Portada » Filosofía » Los Fundamentos del Pensamiento Occidental: El Legado de la Filosofía Presocrática
Los primeros filósofos griegos vivieron entre los siglos VI y V a.C. Se les denomina presocráticos por ser anteriores a Sócrates. Estaban interesados, sobre todo, en cuestiones relacionadas con la naturaleza (physis), tratando de encontrar explicaciones racionales para ellas.
La filosofía griega nació en el siglo VII a.C. en las áreas del Mediterráneo colonizadas por los griegos, conocidas como Asia Menor y la Magna Grecia. Este proceso colonizador propició el encuentro con otras culturas mediterráneas, lo que tuvo las siguientes consecuencias:
Este ambiente intelectual culminó en una nueva forma de entender el mundo, denominada el paso del MITO al LOGOS, es decir, el tránsito de una concepción del mundo basada en narraciones a una basada en la razón.
En la Escuela de Mileto aparecen los primeros «físicos» que se preguntaron por la naturaleza (physis) y el origen de las cosas (el arjé). El arjé es el principio fundamental del que está compuesta y del que procede toda la realidad material, y que permanece inalterable tras los cambios.
Filósofo, matemático y geómetra, considerado el iniciador de la filosofía. Fue el primero en investigar sobre la naturaleza (physis) y en preguntarse por el arjé. Tales propuso que el primer principio de todas las cosas (el arjé) debía ser el agua. Observó que los alimentos contienen agua y que las semillas poseen una naturaleza húmeda, siendo el agua necesaria para la vida. Afirmó que todos los elementos de la Naturaleza surgen de este elemento.
Discípulo de Tales. Rechazó la idea del agua como arjé, argumentando que existían cosas diferentes al agua, como es el fuego. Propuso que el arjé debía ser más amplio y universal, estableciéndolo como un principio inmaterial e ilimitado denominado tó ápeiron («lo que no tiene límites, lo infinito»).
Características del Ápeiron:
Discípulo de Anaximandro. También planteó que el arjé era infinito, aunque lo asoció con el aire, al considerar al universo como un ser vivo y comprobar que el aire es imprescindible para la vida.
Para Anaxímenes, todo nace del aire a partir de dos procesos:
Pitágoras de Samos fue filósofo y el primer matemático griego puro, contribuyendo al avance de la matemática, la geometría y la aritmética, provenientes de las relaciones numéricas y su aplicación (por ejemplo, la teoría de pesos y medidas).
Los pitagóricos crearon una escuela filosófica donde vivían en comunidad, dedicando sus vidas al estudio de las matemáticas y la filosofía, justificando con ello la purificación del alma.
Plantearon que el arjé se encontraba en los números, considerándolos como el principio constitutivo del universo. Este primer principio era múltiple e inmaterial.
Además, todas las cosas están compuestas por números y pueden dividirse en ellos. Los números, a su vez, se dividen entre lo par (lo infinito, al dividirse infinitamente) y lo impar (lo finito y limitado). Todo está formado por esta pareja de contrarios.
El orden del universo posee una composición equilibrada dirigida por las relaciones numéricas, es decir, está sometido a leyes racionales. Este universo presenta una concepción geométrica, siendo los principios responsables de ese orden los números y sus relaciones matemáticas.
La esencia de ese orden son los cuatro primeros números que, al sumarlos, dan 10 (la Tetraktys), siendo considerado el número perfecto:
No era posible imaginar el 0, pues no posee entidad espacial.
Los pitagóricos mantuvieron el dualismo antropológico, planteando que el ser humano está compuesto de:
Propusieron normas morales para purificar el alma. El alma debía desprenderse del cuerpo mediante la muerte, siempre que estuviera purificada. De lo contrario, estaría condenada a reencarnarse en otros cuerpos, dando lugar a un ciclo que solo terminaría cuando el alma lograra purificarse definitivamente.
A partir de este momento, la realidad se aborda de una nueva manera, que ya no gira en torno a la pregunta sobre el arjé (el principio de las cosas), sino sobre el ser de las cosas, centrándose en el problema del devenir (el cambio) y en la diferenciación entre apariencia y realidad.
Su pensamiento se centró en el problema del cambio, basándose en la experiencia sensible. Trató la realidad como algo dinámico, que está en continuo movimiento, pues no existe nada inmóvil ni inmutable. El primer principio de la realidad es el devenir (el cambio) que captamos mediante nuestros sentidos, planteando la expresión: «Panta rhei» («Nada permanece, todo fluye»).
Este dinamismo del mundo sensible se produce siguiendo un principio de orden y unidad que constituye la ley del universo: el LOGOS. Este principio de unidad y orden consiste en una lucha de contrarios que ayuda a explicar el cambio en la naturaleza (ejemplo: hay enfermedad porque hay salud). Esta lucha es la esencia de la realidad para dar estabilidad y existencia a todo ser.
Para explicar lo anterior, usó la metáfora del fuego como elemento dinámico y transformador de las cosas.
Su pensamiento parte de la idea fundamental: «lo que es, es, y lo que no es, no es». Para conocer la realidad, hay que acceder a la Verdad mediante la razón (inteligencia).
Esta inteligencia propone que solo es y existe el Ser, mientras que el No Ser no puede existir, porque no es. Este Ser es:
Al Ser no le afecta ni el tiempo ni el movimiento. El No Ser no existe, siendo simplemente una apariencia, un engaño de los sentidos.
Las ideas contrarias de Heráclito y Parménides supusieron un reto para la filosofía posterior: era necesario unir la diversidad y el devenir (el cambio) con la existencia de un ser único que diera sentido y unidad a la realidad.
Para dar respuesta a este reto, aparecieron los filósofos pluralistas, quienes propusieron una vuelta al arjé mediante la existencia de varios principios constitutivos de todas las cosas, para poder explicar la diversidad y el cambio.
Propuso como solución la existencia de cuatro elementos como origen de las cosas: tierra, aire, agua y fuego. Estos elementos eran inmutables e idénticos a sí mismos, y al combinarse daban lugar a la multiplicidad y diversidad de seres.
Estos elementos se unían o se separaban teniendo en cuenta dos fuerzas cósmicas:
Planteó que todo está formado por una mezcla de pequeñas entidades denominadas semillas (spermata u homeomerías). Estas eran indivisibles y cualitativamente diferentes entre sí, explicando que las transformaciones en la naturaleza se deben a la combinación de estas semillas.
Además, existe un Nous (Inteligencia ordenadora de carácter divino) que regula la naturaleza.
Esta escuela fue iniciada por Leucipo, siendo uno de sus discípulos más importantes Demócrito de Abdera. Demócrito planteó que el origen de las cosas se encontraba en una pluralidad de entidades, aunque, a diferencia de Anaxágoras, para él las semillas eran cualitativamente iguales, denominadas átomos (del griego, «sin partes»).
Características de los Átomos:
