Portada » Historia » Historia de las Revoluciones Atlánticas: De la Independencia de EE. UU. a la Primavera de los Pueblos (1776-1848)
El proceso se desarrolla en el siglo XVIII. Las trece colonias británicas de la costa este de América del Norte estaban pobladas por casi dos millones de habitantes. Estos colonos se caracterizaban por su individualismo, determinación y un fuerte sentimiento igualitario y participativo.
Las relaciones económicas con la metrópoli británica se regían por el Pacto Colonial. Este sistema establecía que las materias primas coloniales se intercambiaban exclusivamente por productos manufacturados británicos, impidiendo a las colonias comercializar con otros países. Se trataba de un monopolio que priorizaba los intereses del Reino Unido.
Tras la Guerra de los Siete Años contra Francia, el gobierno británico decidió que las colonias debían contribuir al gasto militar mediante nuevos impuestos a la importación (sobre el azúcar, el papel sellado, el plomo o el té). Las protestas obligaron a retirar la mayoría de las tasas, excepto la del té.
La aprobación por Gran Bretaña de la Ley del Té provocó la reacción de los colonos, quienes protestaron comprando té a Países Bajos. El boicot culminó en 1773 en Boston con el Motín del Té, donde los colonos lanzaron al mar un cargamento del producto. Las autoridades británicas respondieron cerrando el puerto y restringiendo la autonomía política.
Los representantes de los colonos, reunidos en el Congreso de Filadelfia, acordaron no importar mercancías británicas y crear sus propias milicias armadas.
El conflicto comenzó en abril de 1775, tras el fracaso de las negociaciones en Londres entre el gobierno británico y el Congreso de Filadelfia, representado por Benjamin Franklin.
En mayo de 1776, la colonia de Virginia proclamó su independencia y publicó una constitución ilustrada precedida por una declaración de derechos. Todo ello condujo a la Declaración de Independencia de las Trece Colonias, el 4 de julio de 1776, cuyo preámbulo fue redactado por Thomas Jefferson.
El rechazo británico a la independencia obligó a los colonos rebeldes, dirigidos por George Washington, a organizar un ejército para combatir a la metrópoli. La guerra duró cinco años. Al comienzo, dominaron las “casacas rojas” británicas, hasta su derrota en Saratoga (1777). Francia y España se aliaron con los “patriotas” para contrarrestar el poder marítimo de Gran Bretaña. El conflicto se inclinó a favor de los rebeldes hasta la derrota británica en Yorktown (1781).
Al firmarse la Paz de Versalles (1783), Gran Bretaña reconoció la independencia de Estados Unidos y se establecieron nuevas fronteras al norte y al oeste.
En la Convención de Filadelfia, presidida por George Washington, se elaboró la Constitución de 1787, que fijó la soberanía popular y estableció la república federal. Contenía derechos fundamentales como la libertad religiosa, de imprenta, de reunión y la detención no arbitraria. Esta constitución procuró un equilibrio en la separación de poderes:
Cada uno de los estados federados conservó cierta autonomía y tenía su propia constitución. Fue la primera constitución escrita de la historia y ha perdurado hasta nuestros días, con la inclusión de 27 enmiendas.
Cada estamento eligió a sus representantes y elaboró sus cuadernos de quejas. Los privilegiados defendían el tradicional voto por estamento, mientras que el Tercer Estado (estado llano) exigía el voto individual. El rey Luis XVI se inclinó por la opción de los privilegiados.
Al no alcanzar un acuerdo, los representantes del Tercer Estado optaron por constituirse en Asamblea Nacional y, junto con algunos privilegiados, realizaron el Juramento del Juego de la Pelota. Se declararon así los únicos representantes del pueblo y se comprometieron a proporcionar a Francia una constitución.
Un movimiento de agitación campesina en París provocó motines. El 14 de julio de 1789 se produjo el Asalto a la Bastilla (antigua cárcel) y la posterior toma del ayuntamiento. Luis XVI cambió entonces de actitud y pidió a los representantes privilegiados que se incorporaran a la Asamblea.
La Asamblea Nacional Constituyente desmanteló el Antiguo Régimen y estableció nuevas bases políticas:
Se estableció el sufragio censitario e indirecto: la elección de representantes de la ciudadanía que, a su vez, elegían al cargo público correspondiente. Luis XVI huyó en busca de apoyo, pero fue obligado a regresar a París y retenido en el palacio de las Tullerías.
Las monarquías absolutas europeas, al ver al rey retenido, iniciaron un conflicto internacional. Austria, Prusia, Gran Bretaña y España formaron la Primera Coalición contra la Francia revolucionaria.
La insurrección de los sans-culottes en agosto de 1792 forzó la destitución y el encarcelamiento del rey. Caída la monarquía, se proclamó la República y se convocaron elecciones a una nueva asamblea, la Convención, por sufragio universal masculino.
Se produjeron enfrentamientos internos entre los girondinos y los jacobinos, estos últimos más radicales, que acabarían controlando la Convención. Los jacobinos estaban dirigidos por Maximiliano Robespierre. Se condenó a muerte a Luis XVI, siendo guillotinado el 21 de enero de 1793.
Se crearon los Comités de Salud Pública y de Seguridad Nacional, que pusieron en práctica medidas radicales:
El 27 de julio de 1794 se produjo un golpe de Estado (Reacción Termidoriana) donde Robespierre y sus seguidores fueron condenados a muerte y ejecutados. La burguesía conservadora recuperó el poder.
El gobierno moderado elaboró la Constitución de 1795, más restrictiva en derechos y libertades. Este gobierno se enfrentó a amenazas exteriores y a insurrecciones e intentos de golpes de Estado. El 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario), apoyado por la alta burguesía, Napoleón Bonaparte dio un golpe de Estado, poniendo fin a la etapa del Directorio.
La Constitución de 1799 estableció un gobierno de tres cónsules (Consulado). Los poderes ejecutivo y legislativo recaían en el Primer Cónsul. Napoleón estableció un régimen personalista.
En 1802, la Paz de Amiens con Gran Bretaña le permitió alcanzar, tras un plebiscito, el consulado vitalicio, lo que supuso su ascenso al poder como Emperador.
La “Restauración del Absolutismo” fue un intento de las potencias vencedoras de volver al Antiguo Régimen y mantener Europa bajo el control de las monarquías absolutas. Se aprobaron cuatro principios fundamentales:
Se produjo en París debido al descontento contra Carlos X, sucesor de Luis XVIII. Participaron burgueses y obreros. Triunfaron las Jornadas de Julio y el rey fue derrocado. Luis Felipe de Orleans se convirtió en el nuevo monarca, instaurando una monarquía constitucional de corte liberal.
Esta fue la tercera oleada revolucionaria, iniciada en Francia con las Jornadas de Febrero en París. Progresistas, republicanos y obreros socialistas se sublevaron contra la monarquía de Luis Felipe de Orleans. Debido a esto, el “rey burgués” abdicó y se proclamó la Segunda República.
Se aprobó la Constitución republicana de 1848. Con una mayoría moderada, la nueva asamblea ordenó reprimir la protesta obrera y se eliminaron las conquistas sociales. Posteriormente, Luis Napoleón Bonaparte fue elegido presidente.
La oleada revolucionaria se extendió a varios territorios de Europa (conocida como la Primavera de los Pueblos). En los estados alemanes, la revolución se inició en Prusia. Aunque la mayoría de las revoluciones fracasaron, el orden establecido por el Congreso de Viena dejó de existir. La burguesía revolucionaria, temerosa del movimiento obrero, se volvió conservadora.