Portada » Historia » Reinado de Isabel II: Transición al Liberalismo y Conflictos en España (1833-1868)
En el periodo comprendido entre 1833 y 1868, se produjo una gran transformación política: durante el reinado de Isabel II se consolidó la **transición al liberalismo**, un proceso que redefinió la **estructura del Estado**, la **economía** y la **sociedad** españolas.
Para contextualizar el reinado de Isabel II, hay que remontarse a la muerte de Fernando VII, que dejó un problema político y dinástico.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 y la derogación de la **Ley Sálica**, los **absolutistas** negaron la legitimidad de Isabel y apoyaron en la sucesión al hermano del rey, **Carlos María Isidro**. Por su parte, los **liberales** respaldaron a la nueva reina, **Isabel II**. Al ser esta menor de edad, asumió la Regencia su madre, **María Cristina (1833-1840)**, un periodo que estaría marcado por la **Primera Guerra Carlista**.
El **carlismo** era una ideología opuesta al **liberalismo**, con origen en la **Regencia de Urgel** y la revuelta de los **Malcontents** en 1827. El carlismo defendía la **monarquía absoluta**, la **sociedad estamental**, la **preeminencia de la Iglesia** y el mantenimiento de los **fueros** (su lema: **“Dios, Patria y Fueros”**).
Contaron con el apoyo del **clero** (regular y secular), que percibía el liberalismo como enemigo de la Iglesia, y del **campesinado**, que veía amenazadas su economía y tradiciones por las reformas liberales sobre impuestos e igualdad jurídica. Internacionalmente, fueron apoyados por **Austria, Prusia y Rusia** (grandes potencias absolutistas europeas) y el **Papado**. Al bando isabelino lo apoyaron los **liberales** (principalmente **Gran Bretaña, Francia y Portugal**).
En la primera etapa, el ejército carlista, dirigido por **Zumalacárregui**, logró afianzarse en el País Vasco y Navarra, extendiéndose por Aragón, Cataluña y Valencia. El ejército liberal tuvo que retroceder y concentrarse en núcleos específicos. La impaciencia de Carlos, que pretendía imponer su autoridad sitiando **Bilbao**, su fracaso (fue liberada por **Espartero**) y la muerte de Zumalacárregui en 1835, pusieron fin a esta fase.
En la segunda etapa, los liberales intentaron frenar a las fuerzas carlistas, pero su esfuerzo se vio interrumpido por una expedición que recorrió Castilla y León, Extremadura y Andalucía, sin obtener más éxito que la expedición de 1836. En 1837, **Carlos** intentó una incursión hacia **Madrid**, pero no logró entrar en la capital. Finalmente, se retiró a posiciones más allá del río Ebro.
En esta etapa, **Espartero**, quien se convirtió en jefe del ejército liberal isabelino, lanzó una ofensiva contra los reductos carlistas, lo que obligó a **Don Carlos** a huir hacia Francia. Al mismo tiempo, el cansancio de la guerra llevó a que dentro del bando carlista surgiera una opinión favorable a la paz y a llegar a un acuerdo con los liberales. Estos se conocían como los **»transaccionistas»**, liderados por el general **Maroto**. En oposición, estaban los **intransigentes**, seguidores de Don Carlos, que querían continuar con una lucha que ya se había estancado y no llevaba a ninguna parte.
La guerra finalizó con el **Convenio de Vergara (1839)**, firmado entre **Espartero** y **Maroto**. Este acuerdo estipulaba la rendición del ejército carlista a cambio del respeto a los **fueros de Navarra y Vascongadas** y la incorporación de los oficiales carlistas al ejército isabelino.
Muerto Fernando VII, y a la vez que se desarrollaba el conflicto carlista, la Regente buscó el acercamiento a los liberales para luchar en favor del trono de su hija, lo que supuso el fin del **Antiguo Régimen**.
Se aprobó el **Estatuto Real en 1834**, una respuesta moderada que supuso un retroceso frente a la **Constitución de Cádiz**. Esto generó el descontento de los **progresistas**, quienes iniciaron movimientos revolucionarios que los llevaron al poder.
Una vez en el poder, los progresistas llevaron a cabo una serie de reformas clave: la **Constitución progresista de 1837** (que establecía la **Soberanía Nacional**, una **declaración de derechos**, la **división de poderes**, el **bicameralismo**, la religión católica como oficial y el **sufragio censitario**) y la **Desamortización de Mendizábal de 1836** (que desvinculó las tierras de la nobleza y el clero, buscando obtener recursos para costear la guerra carlista, disminuir la deuda pública y crear una base social de propietarios).
De manera casi inmediata, los **moderados** recuperaron el poder con el apoyo de la regente.
Un nuevo movimiento progresista, motivado por la **Ley de Ayuntamientos**, obligó a la Regente a renunciar a favor de **Espartero**.
Este periodo se caracterizó por la **inestabilidad política** debido a la división de los progresistas (Espartero perdió adeptos entre ellos, quedándose con un pequeño grupo de militares, conocidos como **“los ayacuchos”**), los **pronunciamientos** por parte de los moderados y una política económica basada en el **librecambismo** y la **desamortización**. La política librecambista provocó los **“sucesos de Barcelona”**: Espartero firmó un acuerdo comercial con Gran Bretaña, lo que llevó a la burguesía catalana y a los obreros a protagonizar una **acción revolucionaria en Barcelona en 1842**. Ante esto, Espartero ordenó bombardear la ciudad desde el cuartel de Montjuic, aplicando una dura represión. Su política desamortizadora le hizo perder, además, el apoyo de sectores del campesinado.
En 1843, un **pronunciamiento del general moderado Narváez** provocó el exilio de Espartero. Para evitar una nueva regencia, se adelantó la **mayoría de edad de Isabel II** a los 13 años.
Tras la caída de Espartero, y a instancias de Narváez, las Cortes, para evitar una nueva regencia, adelantaron la mayoría de edad de la infanta Isabel a los 13 años.
Esta etapa comenzó con un gobierno moderado que llegó al poder tras el pronunciamiento de Narváez. Este régimen buscó consolidar el nuevo orden social, que protegiese las conquistas liberales frente a la reacción carlista. Se trataba de asentar un régimen liberal de carácter conservador.
En estos años destaca la elaboración de la **Constitución de 1845** (de carácter moderado), que establecía una **soberanía compartida** entre el Rey y las Cortes, reconocía más poderes al monarca (incluida la disolución de las Cortes), una **separación de poderes** más limitada, restringía el derecho al voto a un **sufragio censitario** (aproximadamente el 1% de la población) y establecía la **confesionalidad religiosa del Estado**.
En esta etapa se llevaron a cabo numerosas reformas que marcarían el carácter del nuevo Estado liberal: la creación de la **Guardia Civil (1844)**, un cuerpo civil con estructura militar encargado del orden público y la defensa de la propiedad en el medio rural, que sustituyó a la Milicia Nacional; la **Reforma fiscal y de Hacienda (Mon-Santillán)**; la **Ley de Administración Local** (que centralizaba el nombramiento de alcaldes); la **Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano)**; y el **Código Penal de 1851**.
Se firmó el **Concordato de 1851**, que normalizó las relaciones entre el Estado y la Iglesia, deterioradas por la Desamortización, y estableció un presupuesto para el sostenimiento del culto y el clero.
El **Partido Progresista** llegó al poder tras el **pronunciamiento de la Vicalvarada**, dirigido por **O’Donnell** en 1854. Este pronunciamiento vino acompañado por el **Manifiesto de Manzanares**. Se elaboró una nueva constitución, la **Constitución no promulgada de 1856** (de carácter progresista), y se llevó a cabo la **Desamortización General de Madoz de 1855**, además de importantes **reformas económicas liberalizadoras** (en sectores como los **ferrocarriles**, la **minería** y las **sociedades de crédito**).
Sin embargo, estas reformas no supusieron una mejora en la calidad de vida de las **clases populares** y no tuvieron en cuenta sus nuevas demandas. A finales de 1855, la crisis era evidente (con **caída de la producción** y **subida de precios**), lo que llevó a diversos levantamientos.
La inestabilidad social llevó a la sustitución de Espartero por **O’Donnell** en 1856, lo que supuso el retorno de los **moderados** al poder.
El gobierno de **O’Donnell** y su formación, la **Unión Liberal**, reimplantaron la **Constitución de 1845**, pero incorporando un **Acta Adicional** que reconocía algunos principios progresistas.
En este periodo se desarrolló una **política exterior activa** con el objetivo de devolver el prestigio internacional a España y distraer de los problemas internos:
La intervención en **Cochinchina**, de la mano del **III Imperio Francés**, por la matanza de un grupo de **misioneros** (1858-1863).
La intervención de **México**, también de la mano del Imperio Francés, para socorrer al régimen de **Juárez**, y que resultó ser un plan de **Napoleón III**, de carácter imperialista.
La **Guerra en Marruecos (1859-1860)** que dio pobres resultados y ocasionó pérdidas cuantiosas. La victoria de las tropas españolas en **Castillejos** y **Wad-Ras**, provocó que los marroquíes llegaran a una paz, la **Paz de Tetuán (1860)**, en la que se aseguraban las plazas españolas y se obtenía el derecho de ocupación de **Ifni**.
Tras un breve gobierno de O’Donnell, Isabel II volvió a llamar al gobierno a los **moderados** dirigidos por **Narváez (1856-1858)**, lo que supuso un retorno a la situación anterior a 1854.
El **desprestigio de la reina** fue en aumento, lo que facilitó la firma del **Pacto de Ostende de 1866** entre **Progresistas y Demócratas**, quienes acordaron poner fin a la monarquía de Isabel II y convocar elecciones a Cortes Constituyentes. Esto culminó en la **Revolución “Gloriosa” de 1868**, por la cual **Isabel II se vio obligada a marchar al exilio** y se dio inicio al **“Sexenio Democrático o Revolucionario”**.
Entre 1833 y 1868 se consolidó definitivamente la **transición al liberalismo en España**. El reinado de Isabel II terminó con la **Revolución Gloriosa**, fruto del **Pacto de Ostende** entre **Progresistas y Demócratas**.