Portada » Historia » Manuel Azaña y la Reforma Agraria: Orígenes y Fracaso de la Segunda República Española
El presente texto es un fragmento político extraído del libro “Causas de la guerra en España”, publicado en 1939 (al final de la Guerra Civil). El libro fue escrito por Manuel Azaña, figura clave del republicanismo y jefe de gobierno durante el Bienio Reformista (1931-1933) y en 1936, durante el gobierno del Frente Popular. Con este texto de carácter público, el autor buscaba justificar la necesidad de la Reforma Agraria.
Azaña habla sobre la implantación de la República, que fue instaurada “sin causar víctimas ni daños”, y cuya misión era la de “satisfacer las exigencias más urgentes del pueblo”.
Esta imposición fue ampliamente aceptada a pesar de que no era un modelo de legalidad estricta, puesto que:
En el segundo párrafo, Azaña aborda los problemas reales de la desigualdad social existente en España, marcada por “contrastes más violentos” entre los niveles de renta. Estos contrastes se manifestaban principalmente entre:
A pesar de esto, las diferencias existían también entre las ciudades, ya que el poder se concentraba en:
Azaña señala que, para solucionar los problemas agrarios, primero era necesario abordar la estructura de la propiedad, ya que era demasiado extremista. Por un lado, existían los minifundios, donde “la tierra está desmenuzada en pedacitos” (ejemplos: Galicia, Asturias); y por otro, el latifundio, donde el terrateniente “detenta en una sola mano todo el territorio de un pueblo” (ejemplos: Extremadura, Andalucía).
Por último, Azaña plantea el problema agrario como un objetivo que debía abordar un buen gobierno, centrándose en la situación de los braceros (jornaleros sin tierra).
“El paro […] era enorme […] en la explotación de la tierra”, debido a que había un paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, ya que solo hacía falta mano de obra en la recolección de trigo, oliva, etc.
Según el autor, esto debería solucionarse independientemente de si los socialistas estaban gobernando (“con socialistas ni sin socialistas”).
Estas reformas agrarias consistieron en una redistribución de la propiedad para satisfacer a los jornaleros sin tierras. Los terrenos se conseguían mediante la expropiación a cambio de indemnizaciones.
Como se intentó aplicar a todo el país de forma simultánea, los trámites se realizaban con una lentitud excesiva y tenían una gran oposición, casi interrumpiéndose con el Gobierno de centro-derecha. Al final, hubo muchos menos asentamientos de los previstos, dejando insatisfechos tanto a los jornaleros como a los terratenientes.
El problema agrario es el conjunto de dificultades que el sector agrícola español arrastraba desde el pasado. El reparto de tierras era la gran asignatura pendiente del campo español y, además, era una de las grandes promesas de los partidos de izquierda. Se trataba de superar problemas de antiguo:
Esta situación dio lugar a una serie de aspectos negativos que provocaban, no solo el atraso económico de España, sino también la imposibilidad de un avance social. El medio rural se caracterizaba por:
Ante esta situación, el Gobierno de la II República comenzó una serie de políticas encaminadas a la solución de estos problemas. Sus objetivos eran:
Para lograr estos objetivos se tomaron una serie de medidas:
El procedimiento era el siguiente: el IRA confiscaba las tierras y las pasaba a las Juntas Provinciales, y estas a los campesinos que previamente habían decidido sobre su explotación (individual o colectiva).
La Reforma Agraria contó con numerosos problemas y una efectividad limitada:
