Portada » Historia » El Ascenso de los Totalitarismos: Fascismo, Nazismo y Estalinismo (1925-1940)
Siendo presidente de EE. UU., F. D. Roosevelt, en 1933 puso en marcha un plan para superar la crisis, el New Deal, propuesto por el economista Keynes. Este plan defendía la intervención del Estado, que se manifestó de dos formas:
Un estado totalitario es aquel en el que el ascenso de políticas nacionalistas y autoritarias ha dado lugar a sistemas antidemocráticos y dictatoriales.
El fascismo, el nazismo y el estalinismo generaron estados totalitarios. Aunque cada uno de ellos ofrece algunos matices propios, los totalitarismos comparten una serie de características comunes.
Italia entró tarde en la guerra y sus pérdidas fueron enormes (más de medio millón de personas). Además, los tratados de paz habían ignorado sus pretensiones territoriales, lo que generó la sensación de haber luchado en vano.
Tras la guerra, la pobreza y el hambre llevaron a campesinos y obreros a tener esperanzas en el comunismo. Los sectores más conservadores, en cambio, veían con temor la posibilidad de una revolución comunista que triunfase como en la URSS, por lo que vieron con buenos ojos la aparición de grupos radicales que se enfrentaran violentamente contra aquellos.
En este contexto, surge la figura de Benito Mussolini, que crea en 1919 los Fasci de combate (grupos paramilitares que atacaban violentamente a sindicatos obreros y a sus líderes). Iban uniformados con camisas negras.
Desde el gobierno, Mussolini aprovechó para reducir cada vez más a la oposición. Ganó las elecciones en 1924 y poco a poco instauró un sistema autoritario:
Al ser derrotada Alemania en 1918, el káiser Guillermo II abdica y comienza una nueva etapa: la República de Weimar (llamada así por ser aprobada su constitución en esa ciudad).
Existían diferentes opciones políticas, destacando la Liga Espartaquista, que simpatizaba con el bolchevismo ruso y era partidaria de una revolución comunista. Tras la guerra, Alemania estaba empobrecida y se sentía humillada, enfrentándose a una deuda inabarcable, miseria, paro e inflación.
En este contexto surge la figura de Adolf Hitler, un soldado que en 1920 ingresa en las filas del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP), futuro Partido Nazi. En él, desarrollará sus ideas ultranacionalistas y antisemitas.
A partir de ahí, su discurso de supremacía germánica, revanchismo antifrancés y anticomunismo, le hizo ganar adeptos y conseguir votos en las elecciones. Las elecciones de 1932 presentan un panorama enfrentado entre socialistas y el Partido Nazi. Banqueros y grandes industriales presionan a Hindenburg (presidente de la república), para que nombre canciller (primer ministro) a Hitler en 1933.
Ya en el poder, Hitler se ocupa de eliminar toda disidencia:
Tras la muerte de Hindenburg, se proclama Führer y Canciller del III Reich. Tiene el apoyo de las urnas.
A los rasgos característicos de los totalitarismos, el nazismo añade:
Tras el triunfo de la revolución en 1917, en Rusia se organizó un estado socialista que adquirió un nuevo nombre: URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
Lenin, que había sido la figura más importante de la revolución, muere en 1924. Trotsky y Stalin, también dirigentes del partido (PCUS), entendían la revolución de maneras distintas: Trotsky defendía su extensión a otros países, mientras que Stalin prefería la construcción del socialismo en un solo país.
Stalin se convierte en Secretario General del PCUS y en el principal dirigente de la URSS, rechazando toda discrepancia. Trotsky, exiliado en México, es asesinado en 1940 por orden del propio Stalin, a manos del español Ramón Mercader.
Stalin persiguió convertir a la URSS en una gran potencia industrial, para lo cual implementó las siguientes medidas:
Además, persiguió a todos sus adversarios, incluidos los de su propio partido, a los que sometió a sus famosas purgas.
A partir de 1929, se instituyeron los gulags, campos de prisioneros en los que los opositores eran recluidos y sometidos a trabajos forzosos.