Portada » Historia » Oposición y Transición Política en el Franquismo Tardío
El texto que comentamos procede del libro Disidencia y subversión: la lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975 de Pere Ysàs.
Su relevancia histórica está relacionada con la importancia del periodo en la transición pacífica a la democracia en España, después de cuatro décadas de dictadura.
Con respecto a las ideas principales, con la extensión del “disentimiento”, el autor del texto se refiere a la creciente oposición social y política frente a la dictadura de Franco, desde finales de los años 60 hasta su muerte en 1975 y la transición a la democracia.
El régimen franquista (1936-75) resultaba inviable en una época de expansión y apertura económica, con la llegada de inversiones extranjeras y el aumento del turismo y la industrialización. Pero también porque cada vez eran mayores las relaciones con la Europa democrática. Por eso ya era imparable la modernización social con la extensión entre la población de demandas sociales que reclamaban libertad y eran muy críticas con el sistema.
Frente a ello, el gobierno inmovilista no aceptaba cambios y pretendía perpetuarse en el poder. Aunque dentro del mismo régimen había sectores que ya defendían una progresiva democratización, de ahí el paralelismo que hace el autor entre la deteriorada salud del dictador y la deteriorada situación del régimen.
Por eso, y pese a la represión del régimen, se extendieron cada vez más los movimientos estudiantiles críticos con el sistema franquista.
Además, se fortaleció la oposición antifranquista en el exterior (por ejemplo, la Junta Democrática de 1974 en París promovida por el PCE).
Mientras que en el interior del país se realizaban:
El problema de la continuidad del régimen franquista estaba ligado a la cuestión sucesoria. Ante el deterioro físico del dictador se fue preparando su sustitución, pero independientemente de quién le sucediera, era muy difícil mantener el funcionamiento del régimen una vez desapareciera Franco.
Franco designó a Juan Carlos como sucesor, en vida de su padre D. Juan de Borbón, a quien le correspondía por derecho la corona. Este acto fue ratificado por las Cortes en 1969 y jurado por el propio Juan Carlos. El dictador pretendía dejarlo todo “atado y bien atado”, según sus propias palabras, y por eso el Rey juró respetar los principios del régimen franquista.
Pero después de la muerte de Franco, en noviembre de 1975, se presentaban tres alternativas políticas:
En resumen, el Rey Juan Carlos fue proclamado Rey dos días después de la muerte del dictador (22.11.75), y mantuvo a Arias Navarro. La corona esperaba que eso acelerara las reformas. Pero Arias Navarro presentó un programa de Gobierno que daba continuidad al franquismo.
Entonces, la oposición tomó la iniciativa para presionar a favor de un cambio democrático.
La Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática unieron sus fuerzas en la llamada Coordinación Democrática (o ‘Platajunta’). Proponían una ‘ruptura democrática’ con el régimen, nombrando un nuevo gobierno provisional que convocara unas elecciones democráticas que permitieran poner en marcha el nuevo sistema democrático.
Los inmovilistas apoyaban la continuidad del régimen y pedían más contundencia policial contra las huelgas, incluso promovieron atentados de ultraderecha.
Los reformistas, algunos de ellos dentro del Gobierno, maniobraron para sustituir a Arias Navarro y su política. Ante ello, el Rey forzó la dimisión de Arias Navarro en junio de 1976 y nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, un joven reformista que dirigiría el tránsito a la democracia, a partir del diálogo con todas las fuerzas políticas, incluida la oposición rupturista, y la búsqueda del consenso.
En conclusión, el texto de Pere Ysàs resume perfectamente la situación de España en 1975: «Franco murió en la cama», pero la salud política de la dictadura estaba tan deteriorada como la salud física del dictador.
Por eso, desde dentro del propio régimen y junto a la oposición, se plantearon alternativas pacíficas hacia la democratización con la vía aperturista que facilitó una transición pacífica y con un alto grado de consenso.