Portada » Historia » La Guerra Civil Española: Fases Clave, Política y Legado
Podemos distinguir tres fases principales en el desarrollo del conflicto:
El objetivo prioritario de los rebeldes fue tomar Madrid. Los ataques contra la capital debían hacerse desde el norte y el sur.
Las fuerzas del norte, dirigidas por el general Mola, avanzaron con dificultad y no pudieron lograr su objetivo. Mola tuvo que desistir y ocupó Irún y San Sebastián a principios de septiembre.
Por el sur, el avance tenía que hacerse contando con las tropas de África. El general Franco fue elegido para ponerse al mando. Para cruzar el estrecho contaron con la ayuda de aviones alemanes. A principios de agosto se hizo el traslado y se unieron a los sublevados en Sevilla. Desde aquí se dirigieron a Extremadura y a principios de septiembre llegaban a las proximidades de Toledo. Franco se desvió a Toledo, que cayó a finales de septiembre. A principios de octubre, las tropas rebeldes llegaban a Madrid, pero la ciudad resistió. Ante esto, Franco se planteó un nuevo objetivo: la liquidación del frente norte.
Ante el fracaso en la toma de Madrid, las tropas de Franco conquistaron toda la zona norte peninsular: Asturias, Santander y Vizcaya. En esta ofensiva participaron efectivos italianos y la Legión Cóndor alemana, que bombardeó Guernica el 26 de abril de 1937.
Con la desaparición del frente norte, la República perdía una zona con abundantes recursos industriales y mineros. La ayuda prestada por la URSS era obstaculizada por los submarinos italianos, alterando la relación de fuerzas entre los dos bandos. La República intentó que el jefe de gobierno, Juan Negrín, concentrara más poder y dirigiera las operaciones de forma más coordinada.
La idea de atacar Madrid estuvo de nuevo presente en la estrategia de Franco, pero los republicanos ocuparon Teruel, lo que provocó que la ofensiva se desviara hacia el este. En febrero de 1938, los nacionales recuperaron Teruel y toda la ofensiva se concentró en el valle del Ebro, mirando hacia el Levante.
A comienzos de abril se ocupó Lérida y a mediados de mes se llegó al Mediterráneo, dividiendo la zona republicana en dos. Desde mayo de 1938, las tropas franquistas se dirigieron a Valencia, pero los republicanos, para frenarlos, lanzaron una ofensiva en el Ebro. Durante tres meses se enfrentaron en la batalla más dura del conflicto. Las fuerzas republicanas quedaron muy dañadas.
El fin de la República se acercaba y entre los republicanos surgieron enfrentamientos entre los que querían resistir y los que preferían negociar. En diciembre, las tropas de Franco entraron en Cataluña y el 26 de enero se ocupó Barcelona. El 4 de marzo, en Madrid, se intentó negociar la paz, pero Franco la rechazó. El 28 de marzo se rindió Madrid. El 1 de abril, la guerra había terminado.
Durante el desarrollo del conflicto, la evolución política de las dos zonas fue diferente.
En la España republicana, el golpe militar provocó un proceso de revolución social que careció de dirección centralizada. Careció desde el principio de unidad política y, con el tiempo, las divisiones internas aumentaron. Las diferencias mayores se plantearon entre los anarquistas, que defendían guerra y revolución como procesos simultáneos, y los comunistas y socialistas, que planteaban primero ganar la guerra y luego abordar la revolución.
Así, la gran tarea fue la reconstrucción del Estado, iniciando un proceso de centralización. Desde febrero de 1937, el partido comunista se convirtió en el gran valedor de esta política, destacando figuras como Dolores Ibárruri. Esto llevó al enfrentamiento armado entre comunistas y anarquistas en las calles de Barcelona en mayo de 1937. La fragmentación del poder político fue una de las razones de la derrota republicana.
En la España nacional se constituyó un férreo poder dictatorial, cuyo objetivo era ganar la guerra. Se consideraba necesario un tipo de dictadura y desde pronto se produjo una concentración de poderes. En octubre de 1936, Franco fue nombrado por la Junta de Defensa Nacional jefe de todos los ejércitos con el título de Generalísimo y jefe del Gobierno del Estado, asumiendo así plenos poderes políticos y militares.
Su labor iba encaminada a la contrarrevolución. Las primeras medidas fueron, entre otras, la supresión del derecho de huelga, la anulación de la libertad de expresión y la prohibición de todos los partidos políticos y agrupaciones sindicales no afines al nuevo régimen.
La guerra, que había terminado el 1 de abril de 1939, tuvo consecuencias demográficas y económicas importantes que determinaron la posterior evolución del país.
Las pérdidas demográficas se estiman en alrededor de 300.000 muertos en combate o por la represión. Otros 450.000 marcharon al exilio y un número similar sufrieron penas de prisión entre 1939 y 1945. A esto hay que añadir un número importante de heridos y mutilados.
Desde el punto de vista económico, hay que destacar la pérdida de personal cualificado y de población laboralmente activa, producto del exilio y las muertes. Además, hubo una enorme destrucción de infraestructuras (edificios, puentes, ferrocarriles, carreteras), así como de cultivos y ganado.
El resultado de la Guerra Civil abrió paso a la dictadura del general Franco, que permaneció durante casi 40 años, mucho más que cualquier otro régimen autoritario de la Europa Occidental de la época. Así, España siguió un camino diferente al seguido por los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial.