Portada » Psicología y Sociología » Principios Esenciales para una Relación de Ayuda Transformadora
En el contexto de una relación de ayuda, se contempla la opción de una cierta directividad cuando esté demostrada la ausencia de recursos por parte del ayudado.
Existen tres posibilidades de relación con el que sufre:
Atender a la globalidad del ayudado, al modo más íntimo en que vive su dificultad.
Se debe ir más allá de las emociones no expresadas, descendiendo a las regiones submarinas de su iceberg emotivo. Solo una parte emerge a la superficie; la verdadera mole está sumergida, invisible, pero activa. Las emociones pueden ser evidentes, explícitas, comunicadas verbal y no verbalmente, pero otras se comunican de forma poco clara, ya sea por negación o porque la persona no es consciente de tenerlas. Una condición indispensable para comprender al ayudado en su mundo emotivo es la identificación y aceptación de los propios sentimientos, y ser dueño de los mismos.
Ser asertivos permite manejar los propios sentimientos en las situaciones de mayor dificultad. Por ejemplo: “Parece que estás muy enfadado hoy, yo no soy responsable de ello, ni me gustaría pagarlo” (Asertividad empática).
Que un ayudado nos critique produce sentimientos en el ayudante, y podemos reaccionar de tres maneras:
Siempre se tiende a variar el comportamiento entre los tres tipos.
El comportamiento asertivo depende del nivel de autoestima: una autoestima baja puede llevar a la remisividad (nos sentimos inferiores), mientras que la agresión puede surgir de la necesidad de humillar a quienes se perciben como competidores peligrosos.
Afecto que se traduce en términos de bondad, afabilidad, gentileza, de manera verbal y no verbal.
Este afecto no implica un “ternurismo blandengue”, sino respeto a la persona en términos de cordialidad y afabilidad, de manera verbal y no verbal.
“Coherencia entre lo que es, piensa y siente, lo que vive y lo que expresa. Es la capacidad de ser él mismo en la relación, sin máscaras.”
Es más que la sinceridad; implica un buen conocimiento de sí mismo y sintonía entre:
Sentimiento + Conciencia + Comunicación = Relación Verdadera y Eficaz.
Implica la posibilidad de que cualquier sentimiento emerja en la conciencia y sea reconocido y aceptado, y la disposición de comunicarlo al ayudado con el fin de instaurar una relación auténtica.
Naturalmente, no significa comunicar todo, sino tener un discernimiento guiado por el deseo de hacer crecer la relación.
No se debe decir aquello que ni el ayudante se cree, sino lo que en aquel momento se siente.
La persona auténtica es capaz de confrontar en la relación de ayuda: presentar sus valores y opinión, y devolverle al ayudado su experiencia para que tome consciencia de ella, intentando no manipular y siempre interesada por el bien del otro.
Centrarse en la persona promueve una relación eficaz: “Leer el documento humano en su profundidad”.
Todas estas dimensiones, en su conjunto, permiten al ayudante tener una predisposición a comprender y acompañar en un sentido global, es decir, son necesarias para que el ayudante se centre en la persona, y no solo en el problema.
Sentimiento desproporcionado en relación al propio rol, y cuando las expectativas y los comportamientos no se presentan ajustados, sino como proyección de lo que se esperaría en relación a otra persona que el ayudado ha introyectado dentro de sí y ahora ve «reproducida» en la presencia del ayudante.
El ayudante reacciona de manera inmadura en relación al ayudado, considerándole no en sí mismo, sino haciendo una transferencia en relación a él, o cuando responde de manera inadecuada a la transferencia del ayudado (por ejemplo: sentimiento exagerado de frustración, excesiva preocupación, etc.).