Portada » Filosofía » John Locke y el Empirismo: Origen, Límites y Naturaleza del Conocimiento Humano
El empirismo se opone radicalmente a la tesis racionalista al afirmar que no existen ideas ni principios innatos al entendimiento. Previamente a la experiencia, nuestro entendimiento es como una página en blanco en la que no hay nada escrito.
Locke dedicó el libro primero de su obra Ensayo sobre el entendimiento humano a demostrar que no existen ideas ni principios innatos. El innatismo es, por lo tanto, una hipótesis carente de fundamento y, además, superflua, ya que el origen de todos los conocimientos supuestamente innatos puede explicarse adecuadamente aceptando que proceden de la experiencia.
Locke define la idea como “el objeto del pensamiento cuando un hombre piensa”. Niega la existencia de ideas y principios innatos: todas nuestras ideas provienen de la experiencia. En esta tesis general se sustentan dos importantes afirmaciones de Locke:
La experiencia constituye el límite de nuestro conocimiento doblemente:
De estos dos aspectos (origen y límites del conocimiento), el primero resulta fundamental: en efecto, si la experiencia impone los límites de nuestro conocimiento, es precisamente porque todos nuestros conocimientos provienen de ella. De ahí que Locke dedique más atención al estudio del origen de nuestras ideas.
Para abordar la cuestión del origen y estudiar el modo en que nuestros conocimientos se originan a partir de la experiencia, no existe más que un camino: tomar nuestras ideas complejas y descomponerlas hasta encontrar las ideas simples de que proceden, y tomar nuestras ideas más simples y estudiar cómo se combinan y asocian formando ideas complejas. Se trata, por tanto, de estudiar los mecanismos psicológicos de asociación y combinación de ideas.
El análisis del conocimiento que hace el empirismo es de tipo psicológico. Esta manera de plantear el problema del conocimiento suele denominarse “psicologismo”.
La noción de idea en Locke es, principalmente, la misma que introdujo Descartes: el conocimiento es siempre conocimiento de ideas. No conocemos directamente la realidad, sino nuestras ideas de la realidad. Por ello, se le planteaba el problema de la existencia de una realidad distinta de las ideas y exterior a ellas.
También para Locke nuestro conocimiento es conocimiento de ideas. Su noción de idea puede expresarse en dos afirmaciones:
Locke amplía el significado del término “idea” a todo lo que conocemos o percibimos, sea un color, un dolor, un recuerdo o una noción abstracta.
El estudio psicológico del origen de las ideas lleva a Locke a distinguir entre ideas simples e ideas complejas.
Dentro de las ideas simples, que no son combinaciones de otras ideas, sino como átomos del conocimiento, Locke distingue dos subclases:
Las ideas complejas provienen de la combinación de ideas simples. En el conocimiento de las ideas simples el entendimiento humano es pasivo, se limita a recibirlas; en la elaboración de las ideas complejas, por el contrario, es activo, actúa combinando y relacionando ideas simples. Locke distingue tres clases de ideas complejas:
Su análisis de las ideas de sustancias es especialmente interesante, ya que son complejas y se componen de una serie de cualidades o ideas simples.
Tomemos como ejemplo una rosa. Percibimos un cierto color, un volumen, una figura, un olor agradable, es decir, un conjunto de sensaciones simples. Pero el olor, el color, etc., no son la rosa, sino el olor de la rosa, el color de la rosa, etc. Entonces, ¿qué es eso que llamamos “rosa”, aparte de estas cualidades sensibles?
Dado que lo único que percibimos son el olor, el color, la figura, etc., no sabemos qué es la rosa en sí misma; suponemos que, por debajo de estas cualidades, hay algo desconocido que les sirve de soporte.
Nuestras ideas de las sustancias particulares (una rosa, un hombre, etc.) se forman del modo siguiente:
No conocemos, pues, la sustancia. No sabemos qué es realmente eso que denominamos “rosa”. Suponemos que ese trozo de materia habrá de tener una determinada estructura (esencia), en virtud de la cual tiene siempre esas cualidades y no otras; sin embargo, esta estructura nos es desconocida.
La consecuencia del empirismo de Locke es que no conocemos el ser de las cosas, sino aquello que la experiencia nos muestra; es decir, un conjunto de cualidades sensibles. Una vez más queda patente cómo la experiencia es el origen y también el límite de nuestro conocimiento.