Portada » Historia » El Amanecer de la Europa Moderna: Renacimiento, Humanismo y Reformas Religiosas
Crisis y Renacimiento: El siglo XIV no fue solo un período de crisis (Peste Negra, hambrunas y la crisis feudal). Paradójicamente, estas crisis aceleraron cambios estructurales. La alta mortalidad liberó mano de obra y rompió esquemas sociales rígidos, mientras que las Cruzadas habían reabierto las rutas comerciales del Mediterráneo, inyectando nueva vida económica.
Una Europa «cerrada»: La frase de Romano y Tenenti subraya que, a pesar de los cambios, la mentalidad europea seguía siendo predominantemente medieval, teocéntrica y con una visión del mundo limitada. El Renacimiento y la Reforma serán los procesos que finalmente «abrirán» esta mentalidad.
Dos velocidades: El texto destaca la diferencia entre el centro de Europa, donde el cambio era lento, y la región mediterránea (especialmente Italia), donde el comercio estaba generando una transformación radical.
Origen Mercantil: No fue un movimiento puramente artístico. Surgió de las ciudades-estado italianas (Florencia, Venecia), gobernadas por familias de mercaderes ennoblecidos (como los Médici). Su riqueza financió el arte como una forma de prestigio y poder (mecenazgo).
Renovatio vs. Redescubrimiento: No se trató solo de «copiar» lo antiguo, sino de una revalorización adaptada. Tomaron los modelos clásicos (romanos y griegos) y los aplicaron a su propio contexto, creando algo nuevo.
Arte Racional y Universal: El arte renacentista se basó en principios matemáticos y geométricos (perspectiva, proporción áurea, armonía). Se buscaba crear un canon universal de belleza basado en la razón, que se impondría en el arte occidental durante siglos.
Traslado a Roma: Con el fin del Cisma de Occidente y el regreso del Papa a Roma, el centro del Renacimiento se desplazó de Florencia a la Roma papal. Papas como Julio II y León X (de familias burguesas como los Médici) usaron el arte para glorificar el poder restaurado de la Iglesia, dando pie al Cinquecento y a obras maestras como la Capilla Sixtina.
Más que un movimiento literario: Fue una nueva mentalidad (cosmovisión). Los humanistas cambiaron el eje de la reflexión de Dios (teocentrismo) al hombre (antropocentrismo). Buscaban la felicidad en la vida terrenal y confiaban en el poder de la razón y el conocimiento humano (l’uomo universale).
Crítica y Escepticismo: Aunque en su mayoría eran creyentes, criticaron ferozmente la corrupción, el ritualismo vacío y la escolástica decadente de la Iglesia de su tiempo. Erasmo de Rotterdam, con su Elogio de la Locura y su Philosophia Christi, abogaba por una religión interior, simple y centrada en la caridad, no en ceremonias.
Educación (Humanidades): Promovieron un nuevo modelo educativo basado en el estudio de las litterae humaniores (gramática, retórica, historia, filosofía moral, poesía) a través de los autores clásicos (Cicerón, Virgilio), en lugar del escolasticismo medieval.
El Cortesano: El ideal humanista se popularizó en las cortes europeas a través de la figura del cortesano (descrito por Castiglione): un hombre culto, diestro en armas y letras, con modales refinados y útil para el príncipe.
Centralización del Poder: Los reyes aprovecharon la crisis de la nobleza feudal y el apoyo financiero de la burguesía para imponer su autoridad, creando ejércitos permanentes (mercenarios) y una burocracia administrativa (legistas formados en derecho romano).
Justificación Ideológica: Teóricos políticos sentaron las bases del absolutismo:
Maquiavelo (El Príncipe): Separó la política de la moral. El gobernante debe hacer lo necesario para mantener el poder y el orden del Estado («la razón de Estado»).
Jean Bodin: Definió el concepto de soberanía (poder absoluto y perpetuo del Estado).
Thomas Hobbes (Leviatán): Argumentó que un poder estatal fuerte y absoluto era necesario para evitar la «guerra de todos contra todos».
¿Monarquías «Nacionales»?: El texto aclara que era incorrecto llamarlas «nacionales». La lealtad de la gente era hacia el rey, no hacia una nación abstracta. La población era un conjunto de estamentos, no un cuerpo nacional unificado.
Causas de fondo: Corrupción (simonía, nicolaísmo), venta de indulgencias, exilio papal en Aviñón, excesivo poder temporal del Papa y deseo de una religiosidad más auténtica y personal.
Doctrinas Clave de Lutero:
Sola Fide: La salvación se obtiene solo por la fe, no por las buenas obras. Esto negaba la necesidad de la «mediación» de la Iglesia y sus sacramentos para salvarse.
Sola Scriptura: La Biblia es la única fuente de autoridad religiosa y puede ser interpretada libremente por cada creyente. Esto negaba la autoridad del Papa y la Tradición de la Iglesia.
Factores de Expansión: El apoyo de príncipes alemanes (que veían una oportunidad de independizarse del Papa y apropiarse de los bienes de la Iglesia), la imprenta (que permitió una difusión masiva y rápida de sus ideas) y el descontento popular.
Calvino: Sistematizó la doctrina protestante en Ginebra, creando una teocracia (gobierno basado en la ley religiosa). Su doctrina más impactante fue la predestinación: Dios ya ha decidido desde siempre quién se salva («elegidos») y quién se condena.
Ética Calvinista y Capitalismo: El éxito profesional y económico se interpretaba como una señal de ser uno de los elegidos. Esto generó una ética de trabajo, austeridad y disciplina (puritanismo) que, según autores como Max Weber, fue fundamental para el desarrollo del capitalismo moderno.
Internacional Calvinista: A diferencia del luteranismo (más localizado en Alemania y Escandinavia), el calvinismo se expandió de forma internacional (hugonotes en Francia, puritanos en Inglaterra, reformados en Holanda y Escocia).
Origen Político, no Doctrinal: A diferencia de las otras reformas, el cisma anglicano iniciado por Enrique VIII fue motivado por una razón personal y política (la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón), no por un desacuerdo teológico profundo.
Acta de Supremacía (1534): Declaró al rey (y no al Papa) como Cabeza Suprema de la Iglesia de Inglaterra. Esto centralizó el poder religioso y político en la figura del monarca.
Radicalización Posterior: Bajo sus sucesores, especialmente Isabel I, la Iglesia Anglicana incorporó gradualmente doctrinas más protestantes (calvinistas), se suprimieron los monasterios y sus bienes fueron vendidos a la burguesía.
Guerras de Religión: La división religiosa desencadenó décadas de guerras cruentas por toda Europa (ej. Guerra de los Treinta Años), donde se mezclaron intereses políticos, dinásticos y religiosos.
Fin de la Unidad Cristiana: La Respublica Christiana medieval, unida bajo la autoridad espiritual del Papa, se quebró para siempre. Europa quedó dividida en bloques confesionales.
Secularización: Al cuestionar la autoridad única de la Iglesia y promover la interpretación individual, la Reforma, sin quererlo, abrió la puerta a la secularización. La religión comenzó a ser gradualmente desplazada de la esfera pública hacia la privada.
Precursor del Liberalismo: La defensa de la libertad de conciencia y la resistencia a la autoridad papal sentaron bases intelectuales que luego serían aplicadas a la política, dando pie a las ideas de tolerancia religiosa y libertad individual del liberalismo.