Portada » Latín » Legado de Roma: Ejército, Cultura y Conquista de Hispania
La legión romana fue el cuerpo del ejército que procuró a Roma la grandeza de su imperio. El símbolo sagrado de la legión era el águila. Los soldados servían durante veinte años y cinco más como veteranos. El veterano era el soldado con mayor antigüedad. Tras cumplir el servicio militar, el legionario se licenciaba (emeritus) y recibía una gran cantidad de dinero, equivalente a la paga de doce años, o bien parcelas de tierra.
España se incorpora al mundo clásico de los griegos y después al de los romanos. Los primeros griegos que llegaron hasta la península lo hicieron movidos por el comercio, en competencia con los fenicios. Los griegos fundaron establecimientos costeros que estaban destinados al intercambio de mercancías con poblaciones indígenas. Fueron los griegos quienes la denominaron Iberia.
Cartago era otra gran potencia del Mediterráneo occidental, contra la que Roma pugnaba por conseguir esa zona. Los romanos mantuvieron dos grandes conflictos contra los cartagineses, denominados Guerras Púnicas. Tras la Primera Guerra Púnica, los cartagineses habían ido creando asentamientos en España, utilizando la península como base que les proporcionaba riquezas minerales y guerreras. Así, fundaron la colonia de Cartago Nova. Roma firmó con Cartago el Tratado del Ebro para impedir el auge que Cartago estaba tomando en la Península Ibérica.
Aníbal atacó Sagunto, ciudad aliada de Roma, lo que desencadenó la Segunda Guerra Púnica.
En el año 218 a.C., un ejército romano desembarcó en España no con intención de conquistarla, sino para frenar el avance de los cartagineses. La conquista, iniciada en el contexto de las Guerras Púnicas, fue completada por el emperador Augusto a finales del siglo I a.C. La época republicana se caracterizó por ser un periodo de conquista; en primer lugar, se luchó contra los cartagineses y luego contra pueblos indígenas. Luego se inició un largo periodo denominado Pax Romana, que se extiende desde el año 19 a.C. hasta el 409 d.C.
Edificio de planta ovalada que recuerda dos teatros unidos por el diámetro de la orquesta. Estaba formado por:
En el anfiteatro se ofrecían luchas de gladiadores, venationes y naumaquias.
Era un rectángulo alargado con uno de sus lados menores de forma semicircular. En el centro de la arena, un muro longitudinal llamado spina dividía la pista en dos partes. Los extremos de la spina se llamaban las metae. En el circo se celebraban carreras de carros.
Un hombre se convertía en gladiador por ser condenado a muerte o a trabajos forzados, por ser un esclavo castigado por su dueño o por ser un hombre libre que renunciaba a todos sus derechos de ciudadano por carecer totalmente de recursos económicos y que probaba suerte en la lucha.
Otra clase de espectáculo eran las venationes, donde luchaban fieras entre sí, hombres contra fieras o, en ocasiones, hombres eran arrojados a las fieras.
Se celebraban en el circo. Había cuatro equipos: rojo, blanco, verde y azul. Había carreras con tiros de caballos, bigas (tiros de dos caballos) y cuadrigas (tiros de cuatro caballos). En cada carrera se enfrentaban cuatro conductores o aurigas, sorteándose el lugar de salida. El magistrado que presidía los juegos daba la señal de salida tirando un pañuelo blanco desde el palco a la arena y la barrera se bajaba. La competición consistía en dar siete vueltas en torno a la spina, siendo el ganador el primero que lograse atravesar la meta, una línea blanca trazada en la pista frente a la tribuna de los jueces.
El corredor se vestía con una túnica corta con los colores de su equipo. En su cabeza llevaba un casco y en torno a su pecho, numerosas tiras de cuero flexible. Entre esas tiras llevaba un cuchillo con el que, en caso de accidente, podía cortar las riendas y evitar ser arrastrado por los caballos. El corredor debía ser muy hábil para evitar volcar el carro. Las caídas solían ser frecuentes y el riesgo de muerte era altísimo.