la condición natural, si bien debe respetar todo lo que haga sin producir daño: «No haga nada a otro, que no quisiera que le hicieran a usted». En esta obra, Hobbes se afirma como fundador del liberalismo político.
Hobbes se refiere a la aparición del ser humano en la naturaleza como cualquier otro ser vivo o animal, antes de la fundación del estado o sociedad organizada con leyes y ejército. En realidad, Hobbes prefiere hablar de condición natural, aunque la noción de estado natural ha prosperado por obra de Spinoza, Locke y Rousseau.
Es la sociedad organizada jurídicamente, con un soberano o poder ejecutivo y con un ejército. Según Hobbes, el estado civil no es ni proviene de la naturaleza humana, sino que es producto de un contrato o pacto social, según el cual los hombres renuncian a parte de sus derechos naturales o libertades en aras de la paz y seguridad social.
Corriente filosófica que se desarrolla sobre todo en Inglaterra durante la Edad Moderna (siglos XVI al XVIII), según la cual tanto el origen como el límite del conocimiento humano está en la experiencia, o conocimiento sensible, no aceptando ninguna tesis que no pueda ser verificada por la observación o la experimentación. El conocimiento humano debe ceñirse a lo que se muestra o aparece, es decir, a los fenómenos. La descripción que hace Hobbes del ser humano es empirista, se basa en la pura observación sin ninguna idea de carácter filosófico o religioso.
Significa la descripción de los fenómenos observados. El punto de vista fenomenológico es fundamental en el enorme desarrollo experimentado por las ciencias de la naturaleza en los últimos siglos. El método fenomenológico fue aplicado por la filosofía a comienzos del siglo XX de la mano del filósofo alemán Edmund Husserl.
Es el núcleo de la filosofía, que estudia la realidad profunda, el ser o la esencia, en contraposición a la apariencia o fenómeno. La metafísica trasciende las apariencias para buscar la realidad auténtica, el ser, la sustancia, la vida, etc. Según Hobbes, una visión metafísica del ser humano suele ser imaginaria y engañosa; solo podemos conocer a la persona humana a través de su conducta, y rastrear sus móviles o motivos.
La religión es la relación que tiene el ser humano con Dios, que se funda en la creencia o fe y en el culto. La esencia de la religión es la adoración. Según la religión, el ser humano es una criatura de Dios, formado a su imagen o semejanza. Hobbes abandona la noción religiosa del ser humano y adopta una visión materialista del mismo, ya que es la única que le parece asequible a un planteamiento real y científico. Hobbes es precursor de la moderna sociología científica.
Es la característica fundamental de la especie humana; los hombres son naturalmente iguales, las desigualdades sociales provienen del estado en el que uno, el soberano, ostenta un fuerte poder, y distribuye las funciones o papeles sociales, lo cual genera las desigualdades entre los hombres. Esta idea fue desarrollada en la Ilustración, especialmente por Rousseau y en el socialismo y comunismo de los siglos XIX y XX.
Según Hobbes, es la cualidad humana por excelencia, que se manifiesta de forma espontánea en su estado natural. Todas las acciones humanas tienen como móvil el egoísmo, que se manifiesta en el afán de posesión o dominio que se reparte por igual en los seres humanos, y es el que genera la hostilidad y la guerra de todos contra todos.