Portada » Lengua y literatura » Revolución artística del siglo XX: De los ‘ismos’ europeos a las vanguardias hispánicas
Las vanguardias constituyen una serie de movimientos artísticos que se desarrollan en Europa durante el primer tercio del siglo XX. El término, de raíz militar, refleja el propósito de renovar de manera radical el arte y la literatura precedentes. El arte vanguardista se erige como una provocación frente al arte burgués. Los llamados ismos alcanzan su apogeo durante la década de los años 20 y desaparecen en la de los 30.
Podemos identificar algunas características comunes a todos los movimientos de vanguardia:
Además, los vanguardistas redactan manifiestos mediante los cuales impugnan la tradición cultural establecida.
De origen alemán, este movimiento concede mayor importancia a las realidades internas que a las externas. No pretende explicar el mundo tal como es, sino tal como lo percibe el artista; es decir, busca revelar la realidad interior y los estados anímicos del creador. En esta atmósfera debe situarse La metamorfosis, obra de Franz Kafka.
Fundado por el italiano Filippo Tommaso Marinetti, quien publicó el Manifiesto Futurista, exalta el “esplendor geométrico y mecánico del mundo moderno”. Sus rasgos más característicos son la admiración por los avances técnicos (el tren, el avión, la electricidad), el desprecio por los temas sentimentales, la destrucción de la puntuación y de la sintaxis tradicionales, así como su profunda influencia en la literatura posterior.
El cubismo literario fue creado por el escritor francés Guillaume Apollinaire como derivación del cubismo pictórico de Picasso, Braque y Gris. Se fundamenta en la descomposición de la realidad para recomponerla después mediante el collage, así como en los caligramas de Apollinaire, cuyos versos dibujan el objeto al que aluden. Destacan también su antisentimentalismo y su particular sentido del humor.
Fundado en Zúrich por el rumano Tristan Tzara, es quizá el movimiento vanguardista más radicalmente “destructivo”. El nombre procede del balbuceo infantil («dadá»). Parte de la negación absoluta —incluso del propio arte y la literatura—, acercándose al nihilismo y al anarquismo. Se rebela contra la lógica y el sentido común. Entre sus principales representantes destacan Breton, Éluard y Aragon.
Es el movimiento vanguardista de mayor relevancia. Surgió en París en 1924 bajo la dirección de André Breton. Defiende que la obra artística debe dar cauce a todo aquello reprimido por las normas morales o sociales, así como explorar el subconsciente, liberando al individuo, como propugnaba Freud. Para ello propone la escritura automática, de donde emergen temas oníricos. Recurre a la imagen visionaria o metáfora surrealista, basada en la asociación libre y alógica de ideas y palabras de manera inesperada. El movimiento se asocia a un proceso de rehumanización, presente en obras como Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
Iniciado por el poeta chileno Vicente Huidobro, este movimiento no pretende reflejar la realidad, sino engendrar nuevas realidades autónomas: “hacer un poema como la naturaleza hace un árbol”. Influyó notablemente en poetas como Gerardo Diego.
El propio nombre del movimiento alude a su aspiración de ir “más allá”. Del futurismo toma la exaltación de los grandes inventos, y del creacionismo, la búsqueda de metáforas nuevas. Otras de sus propuestas son la supresión del sentimentalismo, en coincidencia con el concepto de La deshumanización del arte propugnado por Ortega y Gasset. Ejerció influencia tanto en la Generación del 27 como en autores hispanoamericanos, entre ellos Jorge Luis Borges.
Fue el máximo impulsor de las vanguardias en España. Su obra se caracteriza por una arrolladora personalidad. Creó el ramonismo, estilo basado en la provocación, y se distinguió por su espíritu iconoclasta y nihilista. Inventó además un género breve, la greguería, que representa de forma humorística diversos aspectos de la realidad y revela una tendencia genuina dentro de la literatura y el arte. Entre sus obras más destacadas se encuentran El incongruente y El doctor inverosímil.
