Portada » Lengua y literatura » La Odisea Literaria de Cervantes: El Viaje del Parnaso y su Legado Teatral
Cervantes inicia su relato describiendo su deseo de viajar al **Parnaso**, la morada de los poetas. Se presenta a sí mismo como un escritor pobre pero con talento y menciona su experiencia como soldado en **Lepanto**. Su viaje simboliza la lucha por el verdadero arte literario. Cervantes inicia su relato con una apariencia humilde y desaliñada, que contrasta con la grandeza de su legado. Esta contradicción es subrayada por **Mercurio**, quien, en un tono elogioso, reconoce su trabajo literario y lamenta que no haya recibido el reconocimiento que merece. A su vez, recuerda la herida que sufrió en la batalla de Lepanto, marcando un paralelismo entre su valentía en el campo de batalla y su maestría con la pluma.
En los versos, Cervantes emplea recursos estilísticos como la anáfora en *«bien sé que»* y *«y sé que»*, asegurando continuidad y coherencia en la composición. La palabra *«palestra»* confiere nobleza a la contienda, no refiriéndose únicamente a la batalla en sí, sino al espacio de combate. En los versos, la contraposición entre *«izquierda»* y *«diestra»* refuerza su doble faceta como soldado y escritor, destacando cómo su mano derecha sirvió tanto para empuñar la espada como para escribir. El ritmo del poema también contribuye a la expresión del significado. En el primer verso, la secuencia tónica extrarrítmica sugiere la dificultad del momento narrado, mientras que el término *«Gloria»* resalta como el ideal compartido entre las armas y las letras.
En el segundo terceto, **Apolo** define a Cervantes como un *«raro inventor»*, reconociendo su talento literario, un don que el escritor ha sabido aprovechar. En el tercero, la literatura se describe en términos bélicos: sus obras conquistan rincones del mundo, con **Rocinante** como símbolo de *El Quijote*, su más célebre creación. La sonoridad del lenguaje empleado enfatiza la heroicidad y la aspereza del conflicto literario. Finalmente, Cervantes expresa su descontento con el mundo de las letras, donde la *«envidia»* surge como resultado de la *«gloria»*. Para él, la carrera literaria es una batalla constante entre el deseo de reconocimiento y la rivalidad de sus contemporáneos, una lucha en la que siente que no ha sido plenamente valorado.
Aparece **Mercurio**, mensajero de los dioses, quien lo guía en su travesía hacia el **Parnaso**. Durante el trayecto, Cervantes reflexiona sobre la poesía y critica a los malos poetas que solo buscan fama sin verdadero talento. El protagonista va enumerando a los poetas mediante una serie de elogios, aunque también *llueven* poetas malos sobre la nave, que Mercurio debe cribar para separarlos de los buenos. Finalmente, el bajel se halla dispuesto para iniciar la navegación y lleno de escritores.
El viaje comienza, y la galera pasa por **Valencia**, donde recogen nuevos poetas. Sigue por el golfo de **Narbona**, donde se incorporan otros. Continúa por las cercanías marítimas de **Génova** y se aproxima a **Nápoles**, ocasión que aprovecha Cervantes para recordar que los **Argensola** le habían engañado e impedido que fuera con el **Conde de Lemos** a *«la bella Parténope»*. Por ello, se niega a llevarles un recado de Mercurio, quien, al conocer su hipocresía, critica a los poetas aragoneses con dureza.
El viaje prosigue, pasando primero entre **Escila** y **Caribdis** con tonos de epopeya burlesca, cerca de **Corfú**. Más tarde, dejan **Malta** a la derecha, hasta que llegan a **Grecia** y avistan el monte **Parnaso**, donde los recibe el propio **Apolo**, dios de la poesía. Este le encomienda la misión de ayudar a formar un ejército de buenos poetas para luchar contra los mediocres. Los lleva a un maravilloso lugar, monte arriba, en el que todos los poetas encuentran acomodo, menos Cervantes, que se queda sin asiento, lo que provoca su cólera.
Se describe la formación del ejército poético, formado por escritores de talento, seleccionados por **Apolo**, quien rechaza a los indignos, resaltando la calidad sobre la cantidad. Cervantes se presenta como un poeta desplazado, sin el reconocimiento que merece. Su indignación es el eje de su discurso: no solo una queja, sino el motor de su expresión artística. La constante presencia del *«yo»* refuerza su descontento y reafirmación personal, en una estructura de **terza rima** que da musicalidad a su lamento.
Cervantes se identifica con **Apolo** y reivindica su carrera ante un público que no aprecia la buena poesía. Su crítica va tanto a lectores ignorantes como a poetas mediocres. Aun así, sigue fiel a la poesía, simbolizada por el laurel, aunque su devoción solo le ha traído envidia e indiferencia. Para probar su valía, enumera sus obras: *La Galatea*, la exitosa obra teatral *La Confusa*, su producción dramática con la dualidad cervantina de *«lo grave y lo afable»*, y *Don Quijote*, donde el ingenioso desatino se vuelve válido gracias a su maestría.
Cervantes enfatiza su capacidad de invención como esencia del verdadero escritor, rechazando la sátira destructiva y el elogio interesado. Recuerda su soneto crítico con **Felipe II** y su romance *Los celos*. Busca protección en un mecenas, pero su situación es precaria: está *«puesto a pique»*, a punto de publicar su obra maestra, *El Gran Persiles*. Se retrata como un hombre de principios, aunque admite su *«poca fortuna»*. No se consume en la ira: *«Con poco me contento, aunque deseo mucho»*, reflejando un ideal **neoestoico** de equilibrio entre deseo y resignación. Su falta de prudencia ha contribuido a su pobreza.
**Apolo** le aconseja que a veces es mejor merecer que obtener. Cervantes, irónico, responde que ni siquiera tiene capa, símbolo de su miseria. Finalmente, **Apolo** le reconoce su virtud, pero nadie le envidia porque es pobre. Resignado, acepta su destino con dignidad, sin abandonar su vocación literaria.
Contempla, entonces, una suerte de batalla naval mitológica y burlesca, pues **Apolo** pide ayuda a **Neptuno**, y el dios del mar hunde la nave de los recién llegados poetas malos, que empiezan a ahogarse, ya que el propio Neptuno les impide que lleguen nadando a la orilla. Los más que dudosos escritores solicitan la ayuda de **Venus**, y la diosa responde a su llamada, convirtiéndolos en calabazas y odres para que se salven. Aunque Neptuno sigue pinchándolos con su tridente, la diosa del amor sale vencedora de la pugna mitológica y burlesca. En el último momento aparece **Marte**, que se *encalabrina* ante los encantos físicos de Venus, para culminar la broma. Finalmente, todos se duermen.
Tras la victoria, **Apolo** premia a los poetas valiosos y castiga a los impostores. Cervantes, sin embargo, no recibe recompensa, lo que refleja su constante lucha por el reconocimiento en la vida real. Cervantes parte de la idea de los sueños o *«ensueños»*, adoptando una postura didáctica para explicar las razones por las que soñamos lo que soñamos.
Según él, los sueños tienen tres causas principales:
Cervantes menciona que su propio sueño refleja su experiencia del momento, pues está *«ahíto»* (es decir, lleno de no comer más), mientras que la *«dentera»* representa lo contrario. Luego, ejemplifica cómo cada persona sueña según su condición: el enfermo con su enfermedad, el soldado con la guerra, el amante con su pasión y el avaro con su codicia. Aquí introduce el concepto retórico de **decoro** (también llamado *aptum*), que hace referencia a la adecuación del discurso al contexto comunicativo.
En su sueño, ve el deseo de *«Gloria»* y nota que la tiene cerca, lo que lo llena de esperanza. La fantasía lo transporta a un pradillo impregnado con los perfumes de *«pancaya y sabea»*, evocando un ambiente onírico y casi irreal. En este punto, Cervantes introduce un elemento de corrección: *«Palpable vi…, mas no sé si lo escriba»*, reconociendo la dificultad de plasmar en palabras lo que pertenece al ámbito de la imaginación. Aun así, se esfuerza por mantener la verosimilitud en su escritura. Al narrar una fantasía, expresa que su pluma rechaza lo que está fuera de lo natural y prefiere lo que tiene apariencia de posible, lo que él llama *«mis borrones apacibles»*. De este modo, diferencia entre la *«disparidad»* (lo absurdo) y la mentira literaria aceptable, aquella que, aunque inverosímil, está escrita con gracia poética.
Finalmente, Cervantes reflexiona sobre la recepción de su obra, distinguiendo entre el lector *«simple»* (menos instruido) y el lector *«discreto»* (el erudito). En su visión, el lector tiene siempre la última palabra, reafirmando su papel como juez de la literatura. Así, concluye su exposición con una referencia directa a quienes lo leen, dejando en sus manos la interpretación y el juicio de su obra.
Cervantes emprende el regreso a la Tierra en un barco especial, acompañado por poetas seleccionados. Durante el viaje, se hacen nuevas críticas a la poesía mediocre y se reflexiona sobre el destino de los escritores verdaderos. Se narra la batalla entre los buenos poetas, ubicados en el bando católico bajo la bandera del cisne y situados en lo alto del monte **Parnaso**, y los malos, que forman parte del bando herético y tienen por estandarte al cuervo, ubicados en la parte baja, desde la que pretenden apoderarse de la cima que origina la poesía. Se lanzan libros infames, cartapacios, versos, novelas, y finalmente vencen los del bando católico y el Parnaso se libra de la amenaza que tenían sobre él.
Se celebra la victoria y **Apolo** reparte las coronas de las nueve musas entre otros tantos poetas españoles: tres que se hallan presentes, tres en **Nápoles** y tres en **España**, aunque no se especifican sus nombres. Todos reciben premios menores y la estancia en el **Parnaso** concluye, también burlescamente, con el episodio de los excrementos del caballo **Pegaso** y sus alabadas virtudes poéticas. **Morfeo** hace que, de nuevo, todos se duerman.
Y Cervantes se despierta, inesperadamente, en **Nápoles**, donde encuentra a su hijo **Promontorio**. Habla con él, ayudado por el relato de su hijo, sobre las fiestas celebradas con ocasión de las bodas reales hispano-francesas entre **Ana de Austria** y **Luis XIII**. De repente, se halla de nuevo en **Madrid**, donde, tras recibir saludos de **Luis Vélez** y otros, y los reproches de algunos excluidos del viaje, regresa a su casa, agotado por tan larga jornada. Al llegar, Cervantes despierta y se da cuenta de que todo ha sido un sueño. Cierra el poema con una reflexión sobre la poesía y la literatura, reafirmando su amor por el arte a pesar de las dificultades que ha enfrentado como escritor.
Se establece un diálogo entre un tal **Pancracio** y **Miguel de Cervantes**, en el cual Pancracio le pregunta si ha sido aficionado a la *«carátula»* o si ha compuesto alguna comedia. Cervantes enumera todas las que ha compuesto y dice que de la que más se precia es de *La Confusa*, y añade que ahora está componiendo otros seis entremeses. **Pancracio** pregunta por qué no se representan esas obras, y Cervantes responde que ni los autores lo buscan ni él busca a los autores. Dice que les interesan los poetas *«paniaguados»*, pero que, aunque no se las representen, él tiene intención de imprimirlas para que puedan ser analizadas con detalle, cosa que no ocurre cuando son representadas.
El joven estudia y se dedica a escribir comedias para ganar fama, pero sin ningún éxito. Todas las comedias que ha escrito han sido muy mal recibidas por el público. Él es rico, no necesita dinero; se llama **Pancracio de Roncerballer**. Este joven identifica a Cervantes, sabe que es un escritor que se desarrolló en los años 80. Pero, ¿por qué no se representan sus obras si las tiene escritas? Porque ni los autores le buscan. Los autores son los directores de las compañías teatrales. Como les va bien con los poetas *«paniaguados»*, no quieren cambiar, ¿para qué? Cervantes piensa que su teatro debe ser leído, no solo representado. Si el texto está impreso, el lector puede leerlo y releerlo; encontrarán materia para la reflexión. Su teatro debe ser leído despacio. No solo pretende entretener, sino también enseñar.
Podemos decir que las obras de teatro de Cervantes no fueron representadas debido a que, en primer lugar, el teatro de la época estaba dominado por empresarios que trabajaban con dramaturgos consolidados, lo que dificultaba el acceso a nuevos autores. Además, el público prefería comedias más dinámicas y accesibles, como las de **Lope de Vega**, mientras que las de Cervantes eran criticadas por ser largas en los razonamientos y menos atractivas en su invención. También influyó que Cervantes no buscara activamente a los empresarios teatrales, quienes tenían a sus *«poetas paniaguados»* y no estaban interesados en sus textos. Ante esta situación, el autor decidió publicar sus comedias en lugar de insistir en su representación, apostando por la lectura pausada como alternativa a la rápida y, a veces, injusta evaluación del teatro en los corrales de comedias.
Una comedia de santos impresa por primera vez en sus *Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados* (1615) y compuesta muy probablemente entre 1605 y ese año. La acción empieza en **Sevilla** y concluye en **México**. Esta comedia no cumple con la unidad de lugar de las preceptivas clásicas. El personaje se pone rumbo a **América**. Cervantes introduce una especie de reflexión sobre la comedia. La curiosidad y la Comedia dialogan entre sí acerca del teatro.
Se refiere ahora a la unidad de lugar: *«aquí representas y al mismo momento en Flandes»*. Los tiempos mudan y perfeccionan las cosas. No es difícil añadir y mejorar lo que ya existe. Las cosas cambian y los tiempos piden nuevas formas artísticas y teatrales. Por boca de la Comedia, tenemos unas afirmaciones que contrastan con la crítica que Cervantes hace habitualmente a la comedia nueva. Habla de la comedia nueva como algo que no le satisface artísticamente. Sin embargo, la Comedia aquí sí habla del teatro tal como es ahora. Cervantes está justificando lo que hace en esta comedia, que, como hemos dicho anteriormente, empieza en **Sevilla** y termina en **México**. A veces se interpreta este pasaje como que Cervantes ha cambiado su opinión sobre este teatro. El hecho de no seguir a rajatabla las unidades no quiere decir que la comedia sea mala. Representar *«en relación»* quiere decir que en determinados momentos de la acción dramática no se representa, sino que se cuenta (por ejemplo, una batalla es narrada por un personaje, no representada). La tendencia de la comedia nueva es a representar *«en hecho»*. La acción pasa de **Londres** a **Roma**…
El rufián estaba en **Sevilla**, representando con arte la vida de un joven loco. Era un joven que no explotaba a prostitutas. Es un personaje rufián y picaresco, pero que posee una complejidad particular en su personalidad.
*El Retablo de las Maravillas* pertenece a *Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados* (1615), y ofrece una crítica mordaz a la sociedad de la época. **Chirinos** y **Chanfalla**, dos pícaros, llegan a un pueblo con la intención de estafar a sus habitantes con su retablo de las maravillas, un supuesto espectáculo de títeres. Para ello, hacen creer a las autoridades que solo los cristianos viejos, sin sangre judía ni origen bastardo, podrán ver las maravillas que ocurren dentro del retablo. Los vecinos de clase alta, temerosos de ser tachados de conversos o ilegítimos, fingen ver lo que en realidad no existe.
**Chanfalla** narra escenas fantásticas —**Sansón**, toros, ratones, leones— cuando en realidad solo hay una caja vacía y un público que, por miedo al escarnio, simula el asombro. El espectador, consciente del engaño, disfruta tanto de la farsa como de la crítica a las apariencias y a la hipocresía social. El conflicto alcanza su clímax cuando un **furriel** entra en escena solicitando alojamiento para sus soldados. Las autoridades, convencidas de que es otra ilusión del retablo, lo ignoran. Al no comprender la situación y ser acusado de judío converso, el **furriel** reacciona violentamente, desatando el caos y vengándose de las normas opresivas que rigen el pueblo.
Más allá de la sátira, Cervantes refleja en la obra su propio contexto y preocupaciones. El retablo alude no solo a las estructuras sociales de su tiempo, sino también a su profesión de escritor y su lucha contra las normas impuestas. La conexión con la literatura se aprecia en el personaje del gobernador, también poeta, que se queja del robo de sus versos. Este episodio remite a la indignación de Cervantes tras la publicación de la segunda parte apócrifa de *Don Quijote* por **Avellaneda**. Además, el entremés nos permite conocer mejor a Cervantes como escritor, al poeta tras bambalinas y al hombre en constante enfrentamiento con figuras como **Lope de Vega**.