Portada » Lengua y literatura » El Barroco en la Literatura Española: Contexto, Estilos y Obras Clave del Siglo XVII
El siglo XVII marcó un periodo de profunda crisis y decadencia para el Imperio Español, que pasó de ser la gran potencia mundial en el siglo XVI a enfrentar una severa crisis económica, política y social. Este contexto propició el abandono definitivo de los ideales optimistas del Renacimiento.
Frente al optimismo renacentista, el Barroco reflejó la fugacidad de la vida y el engaño de las apariencias. Se desarrollaron temas como el carpe diem (aprovecha el día) y el memento mori (recuerda que morirás).
Se crearon grandes obras con el propósito de entretener y moralizar, empleando estilos recargados y complejos juegos de palabras. La estética barroca se caracterizó por ser desmesurada, exagerada y con una ornamentación abundante. Su objetivo principal era buscar la admiración, conmover y sorprender al espectador o lector, de ahí el gusto por ocultar o enmascarar la realidad bajo artificios y adornos. En literatura, se sustituyó el modelo de elegancia natural del Renacimiento por una búsqueda de la dificultad y la originalidad.
Como vía de escape y entretenimiento, se popularizaron los corrales de comedias y el teatro de grandes figuras como Lope de Vega y Calderón de la Barca.
El Barroco no representó una ruptura total con la estética renacentista, sino un cambio significativo. Hubo una pervivencia de temas y tópicos renacentistas, pero con importantes transformaciones.
Tradicionalmente, se han distinguido dos estilos principales en la poesía barroca: el Conceptismo y el Culteranismo, aunque no existe una oposición tajante entre ellos. Comparten varios elementos:
Representado por Francisco de Quevedo.
Definición: Estilo que busca la agudeza del pensamiento, el juego de conceptos y la profundidad de las ideas expresadas con concisión.
Representado por Luis de Góngora.
Definición: Estilo literario que busca la belleza formal, la ornamentación y la musicalidad del lenguaje, con un enfoque más sensorial que conceptual.
Aunque comparten elementos, sus prioridades difieren:
Este poema de Francisco de Quevedo, del siglo XVII, sigue la corriente conceptista. Se busca la expresión de ideas profundas, los «conceptos», característicos de su poesía.
El yo poético representa su particular visión del amor en este poema, ofreciendo la definición del amor según Quevedo: una experiencia tan contradictoria que, al final, se desea tener. Para definirlo, recurre a metáforas e ideas basadas en la contradicción, utilizando profusamente la antítesis.
El amor es un cúmulo de emociones y conceptos contradictorios:
Conclusión: El poema sugiere que, si el amor en sí mismo es contradictorio, ¿qué podemos esperar de él?
Este soneto de Luis de Góngora es un claro ejemplo del culteranismo.
Tema: La fugacidad de la juventud y la belleza, simbolizadas en la rosa. Góngora aconseja a la rosa no nacer para así conservar su belleza efímera.
Tópico: Tempus Fugit (el tiempo huye).
El poema se estructura en dos cuartetos y dos tercetos:
Este popular villancico de Lope de Vega aborda la temática del carpe diem.
Tema: El poema advierte sobre la fugacidad de la juventud y la belleza, invitando a disfrutar del amor antes de que el tiempo lo marchite todo.
Tópicos:
En el Barroco, se siguieron utilizando las formas métricas más prestigiosas del Renacimiento, como:
Además, se adoptaron formas de la tradición popular, revitalizando sus modalidades estróficas: