Portada » Magisterio » Educación Infantil: Participación, Entorno y Profesional Docente
La participación implica tomar parte activa en una actividad, de implicarse en ella. El niño tiene la necesidad de establecer vínculos entre el contexto escolar y el familiar, por lo que la implicación activa debe darse en ambos ámbitos.
La participación de los padres en la escuela puede entenderse como una actitud que conlleva una implicación mutua, donde padres y escuela comparten responsabilidades y metas. Deben asumir la importancia de las relaciones familia-escuela, ya que estas permiten el acuerdo y el intercambio de ideas (una relación bidireccional). Y, por último, es fundamental buscar acuerdos entre todas las partes.
La participación no es una realidad en todos los entornos escolares, pero sí ha ganado importancia en las últimas décadas. La participación es un medio, no una actividad en sí misma; es el vehículo por el cual las familias y la escuela adquieren mayor conciencia sobre los niños, su forma de trabajar y su desarrollo dentro del entorno escolar.
La participación es necesaria para el desarrollo integral de la persona (social e individualmente) y, en su conjunto, para el desarrollo de la comunidad. Asimismo, este aspecto forma personas capaces de interactuar con otros, construyendo así la sociedad en la que viven. Fomenta la capacidad de las personas para dialogar, escuchar, planificar, evaluar, aprender y trabajar en equipo.
En la participación, cada miembro debe conocer su ámbito de actuación, sus responsabilidades, en qué debe participar y qué debe respetar.
En conclusión, la participación es un medio fundamental, no una mera actividad. Implica la presencia de las familias en la escuela, con una intensidad en la toma de decisiones que, aunque no sea continua, sí es esporádica y significativa.
Es importante que los niños salgan al barrio, puesto que interactúan y se desarrollan en él. Por parte de las familias, debe haber una participación activa en el contexto en el que se desenvuelven los niños, para que estos lo conozcan mejor y sean conscientes de los posibles peligros.
También es importante que los ciudadanos estén dispuestos a compartir momentos con los niños dentro del barrio y a tenerlos en cuenta. Existen muchas acciones que los adultos pueden realizar para apoyar a los niños.
Es fundamental que los niños estén incluidos en el proyecto de construcción del barrio, promoviendo la creación de zonas donde puedan desarrollarse. Es crucial que los niños visiten el barrio e interactúen con él, ya sea a través del ámbito familiar o escolar.
Uno de los proyectos más destacados fue la creación de las Escuelas Infantiles Municipales de Granada. Dichas escuelas fueron construidas por un equipo de especialistas de diversas cooperativas, quienes consultaron al Ayuntamiento para su creación y obtuvieron su aprobación. Estas escuelas abarcaban toda la etapa de la Educación Infantil (EI), y en ellas se fomentaban las interacciones de los niños en un ámbito distinto al familiar.
El desarrollo de los niños dentro de un contexto sociocomunitario, ya sea en la ciudad o en el pueblo, es crucial, puesto que les permite conocer su entorno y sus límites.
Uno de los aspectos y construcciones esenciales en una ciudad o pueblo son los parques.
Diseñar parques es de suma importancia, tanto para los niños como para los demás habitantes de la zona. Para los niños, es vital porque les proporciona un espacio donde pueden «esconderse» de los adultos, explorar y relacionarse entre sí. Por otro lado, para los padres, es beneficioso, ya que mientras el niño juega, no necesitan vigilarlo continuamente, permitiendo que los niños desarrollen mayor independencia.
Francesco Tonucci propone que las ciudades sean aptas para los niños, es decir, que puedan relacionarse y desarrollarse plenamente, sin la existencia de peligros innecesarios. Establece la idea de diseñar parques donde los niños puedan relacionarse con otros niños, jugar y establecer vínculos.
Uno de los aspectos que defiende este autor es, por ejemplo, que en las ciudades, en lugar de la señal «Peligro, colegio», aparezca una señal que indique «Peligro, coches».
En el primer ciclo de Educación Infantil, existen diferentes centros con distintas denominaciones. Se pueden denominar colegios, guarderías, ludoguarderías, centros de EI, Escuelas Infantiles, jardín de infancia, entre otros.
Existen dos categorías principales de centros: por un lado, los centros no educativos o asistenciales, autorizados por ley, que no imparten el primer ciclo en su totalidad. Y, por otro lado, los centros educativos, cuya regulación recae en las Administraciones Públicas de las Comunidades Autónomas (CCAA). En estos centros, se imparte el primer ciclo completo de Educación Infantil, autorizados por la Consejería de Educación. Pueden ser públicos o privados, y los profesionales pueden ser Técnicos de Educación Infantil o Maestros de Educación Infantil.
En el segundo ciclo de Educación Infantil, a diferencia del primero, la asistencia es gratuita en los centros sostenidos con fondos públicos, aunque sea un ciclo no obligatorio.
Se imparte fundamentalmente en tres tipos de centros:
Los profesionales que trabajan en este ciclo son Maestros (funcionarios o interinos en el caso de los centros públicos, y personal fijo en los centros privados). Las aulas suelen estar integradas en el mismo edificio que Educación Primaria, pero en algunos casos pueden ubicarse en otro edificio y tener el patio separado.
En el segundo ciclo, la ratio establecida en 1991 era de 25 niños por clase. Sin embargo, con la LOE (Ley Orgánica de Educación), se permite un aumento del 10% en esta ratio, lo que en muchos centros lleva a una «primarización» de la Educación Infantil, es decir, la introducción de actividades propias de Primaria, como la pre-escritura o la pre-lectura.
Por un lado, la delimitación de un ámbito propio de actuación. Los fenómenos educativos son complejos, y el docente se enfrenta continuamente a dilemas que debe resolver. Existen tres niveles de actuación profesional:
Los maestros necesitan una preparación específica que incluye una formación inicial rigurosa. Tradicionalmente, se ha creído erróneamente que la educación no requería una base de formación sólida, y que el sentido común junto con una mínima experiencia eran suficientes para ser docente. Sin embargo, esta percepción es incorrecta. La educación posee un conocimiento pedagógico que debe ser estudiado para obtener una base de formación teórica, experiencial y práctica.
En cuanto al compromiso de actualización, es fundamental que el docente mantenga una actitud indagadora e innovadora, concibiendo su trabajo como una serie de problemas a resolver desde su conocimiento especializado.
El maestro debe gozar de ciertos derechos sociales. Por ejemplo, desde la LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema Educativo), solo los titulados como maestros pueden ejercer su actividad en Educación Primaria. Actualmente, el profesor debe ganarse el reconocimiento social, lo cual está intrínsecamente ligado a su imagen pública.
Además de lo anterior, el profesor necesita tener autonomía de acción. Esto implica libertad en la aplicación de conocimientos y habilidades, ya que cada profesional posee experiencias diversas.
Y, por último, el compromiso deontológico. La deontología profesional implica asumir la responsabilidad de las propias actuaciones. El educador no puede separar su ser de su hacer; difícilmente podrá educar en valores que no comparte.