Portada » Historia » Grandes Conflictos del Siglo XX: Primera Guerra Mundial y Revolución Rusa
El desarrollo de la contienda atravesó cuatro fases diferenciadas:
Durante esta etapa, Alemania puso en práctica el Plan Schlieffen, consistente en realizar una ofensiva rápida en el frente occidental, invadiendo Bélgica. Las tropas alemanas avanzarían posteriormente sobre el frente oriental para derrotar al ejército ruso.
Sin embargo, el plan no obtuvo los resultados previstos.
El frente occidental se estabilizó y comenzó una nueva fase en la que ambos bandos, ante la imposibilidad de avanzar, se centraron en la defensa de sus posiciones. Para ello, se construyeron extensas redes de trincheras.
Las batallas más importantes de esta fase fueron las de Verdún y el Somme.
En 1917, Estados Unidos decidió participar en el conflicto a favor de los Aliados.
En el mismo año, el Imperio ruso sufrió una revolución política y social cuyo triunfo provocó que, en 1918, Rusia se retirara del conflicto tras la firma de la Paz de Brest-Litovsk.
La ayuda norteamericana permitió el avance decisivo de los Aliados en el frente occidental. El agotamiento y la falta de recursos de las Potencias Centrales les condujo a solicitar la paz.
Guillermo II abdicó y, el 11 de noviembre de 1918, se firmó el armisticio que puso fin a la contienda.
Durante el gobierno del zar Nicolás II (1894-1917), su poder autocrático se fue debilitando por diferentes motivos:
El pueblo reaccionó iniciando huelgas y manifestaciones; se crearon soviets. El zar Nicolás II accedió a realizar algunas reformas políticas y autorizó la formación de una Duma (Parlamento).
Las sucesivas derrotas del ejército ruso generaron un enorme descontento entre la población.
Tras el Desastre de 1898 y la pérdida de sus últimas colonias, el gobierno español decidió recuperar el prestigio internacional que había perdido intentando obtener nuevos territorios. Así, tras repartirse Marruecos con Francia, España estableció un protectorado en 1912 para dominar la zona.
La presencia de España en Marruecos provocó una guerra (1909-1927) que tuvo consecuencias muy negativas para los españoles:
“Habíamos dejado el taller, el colegio o la Universidad, y, en pocas semanas de instrucción, se nos fundió a todos en un bloque compacto, homogéneo. Quizá por habernos hecho hombres en una época de seguridad, germinaba en nosotros el afán por lo imprevisto, lo peligroso. La guerra fue la gran borrachera de nuestra vida (…) nos despidieron con una lluvia de flores, al compás de acordes delirantes pautados de rosas y sangre. En la guerra creíamos encontrar lo bello, lo grande, lo viril, y a ella fuimos como a un concurso de tiro en un prado florido cuyo rocío eran gotas de sangre.”
— Jünger, E. Tempestades de acero.
El texto describe cómo los jóvenes abandonaron sus vidas cotidianas para unirse a la guerra, buscando en ella una experiencia intensa y viril. A pesar de la idealización inicial, la cruda realidad de la contienda se insinúa al final.
En la parte final, el autor expresa la idealización inicial de la guerra, donde se buscaba lo ‘bello, grande, viril’, pero la metáfora del ‘prado florido cuyo rocío eran gotas de sangre’ sugiere la brutalidad y el horror subyacente. Aunque hay una fascinación inicial, la descripción de la sangre y la realidad de la guerra implican una crítica velada o una desilusión. El autor no se muestra explícitamente a favor, sino que describe una experiencia compleja y ambivalente, que termina revelando su lado oscuro.
A continuación, se presentan las relaciones correctas entre los conceptos de ambas columnas:
Armisticio: Suspensión de la guerra e inicio de las negociaciones de paz.
Mercado Negro: Venta clandestina de productos que escaseaban o no se encontraban en los comercios.