Portada » Geografía » Características Geográficas y Ambientales de La Puna y Cuyo
Su relieve se caracteriza por presentar una serie de mesetas con una altura media de 3.000 a 3.500 m. La Puna es una estructura muy antigua que fue elevada por los movimientos andinos.
El sector occidental presenta un elevado número de volcanes de gran altura, actualmente inactivos, como Socompa, Llullaillaco y Azufre.
Como el borde oriental también es de gran altura, el interior de la Puna es un área endorreica formada por numerosas cuencas donde confluyen los cursos de agua de poco caudal, originados por las escasas precipitaciones o por los deshielos. Estos arroyos transportan gran cantidad de sales en disolución, como cloruro de sodio y compuestos de bórax (sal compuesta de ácido bórico, sosa y agua), provenientes del lavado de las rocas volcánicas que se acumulan en el fondo de las depresiones, dando origen a salinas y salares.
La densidad de población es muy baja debido a varias razones: el clima árido de alta montaña, con su consiguiente escasez de oxígeno; las grandes amplitudes térmicas diarias (25° C durante el día y -12° C durante la noche) y estacionales; los fuertes vientos, especialmente en el invierno; la escasez de agua potable; la insuficiencia de energía eléctrica por la falta de infraestructura para utilizar las energías no convencionales, como la solar o la eólica, y el alto índice de desocupación provocado por el cierre de las minas o por su reducción de personal. La localización de la población es puntual, se instala en los lugares donde se explotan recursos minerales, como en El Aguilar, que tiene yacimientos de plomo, plata y cinc; en algunos pasos fronterizos, por el intercambio comercial que se efectúa regularmente en ellos, por ejemplo, la localidad de La Quiaca, en la frontera con Bolivia, frente a la ciudad gemela de Villazón; en las vegas, donde se practica agricultura de subsistencia con cereales, forrajeras, papas, y hay animales de los que se utilizan sus lanas, como llamas, vicuñas, ovejas y cabras y en las inmediaciones de las vías de comunicación, estaciones del ferrocarril y rutas.
Se encuentran dos encadenamientos principales: las cordilleras Frontal y Principal. La Cordillera Frontal está constituida por altos cordones montañosos separados por los valles de los ríos del sistema del Desaguadero. Posee numerosas cumbres de más de 6000 m sobre el nivel del mar, como el cerro Bonete que supera los 6800 m y es su mayor altura; otros son el nevado Pissis y el cerro Toro. Los pasos se encuentran a más de 4000 m, lo que dificulta la circulación.
La Cordillera Principal entra en territorio argentino a los 31° de latitud sur, las mayores alturas se encuentran desplazadas hacia el este de la línea continua de altas cumbres, que también es divisoria de aguas. Como en ella se apoya el límite internacional, corresponde a nuestro país la cumbre más alta del continente americano: el cerro Aconcagua, de 6.959 metros.
La altura de las cumbres y de los pasos disminuye progresivamente hacia el sur, donde es más fácil el paso a Chile. La aridez del ambiente determina que el nivel de las nieves permanentes se encuentre a gran altura, entre 4500 y 5500 m. Aún quedan circos glaciarios (cubetas en las altas montañas donde se acumula la nieve que origina y alimenta a los glaciares) y morrenas (sedimentos erosionados y arrastrados por los glaciares), que son restos de la última glaciación. Su desmoronamiento y la erosión mecánica actual hace que las laderas de las montañas estén cubiertas por bloques rocosos sueltos que se deslizan lentamente hacia los valles donde forman conos de deyección. En la época de deshielo, el deslizamiento de las rocas provoca aludes. Estos suelen bloquear las comunicaciones y ponen en peligro los pequeños poblados.
El agua de deshielo que fluye por debajo de los argayos y aflora al pie de los conos de deyección en forma de manantial origina praderas denominadas vegas. Estos lugares son muy valorados por los crianceros para el pastoreo de sus animales, debido a la presencia de humedad que permite el crecimiento de gramíneas.
El sector sur de la Cordillera Principal se denomina Andes de Transición porque va perdiendo paulatinamente las características de los Andes centrales y tomando la de los Andes patagónico-fueguinos en cuanto a su morfología, clima y bioma. Las principales modificaciones son cimas más agudas con crestas y picos rocosos, disminución de la altura tanto en las montañas como en los pasos, clima más húmedo por lo que la altura de las nieves permanentes es menor, disminución paulatina de la temperatura y aumento de las precipitaciones, lo que permite una participación creciente de especies de la flora patagónica, y mayor número y extensión de vegas utilizadas para el pastoreo estival.
La Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza está formada por una serie de cordones paralelos, orientados de norte a sur, separados por valles estrechos y alargados. Las cumbres planas son producto de la erosión permanente a la que están sometidas desde la era Mesozoica hasta nuestros días. La altura máxima es el cerro de la Bolsa de 4670 m.
Afectada por frecuentes movimientos sísmicos, presenta fallas que continúan activas en el borde oriental, como lo demuestran los terremotos que asolaron las localidades de Mendoza (1861), San Juan (1944) y Caucete (1977).
La Precordillera ordena la hidrografía del lugar, porque por su disposición norte-sur obliga a los numerosos cursos de agua que descienden de las cordilleras Frontal y Principal a reunirse en 3 grandes colectores para cruzarla de oeste a este. Ellos son los ríos Jáchal, San Juan y Mendoza, cuyos caudales permitieron organizar en el piedemonte los oasis de riego, donde se localiza una alta densidad de población dedicada a la actividad agroindustrial.
El piedemonte es la planicie que se encuentra al este y se confunde con la llanura pampeana. Se encuentra en la diagonal árida de América del Sur por lo que las precipitaciones son escasas, con un promedio de solo 250 mm anuales. La cubierta vegetal es una estepa xerófila. En los oasis se destacan el trazado de la red de canales de riego, el intenso parcelamiento de la tierra debido a la práctica de una agricultura muy intensiva y de alto rendimiento, y la plantación de árboles, especialmente álamos, para atenuar los efectos nocivos del viento y utilizar sus maderas.
En el resto del piedemonte cuyano la densidad de población es muy baja, esta se afinca donde puede hallar aguas en napas subterráneas a poca profundidad. Allí viven algunas familias, en puestos de estancias muy aisladas, dedicadas a la ganadería extensiva. Otros núcleos de población se concentran en las áreas de explotación minera.