Portada » Lengua y literatura » Novecentismo y Vanguardias: Pilares de la Literatura Española del Siglo XX
El Novecentismo está compuesto por un grupo de intelectuales liberales comprometidos con la modernización y europeización de la sociedad a través de la educación por parte de una minoría selecta, frente a unas masas sin preparación política. En lo literario, reivindica una nueva estética frente a lo decimonónico encarnado en el Romanticismo y el Realismo.
Junto a ensayistas e intelectuales como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Manuel Azaña y Eugenio d’Ors, encontramos a novelistas como Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Wenceslao Fernández Flórez y a un poeta inclasificable: Juan Ramón Jiménez.
Con estos presupuestos, los novecentistas practican una literatura orientada a la serenidad clásica, con un lenguaje depurado y selectivo y un público minoritario. Se inclinan preferentemente por el ensayo, la prosa poética y la poesía.
Ortega y Gasset funda la Revista de Occidente, una publicación que pretendía ser la vanguardia del pensamiento cultural y literario renovador del momento. Es autor de La deshumanización del arte, donde expondrá las teorías estéticas que servirán también como base a las vanguardias en España.
La novela novecentista lleva a cabo una renovación basada en la fusión de lo narrativo y lo ensayístico, la originalidad en el tratamiento de las estructuras y el lenguaje y la preferencia por la vida urbana y moderna. Destacan:
En la poesía, los novecentistas inician el camino hacia una poesía pura, desprovista de anécdota y de sentimentalismo y centrada en la perfección formal. Merece citarse a León Felipe (Versos y oraciones de caminante), con un estilo parecido al de la gran figura Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura, quien plantea su poesía como una búsqueda de belleza y de eternidad. Él mismo distingue en su obra tres grandes etapas:
El escritor Ramón Gómez de la Serna es el eslabón entre el Novecentismo y los movimientos de Vanguardia, que introduce en España con su traducción del Manifiesto futurista de Marinetti. Además de escribir peculiares novelas, ensayos y obras teatrales, destaca por sus greguerías, piezas breves mezcla de humor y metáfora.
Los heterogéneos, rupturistas, experimentales y provocativos movimientos vanguardistas europeos van llegando a España a lo largo de la segunda década del siglo XX. Junto al ya citado movimiento futurista se unirán otras manifestaciones: el Cubismo, el Dadaísmo de Tristan Tzara, el Surrealismo de André Breton y el Expresionismo.
Movimientos vanguardistas propiamente hispanos son el Ultraísmo y el Creacionismo.
El Ultraísmo buscaba erradicar de la poesía los sentimientos y la lógica, y presentar signos del mundo moderno mediante una amalgama de imágenes sorprendentes, eliminando los signos de puntuación y adoptando el caligrama. Su principal impulsor y figura fue el madrileño Guillermo de la Torre, autor del libro Hélices.
El Creacionismo, impulsado por el poeta chileno Vicente Huidobro, utiliza procedimientos similares, persuadido de que el poema es «intraducible en prosa» y busca unir palabras anteriormente irreconciliables. Influye en Gerardo Diego, poeta de la Generación del 27.
El Surrealismo español, menos agresivo que el francés, pero más persistente en el tiempo, hacía aflorar el mundo onírico y del subconsciente mediante imágenes irracionales. Fue una reacción frente a la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Tuvo notables seguidores como Lorca, Alberti, Cernuda y, especialmente, Vicente Aleixandre.