Portada » Historia » El Antiguo Régimen: Claves de la Sociedad y Política del Siglo XVIII
El Antiguo Régimen fue el sistema político, social y económico vigente en Europa durante el siglo XVIII. Se caracterizaba por una sociedad estamental, una economía agraria y la monarquía absoluta como forma de gobierno.
La sociedad se organizaba en tres estamentos: la nobleza, el clero y el pueblo llano (o Tercer Estado).
Los rasgos fundamentales de esta sociedad eran:
Se dividía en alta y baja nobleza. La alta nobleza poseía grandes propiedades, obtenía ingresos de sus derechos señoriales y monopolizaba los altos cargos de la Administración y el Ejército. Por su parte, la baja nobleza, con una peor situación económica, intentaba emparentar con la burguesía adinerada.
También estaba dividido en alto y bajo clero. El alto clero estaba formado por los hijos menores de las familias nobles, mientras que el bajo clero procedía del pueblo.
Era el grupo más numeroso y heterogéneo. Incluía al campesinado y a la burguesía.
La agricultura y la ganadería eran las principales actividades económicas. Se practicaba una agricultura de subsistencia con herramientas rudimentarias. La producción dependía fuertemente del clima; cuando se producían fenómenos climáticos adversos, se perdían las cosechas, escaseaban los alimentos, subían los precios y se producían hambrunas.
Las actividades artesanales estaban controladas por los gremios, que eran asociaciones de artesanos de un mismo oficio que regulaban la producción, lo que dificultaba la innovación. Los artesanos trabajaban en pequeños talleres.
La monarquía potenció la creación de manufacturas reales, instalaciones similares a grandes talleres artesanales, centradas en la producción de armas y artículos de lujo.
El comercio exterior creció gracias a los intercambios con América y Asia. Las compañías privilegiadas, protegidas por la monarquía, monopolizaban las relaciones comerciales en ciertas zonas del mundo.
También se desarrolló el comercio triangular, un sistema por el cual los barcos europeos se dirigían a África, intercambiaban productos de poco valor por esclavos que luego eran vendidos en América. Con los beneficios obtenidos, compraban algodón, azúcar y otros productos que revendían con grandes ganancias en Europa.
El absolutismo era el sistema político vigente en la mayor parte de Europa en el siglo XVIII. El rey concentraba todos los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Los monarcas absolutos se consideraban los representantes de Dios en la Tierra, pensaban que su poder era de origen divino y que, por tanto, estaban por encima de la ley.
El monarca contaba con el apoyo de numerosos funcionarios y un poderoso ejército. Algunas cuestiones, como la aprobación de nuevos impuestos, tenían que ser aprobadas en asambleas compuestas por representantes de los tres estamentos (Cortes, Parlamentos, Estados Generales), pero los reyes apenas las convocaban.
En el terreno económico, los monarcas absolutos aplicaron el mercantilismo, una política que basaba la riqueza de un país en la cantidad de oro y plata que poseyera.
Este sistema se estableció en Inglaterra en el siglo XVII. En la primera mitad del siglo, los reyes de la dinastía Estuardo intentaron gobernar como monarcas absolutos, pero se encontraron con la firme oposición de la burguesía, que dominaba el Parlamento.
Este conflicto provocó las revoluciones de 1642 y 1688, que terminaron con la expulsión de la dinastía Estuardo del trono y el triunfo de una monarquía parlamentaria.
Este nuevo sistema se basó en la supremacía de las leyes sobre el monarca, que aceptaba el control del Parlamento. En la Declaración de Derechos de 1689 (Bill of Rights), el rey garantizaba una serie de derechos y libertades, y se indicaba que no podía aprobar leyes ni crear o cobrar nuevos impuestos sin la aprobación del Parlamento. Así, se establecieron las bases de la separación de poderes.
En las Provincias Unidas (actuales Países Bajos) también se implantó un sistema de gobierno no absolutista. Cuando se independizaron de España en 1648, se convirtieron en una república en la que el poder era ejercido por los ciudadanos más influyentes. Gracias a su gran desarrollo comercial, la burguesía había aumentado su poder económico y adquirido un gran poder político.
La república estaba formada por siete provincias, cada una con su propio Parlamento. Los representantes de las provincias se reunían en los Estados Generales, donde se adoptaban las decisiones comunes.
La Ilustración fue una corriente intelectual del siglo XVIII que cuestionó los principios del Antiguo Régimen. Sus bases ideológicas eran:
Los principales filósofos ilustrados difundieron estas nuevas ideas:
Algunos monarcas europeos, como Carlos III de España o Catalina la Grande de Rusia, aplicaron algunas ideas ilustradas. Esta forma de gobierno se conoce como Despotismo Ilustrado, resumido en el lema «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
El objetivo de estos reyes era elevar el nivel educativo de sus súbditos, racionalizar la Administración y potenciar el desarrollo económico de los territorios que gobernaban, pero sin perder su poder absoluto. Las principales medidas que tomaron fueron:
Finalmente, el Despotismo Ilustrado no alteró las bases del Antiguo Régimen, ya que no modificó la sociedad estamental ni el poder absoluto del rey.
En 1700, la muerte de Carlos II de España sin descendencia directa desencadenó un grave conflicto por el trono. Este enfrentó a Francia y al Sacro Imperio Romano Germánico, que intentaron instalar a sus respectivos candidatos: Felipe de Anjou (de la casa de Borbón y nieto del rey de Francia) y el archiduque Carlos de Habsburgo. En su testamento, Carlos II nombró heredero a Felipe, pero el archiduque no lo admitió y reclamó su derecho al trono.
Así se inició en 1701 la Guerra de Sucesión, que fue un conflicto de doble dimensión:
