Portada » Filosofía » La Teoría de las Ideas: La Doble Realidad según Platón
Los presocráticos habían intentado desvelar la constitución de lo real, pero los principios que habían considerado –el arjé– no trascendían lo material, sensible y cambiante. Heráclito había llegado a afirmar que la realidad era puro devenir. Solamente Parménides había abandonado el camino de los sentidos y había sostenido que la razón muestra que, más allá de las apariencias sensibles, no hay más que un ser único e inmutable.
Por otro lado, los sofistas habían sostenido que el bien y el mal no pueden conocerse con certeza, por lo que concluían que las leyes de la ciudad eran relativas y cambiantes y que dependían en todo de la voluntad del hombre. Para Sócrates, esta mentalidad estaba en el origen de la decadencia ateniense y de sus valores morales y políticos.
La reflexión sobre los interrogantes derivados de estos problemas condujo a Platón a desarrollar la teoría de las ideas, que fue central en su pensamiento y que le permitió explicar una extensa gama de temas filosóficos sobre la realidad, el ser humano, el conocimiento, la ética o la política. La doctrina de las ideas implica que no hay una sola realidad, sino dos mundos o ámbitos distintos. Por ello ha podido ser calificada de dualismo ontológico.
Aunque los dos mundos son distintos, existe una relación entre ellos de participación (méthexis) y de imitación (mímesis).
Existen, pues, dos mundos para Platón, y el mundo sensible, de alguna manera, depende del mundo de las ideas. Pero ¿en qué consisten las ideas? ¿Qué propiedades manifiestan?
Las ideas platónicas tienen mucho que ver con el concepto y la definición que Sócrates buscaba para expresar la esencia de las cosas. Según este autor, los conceptos universales –como el de bien en sí o justicia en sí– pueden ser alcanzados por la razón, que debe descubrirlos y extraerlos del interior del alma. Pero, ¿cómo han llegado hasta allí? Platón respondió con su teoría de las ideas: se hallan en el alma porque existen en un mundo aparte, al que solo ella puede acceder.
La conclusión a la que llegó el filósofo ateniense es que las ideas no existen en las cosas, ni en la mente, ni en las definiciones, sino que tienen una realidad en sí.
La «idea de cuadrado», por ejemplo, no se identifica ni con una cosa que tiene forma cuadrada ni con su concepto ni con su definición, sino que existe en sí misma. Por consiguiente, la «idea de cuadrado» tiene una realidad distinta del mundo sensible y de nuestro pensamiento.
Platón defendió que las ideas son realidades más plenas y más perfectas que las cosas sensibles que las imitan. No cabe, por lo tanto, el relativismo que promovían los sofistas, porque todo el mundo puede conocerlas como son en sí, mediante la razón, con independencia de lo que cada uno pueda entender.
Una vez señalado que las ideas son las «esencias separadas» de lo que existe en el mundo material, se pueden enumerar algunas de sus propiedades o características:
