Portada » Magisterio » Atención a la Diversidad y Educación Especial: Historia, Trastornos y Estrategias Pedagógicas
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, se observó un trato más humanitario hacia las personas con deficiencias. Se inició la atención educativa con grupos de “disminuidos sensoriales”, dejando aún de lado a los deficientes psíquicos.
A partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX, se institucionaliza y especializa la atención a las personas con “deficiencias mentales” o “subnormales”. Los criterios de intervención durante este periodo eran esencialmente “asistenciales”, debido a una consideración sobreprotectora de las personas con discapacidad.
En 1789, Pinel intervino en el estudio de un caso clínico, “el salvaje de Aveyron”. Gracias a sus informes, en el Instituto de Sordomudos de París, se intentó a partir de ese momento la rehabilitación de “subnormales”. Seguin y Maria Montessori aprovecharon esas experiencias para elaborar programas de educación especial.
Jean Itard fue el médico tutor de Víctor de Aveyron. Según él, la deficiencia de Víctor estaba causada por depravación social y cultural; le aplicó un tratamiento pedagógico a fin de lograr su desarrollo intelectual, dotarle de lenguaje e interesarle por la vida social. Elaboró numerosas técnicas y ejercicios que después trasladó a la educación de sordos, con los que tuvo mucho éxito. Demostró que un niño diagnosticado de idiocia podría ser enseñado para desempeñar muchas aptitudes sociales si se le sometía a un programa sistemático de capacitación, y ejerció gran influencia en numerosos médicos y educadores.
Para los ciegos, las acciones emprendidas, aunque menos numerosas, fueron importantes:
En 1818, el psiquiatra Esquirol propuso el término “idiota” para los “retrasados mentales” y los definió como seres que no habían desarrollado sus facultades intelectuales, por ello, “no son enfermos y no pueden recuperarse”. En 1837, Seguin fundó la primera escuela dedicada especialmente a la educación de “débiles mentales”, utilizando metodologías específicas para el desarrollo de facultades y funciones mentales.
El siglo XIX se caracteriza por la atención a las personas con deficiencias en instituciones especializadas, muy heterogéneas respecto a las características de los sujetos que recibía, considerándolos como enfermos y utilizando procedimientos terapéuticos. La primera clase especial o auxiliar se creó en Alemania en 1852 para retrasados o afectados. En 1853, William Little elaboró la primera descripción de lo que hoy conocemos como parálisis cerebral.
En 1905, Alfred Binet y Théodore Simon publicaron la primera escala de inteligencia, dando origen al desarrollo de la moderna psicometría. La medida de la inteligencia ha sido un referente básico para la catalogación, clasificación y ubicación de las personas con respecto a los procesos cognitivos.
Este periodo se caracteriza porque a todas estas personas se las separaba de la sociedad, internándolas en centros asistenciales que normalmente estaban ubicados fuera de las poblaciones hasta mediados del siglo XX. La conceptualización que se hacía del trastorno partía de dos aspectos relevantes: el supuesto innatismo del déficit (se nace con ello) y su estabilidad a lo largo del tiempo (perdura a lo largo de toda la vida).
Se produjeron dos tipos de consecuencias:
A partir de los años 40 y 50, se originaron una serie de cambios que permitieron reconsiderar algunas posiciones anteriores respecto del modelo de déficit. Comenzó el desarrollo de las teorías conductistas, que sin duda promovieron un cambio radical en el concepto de aprendizaje, concediendo mayor importancia al medio en el que se desenvuelven los sujetos.
Un momento especialmente relevante en la historia de la Educación Especial (EE) es cuando en Dinamarca, en 1959, se incorpora el concepto de normalización como consecuencia de las presiones de las asociaciones de padres contra las escuelas segregadas. Es cuando realmente empiezan a cambiar de signo las experiencias segregadoras y comienzan a realizarse prácticas integradoras. Para ello se ofrecieron tres razones que permitieron cuestionar en ese momento el modelo segregador:
Las actuaciones que un maestro debe seguir para favorecer esto son:
Para ello, el maestro puede:
Son las alteraciones que se producen en la articulación de los fonemas por ausencia o articulación incorrecta de algunos sonidos concretos o por la sustitución de estos por otros de forma improcedente. Afectan al 10% de los niños menores de ocho años y al 5% de los de ocho años o más.
Anomalía de la articulación, de naturaleza motriz, como consecuencia de lesiones en el sistema nervioso que provocan alteración del habla. Son alteraciones que se producen como consecuencia de un trastorno neurológico periférico, produciendo problemas fonatorios y dificultades para masticar o deglutir. Según la localización de la lesión se distinguen diferentes disartrias.
Se trata de un trastorno de la articulación debido a causas orgánicas: malformaciones o anomalías de los órganos del habla (malformaciones congénitas, trastornos del crecimiento, traumatismos…). Según donde se encuentre la malformación encontraremos diferentes tipos de disglosias, siendo las más frecuentes la fisura del paladar y labio leporino.
Las actitudes hacia la discapacidad tienen tres componentes:
La evaluación psicopedagógica se encarga de lo siguiente:
La propuesta de escolarización deberá tener en cuenta los siguientes criterios generales:
Deficiencia en la capacidad para percibir palabras completas porque está dañada la ruta visual.
Deficiencia en la integración de letras y sonidos (en la habilidad fonética), pues está dañada la ruta fonológica.
Ambas vías de acceso al léxico están alteradas. Son las de más difícil recuperación y afortunadamente son menos frecuentes en castellano.
La discalculia se refiere a aquellas dificultades específicas del aprendizaje del cálculo que muestran estudiantes de inteligencia normal que acuden con regularidad a la escuela. Los fracasos en el aprendizaje del cálculo pueden deberse a la utilización errónea de los números o al desconocimiento de los algoritmos necesarios para llevar a cabo una operación aritmética.
Se establecen tres tipos de criterios:
Podemos encontrar diferentes estrategias que facilitan la representación, estas son:
Son las siguientes:
La adaptación curricular de ampliación o enriquecimiento debe recoger:
Discapacidad intelectual: Se trata de una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y la conducta adaptativa tal como se ha manifestado en habilidades prácticas, sociales y conceptuales. Esta discapacidad comienza antes de los dieciocho años.
La evaluación de estos alumnos se hará en función de los criterios de evaluación establecidos en dichas adaptaciones. Son esenciales la evaluación continua, la observación y la revisión constante de las actuaciones. Es importante establecer una línea base para conocer de qué nivel se parte (Nivel de Competencia Curricular) y planificar así las actuaciones educativas en función de ello. Además, se ha de procurar evaluar en positivo, ya que las evaluaciones suelen recoger una relación de todo lo que no es capaz de hacer el niño, más que sus posibilidades. Por otro lado, en estos alumnos también conviene variar o alternar los sistemas o instrumentos de evaluación, puesto que evaluación no debe ser siempre sinónimo de examen. Por ello, se ha de procurar llevar a cabo una evaluación flexible, continua y creativa. Los que saben leer y escribir con comprensión pueden realizar exámenes orales y escritos con memorización de pequeños textos.