Portada » Historia » El Colapso Económico Global y el Surgimiento de Regímenes Totalitarios (1919-1939)
La prosperidad de EE. UU. se debió a los beneficios generados por la venta de productos durante la Primera Guerra Mundial (1GM) y a la cantidad de préstamos con altos intereses. Las empresas elevaron su valor en la Bolsa, pero los salarios de los trabajadores no permitían mantener el crecimiento constante del consumo.
Se generó una burbuja especulativa. Existía una desconexión entre la economía real y la producción. Aumentó el valor de las acciones, había mucho dinero para invertir, y también se recurría al crédito. Se llegaban a crear empresas ficticias, pero existía una gran demanda de sus acciones e inmediatamente su valor subía.
El hundimiento de la bolsa tuvo como consecuencia la crisis en la banca. El sistema capitalista funciona con el dinero en circulación y con el crédito. Los bancos no poseen dinero en metal (libertad), sino que lo invierten en bolsa o lo prestan con interés. Cuando los bancos no pueden recuperar el dinero invertido o prestado, el sistema económico se colapsa y se produce la crisis de la industria, el comercio y la agricultura.
La crisis bancaria provocó que el crédito se redujera, los inversores retirasen los capitales depositados y las empresas norteamericanas disminuyeran sus inversiones. Las importaciones de EE. UU. cayeron, y el comercio mundial sufrió una gran recesión. La crisis de EE. UU. provocó la quiebra de bancos, el descenso de la producción y del comercio, y el aumento del paro.
Los acuerdos de paz supusieron una gran decepción. Los aliados acordaron la entrega a Italia del Trentino, Trieste e Istria, pero no de Dalmacia y Fiume, territorios que Italia tenía como propios y cuya entrega se había acordado en el Tratado de Londres. Se produjo una gran inestabilidad política: los gobiernos de la monarquía de Víctor Manuel III no consiguieron una mayor suficiencia, sucediéndose cinco gobiernos diferentes.
Esta situación generó una fuerte tensión social. Se desarrolló un movimiento huelguístico que pretendía objetivos revolucionarios. Campesinos ocuparon tierras de grandes propietarios y obreros se incautaron de muchas fábricas. Estos movimientos fueron reprimidos, generando miedo al estallido de una revolución social.
Benito Mussolini creó los Fasci de Combate, grupos paramilitares uniformados con camisas negras, que pretendían frenar el auge del movimiento obrero atacando violentamente a los sindicatos y a sus líderes. Los Fasci se transformaron en el Partido Nacional Fascista, el recurso más eficaz para frenar los movimientos revolucionarios en Italia. Su programa se basaba en la construcción de un Estado fuerte que garantizara la propiedad privada y una política exterior expansionista.
El nuevo partido contó con el apoyo de:
Tras las elecciones de 1922, y denunciando la incapacidad del gobierno de mantener el orden (frente a socialistas y anarquistas), Mussolini exigió al rey que le entregara el gobierno. Para mostrar su fuerza, organizó una Marcha sobre Roma (con sus camisas negras). El monarca, presionado, lo nombró jefe del gobierno.
Mussolini mantuvo la ficción de un régimen parlamentario, pero con restricción de libertades y persecución. Las elecciones de 1924, ganadas por Mussolini gracias a la violencia, anunciaron la instauración de un régimen autoritario. Mussolini se atribuyó plenos poderes.
Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el Kaiser Guillermo II abdicó y se proclamó la República. Se estableció su capital en la ciudad de Weimar y se asentó sobre una constitución democrática. La República de Weimar hizo frente al descontento.
La nueva República fue amenazada por movimientos revolucionarios de izquierda y por varios intentos de golpe de Estado de la extrema derecha. Parte del malestar se debió a la derrota militar de Alemania y, especialmente, al Tratado de Versalles, que:
Los años de posguerra fueron para Alemania de crisis económica, miseria y paro. Las deudas de guerra y las reparaciones provocaron una hiperinflación con una gran depreciación del Marco, lo que generó una grave situación de pobreza.
Adolf Hitler fue un soldado desmovilizado de la Primera Guerra Mundial que no aceptó la derrota alemana. Ingresó en el Partido Nacionalista de los Trabajadores de Alemania y se erigió como líder indiscutible.
Su ideología se basaba en:
Hitler utilizó la demagogia: prometió trabajo para todos, reducir beneficios industriales y mejorar salarios. Arremetió contra los que acusó de ser los responsables de la crisis alemana (judíos, comunistas y demócratas).
El partido nazi adoptó la bandera roja con la cruz gamada y se dotó de una organización paramilitar: las Secciones de Asalto (SA) y las Secciones de Protección (SS). Estas milicias se opusieron violentamente a la República y protagonizaron intentos insurreccionales. Se enfrentaron a organizaciones de izquierda, presentándose como una garantía social frente a la agitación revolucionaria.
A medida que Alemania mejoraba su economía, burgueses arruinados, campesinos y obreros fueron atraídos por los nazis. Los intelectuales y la mayoría de obreros se inclinaron por el Partido Comunista. El partido nazi contó con el apoyo de personalidades de la industria y de las finanzas, llegando a disponer de fuertes ayudas económicas.
Tras las elecciones de 1932, Hitler logró que el presidente Hindenburg lo nombrase canciller. Para obtener una mayoría parlamentaria, Hitler convocó elecciones. En plena campaña electoral, los nazis provocaron el incendio en el Reichstag y acusaron de esto a los comunistas. Este suceso sirvió de pretexto a Hitler para eliminar a sus adversarios y exigir plenos poderes.
Tras la muerte de Hindenburg, Adolf Hitler se proclamó Führer y canciller del III Reich.