Portada » Geografía » Transformación Social en Argentina: Fragmentación y Dinámicas de las Clases Populares (1980-2010)
Se examinan las transformaciones registradas en la estructura social argentina en las últimas tres décadas. Uno de los ejes centrales es la creciente fragmentación social producida durante este periodo. Este término se refiere a la profundización de las distancias entre las clases sociales, así como al aumento de la heterogeneidad observada en el interior de cada una de ellas. Diversos fenómenos daban cuenta de ello:
La fragmentación se expresaba también en la segregación urbana o en la intensificación de la segmentación a través de los consumos. La crisis de 2001 fue un momento de agudización de esta fragmentación.
Durante la década de 1980, el problema principal para los trabajadores fue la desvalorización de los ingresos, con una incidencia importante del aumento de la pobreza. En 1989, el deterioro de la situación económica y la agudización de problemas políticos desembocaron en un proceso hiperinflacionario con graves efectos:
En la década de 1990, la reforma económica de convertibilidad, junto con la desregulación de mercados y el plan de reforma del Estado (privatización de empresas públicas y del sistema de jubilaciones y pensiones, reducción del empleo en los sectores de educación y salud), tuvieron múltiples consecuencias sobre la población en el mercado de trabajo. Los más sobresalientes fueron:
El subempleo y el empleo no registrado también aumentaron y, a la vez, se observó una creciente dispersión en las remuneraciones de los trabajadores con distintos niveles de calificación. Se elevó considerablemente el grado de inestabilidad laboral. En lo que respecta a ingresos, creció la pobreza y empeoró la distribución del ingreso como característica principal. Estas reformas supusieron un aumento en la brecha entre los más ricos y los más pobres. La devaluación de 2002 trajo consigo un fuerte aumento de precios, provocando una caída del salario real de los trabajadores en más del 30% respecto al año anterior.
Para 2010, se señalaba que los ingresos familiares del 10% más rico de la población eran casi 30 veces más altos que los del 10% más pobre, indicando de este modo un alto grado de polarización social. Resulta importante ver cuál fue la respuesta de las políticas públicas frente a estas transformaciones, generando políticas sociales específicas para los sectores más necesitados (como la distribución de alimentos). La instalación de la pobreza como núcleo de la cuestión social se produjo recién en la década de 1990, de la mano de políticas sociales focalizadas, destinadas a atender las necesidades de la población considerada más vulnerable. Fue recién en el último tiempo que el modelo de focalización comenzó a ser cuestionado desde la formulación de políticas sociales que buscaban combatir la pobreza.
En relación con las clases populares, podemos mencionar tres ejes fundamentales:
En la década de 1980, el mercado de trabajo se caracterizó por un crecimiento moderado del desempleo, junto con un aumento de los empleados en el sector de servicios y cuentapropistas, un incremento del trabajo informal y una disminución del poder de compra de los salarios como resultado de los procesos inflacionarios. En la década siguiente, junto con el desempleo, crecieron las ocupaciones asalariadas; gran parte de esos puestos correspondían a jornadas parciales. Se acentuó la tendencia del trabajo informal y se produjo un deterioro general de las condiciones de trabajo. Como consecuencia, se produjo también un aumento en la inestabilidad laboral y se profundizó la brecha entre las remuneraciones de los más y menos calificados. Se afirma que el crecimiento económico que impulsó la expansión del empleo en la poscrisis se vinculó tanto a la clase obrera como a actividades vinculadas a la clase media. Durante la última década se registró una mejora del salario real promedio.
Durante la década de 1990, la pérdida de relevancia del trabajo para las clases populares llevó a la territorialización de los sectores populares. Esto consiste en una mayor delimitación geográfica de gran parte de las actividades de los habitantes de los barrios populares. La vida social se circunscribe a los límites de los barrios, donde proliferan organizaciones que dan respuesta a las distintas necesidades de los habitantes. Ya no es el trabajo, sino el territorio, el que organiza la vida de los individuos. Como resultado de la desocupación, pasaron de centrarse en la cuestión de la vivienda (década de 1980) al trabajo (década de 1990). Una de las primeras consecuencias del proceso de territorialización fue que el barrio surgió como un espacio natural de acción y organización, al mismo tiempo que como objeto de las políticas estatales ahora focalizadas.
En el plano cultural, se da cuenta de la creciente fragmentación y diversidad en las expresiones culturales e identificaciones de las clases populares en ese período. El rock barrial es una manifestación surgida a fines de la década de 1980. Esta música se identifica con las personas que fueron víctimas de un desmantelamiento del mundo del trabajo, y produjo narrativas que consolidan identificaciones relacionadas con los ladrones, la cerveza, los «barras» (hinchas violentos), y el barrio.
Otra expresión musical ligada fue la cumbia, que durante la década de 1980 había consolidado la «movida bailantera» con locales bailables en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En el cambio de siglo, surge la cumbia villera, que se caracteriza por la tematización en sus letras y nombres de bandas que aludían a escenarios de delincuencia, tráfico o consumo de drogas.
En cuanto a la religiosidad, se señala el crecimiento de los grupos evangélicos, ya que tienen la capacidad de movilizar y cohesionar grupos sociales afectados por diversas formas de pobreza. Todo lo señalado crea un nuevo escenario donde las identidades se multiplican y se manifiestan de manera cambiante.