Portada » Historia » La Consolidación del Liberalismo en España: El Reinado de Isabel II (1844-1868)
La presencia de militares hizo que el liberalismo tuviese un carácter moderado y fuese más importante el orden público que las libertades. El protagonista de este periodo es el General Ramón María Narváez, presidente del gobierno. En general, los gobiernos moderados apoyaron siempre a las élites de la sociedad con sus iniciativas principales:
La promulgación de la Constitución de 1845 se caracterizó por estos rasgos:
Se firma con el Vaticano el Concordato de 1851. El Estado sostenía a la Iglesia a cambio de que esta aceptase la desamortización, y la Corona tenía el derecho de presentar candidatos a los obispados españoles.
Dentro de los moderados se produjeron desacuerdos por la tendencia de sus gobiernos al ultraconservadurismo, casos de corrupción, escándalos, etc. Todo esto provocó un cambio de gobierno por el sistema de pronunciamiento militar en la «Vicalvarada», llevada a cabo por el General O’Donnell en Vicálvaro, que se concretó en la publicación del «Manifiesto del Manzanares», recogiendo las aspiraciones progresistas. Isabel II llamó a Espartero para formar un gobierno con los progresistas y O’Donnell. Sus principales iniciativas fueron:
Al margen de todo esto, el bienio tuvo una conflictividad social debido a las malas condiciones de los trabajadores y al descontento por los impuestos, lo que contribuyó a que Espartero fuese destituido por O’Donnell.
Tras el gobierno de O’Donnell, la reina encargó de nuevo a Narváez formar gobierno, quien desmanteló toda la obra del Bienio, volviendo a las instituciones anteriores a 1854. Ante esto, O’Donnell formó un partido de centro, la Unión Liberal. Este gobierno tuvo una mayor estabilidad gracias al crecimiento de los ferrocarriles y a la prosperidad económica. Sus iniciativas incluyeron:
Lo que sucedió hasta 1868 fue un periodo de inestabilidad política que evidenció el agotamiento del régimen isabelino. La oposición a la monarquía fue protagonizada por los intelectuales y por sectores del ejército. La monarquía se quedó sin apoyos y los progresistas y demócratas se aliaron en el Pacto de Ostende (1866) para derrocar a la reina. El fallecimiento de O’Donnell y Narváez animó a la oposición a promover un alzamiento revolucionario, la Revolución de 1868, llamada La Gloriosa, que se inició en Cádiz y provocó la caída de Isabel II, que abandonó el territorio español, mientras los militares sublevados se hacían con el poder, dando inicio al Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874).
Entre 1833 y 1868 se consolida el sistema liberal en España y se acaba con los últimos residuos políticos del Antiguo Régimen. La coyuntura política hizo posible que la regente María Cristina abriese las puertas al liberalismo en España y, durante el reinado de su hija Isabel II, se enquistaron algunos de los problemas que lastrarían el país durante mucho tiempo. Pero, a pesar de todo, la Revolución liberal se ponía en marcha y, con los años, el liberalismo no hacía sino ir calando en todas las estructuras del país.
