Portada » Ciencias sociales » Fundamentos y Prácticas en Educación Social: Conceptos Clave para el Desarrollo Humano
El principio de que la persona es apertura significa que, por naturaleza, está abierta a los demás, a nuevas realidades y al mundo que le rodea. Para alcanzar su máximo desarrollo, necesita explorar, compartir, entender y trascender más allá de su individualidad. En la acción socioeducativa, esto se vincula con el principio de socialización, que permite la integración en la comunidad y el aprendizaje de valores, normas y formas de convivencia. A su vez, la individualización garantiza que cada persona pueda avanzar desde su propia realidad y potencialidades, asegurando así un equilibrio entre la integración social y el desarrollo personal.
Trabajando en una Unidad de Escolarización Compartida (UEC), se pueden detallar acciones concretas por cada paradigma del pensamiento educativo:
Organizar una actividad grupal donde los estudiantes analicen cómo sus acciones afectan a su entorno familiar y escolar, promoviendo la reflexión sobre las relaciones sistémicas y la interdependencia.
Fomentar debates en clase sobre temas sociales relevantes, como la desigualdad o el medio ambiente, para que los estudiantes cuestionen las estructuras sociales, desarrollen un pensamiento crítico y propongan soluciones.
Implementar un proyecto de aprendizaje basado en problemas, donde los estudiantes construyan su conocimiento a partir de experiencias previas y trabajen en equipo para resolver un problema real, aplicando y generando nuevos saberes.
Como educador/a en una prisión, se pueden proponer acciones inspiradas en los paradigmas actuales del pensamiento educativo:
Realizar talleres de mediación entre los internos y sus familias, trabajando en la mejora de las relaciones familiares y sociales para facilitar la reinserción y fortalecer sus redes de apoyo.
Organizar grupos de discusión donde los internos analicen críticamente las causas que los llevaron a la delincuencia, fomentando la autocrítica, la reflexión sobre su situación y la identificación de factores estructurales.
Implementar un programa de formación laboral donde los internos construyan habilidades profesionales a partir de sus experiencias previas y necesidades del mercado, fomentando su autonomía y preparación para la vida fuera de la prisión.
Tres rasgos distintivos de la educación social que derivan del momento en que surgió como disciplina son:
Que la persona sea sujeto y objeto de la educación significa que es tanto el destinatario de la educación (sujeto que aprende y se desarrolla) como el motor central del proceso educativo (objeto de la acción pedagógica). Es decir, la educación se dirige a la persona para su desarrollo integral, pero también es la persona misma quien se convierte en el foco de la acción educativa, ya que el objetivo primordial es su crecimiento personal y social.
El educador social enseña a pescar; es decir, no se limita a proporcionar soluciones inmediatas (dar pescado), sino que fomenta la autonomía y la capacidad de los educandos para resolver sus propios problemas. Esto se relaciona directamente con funciones esenciales de la educación social como:
Las acciones socioeducativas están limitadas por dos grandes condicionantes: las disposiciones hereditarias y las leyes del desarrollo, y, por otro lado, el ambiente. Estos son factores biológicos y/o contextuales que afectan a la educación. La pregunta sobre qué es más importante, el ambiente o la herencia, depende de cuál de las dos fuerzas suponga un impedimento más intenso. Aquel en el que se produzca una característica de mayor intensidad será el más importante. Sin embargo, cuando los factores están equilibrados, el más importante para los educadores será el ambiente, ya que es el factor más modificable y sobre el que se puede intervenir directamente.
La educación tiene un doble cometido: como acción exterior, es una vía de autorrealización y desarrollo de las disposiciones individuales; pero también es el medio fundamental para incorporar los fundamentos del entorno sociocultural de la persona, aquellos elementos que le permitirán acceder a esa comunidad y participar en su dinámica. Esto se encuentra reflejado en los principios de:
La educación social es el derecho de la ciudadanía que se concreta en el reconocimiento de una profesión de carácter pedagógico, generadora de contextos educativos y acciones mediadoras e informativas. Estas son competencia profesional del educador/a social, posibilitando un doble objetivo: la autorrealización de la persona y su inserción activa en la sociedad.
El pensamiento pedagógico de A.S. Neill tiene como fundamento la libertad del niño o niña y, como consecuencia, la libertad de la escuela. Desarrolló una teoría libertaria que impulsa el derecho del niño a no ser perturbado con enseñanzas si estas no se conectan o no derivan de sus propios intereses o motivaciones, y, por tanto, no obedecen a la satisfacción de sus propias necesidades. Neill propone que los educadores deben crear un ambiente que permita que emerjan los intereses y motivaciones de los educandos. Entiende que el sujeto es bueno por naturaleza y precisa un ambiente educativo de baja estructuración para poder desarrollarse al máximo. Inventó otro tipo de escuela para evitar que los niños terminaran sin aprender. Summerhill es la escuela que Neill creó bajo los conceptos de su teoría, considerándose pionera en las escuelas libres o democráticas, y atiende a niños de primaria y secundaria.
El educador debe intervenir con cuidado, con respeto, desde la reflexión y la responsabilidad, la empatía y el afecto. El afecto implica procurar el bienestar del educando, haciéndole sentir que se le valora auténticamente. Es crucial reflexionar y pensar qué es lo mejor para la persona. Los educadores deben ser conscientes de que intervienen e influyen significativamente en la vida de otras personas, manteniendo una posición de autoridad basada en el conocimiento y la experiencia, pero siempre desde una relación de confianza y cuidado mutuo.
Los criterios de la educación social son: intencionalidad, intervención socioeducativa, dimensión relacional, carácter integrador y transformación social. El criterio que más se asemeja a su definición general es la intervención socioeducativa, ya que resume su objetivo principal de formar y apoyar a personas en diversos contextos, especialmente en situaciones de vulnerabilidad, a través de acciones pedagógicas planificadas y significativas.
La moral es la interpretación del bien y el mal, estableciendo principios que guían nuestro comportamiento. Es fundamental interiorizarla, ya que influye en nuestras decisiones y acciones diarias, configurando nuestra ética personal. Además, educar a partir de ella permite formar personas con valores sólidos, capaces de convivir en sociedad de manera ética, responsable y constructiva, promoviendo el respeto y la justicia.
Ellen Key, en su obra de 1900, El Siglo de los Niños, sirvió de inspiración para educadores progresistas, criticando métodos como el castigo físico. Ella buscaba una enseñanza respetuosa basada en las necesidades y potencialidades de los niños y niñas, por encima de los designios o voluntades políticas, sociales o religiosas del momento. Su pensamiento contribuyó al nacimiento de la educación pública tal como la entendemos hoy en día. A partir de este momento, la educación adquiere, lo que hasta entonces no había tenido, la categoría de derecho básico y obligatorio.
La persona está sujeta a límites en la educación debido a factores contextuales (como el entorno social y los recursos disponibles) y factores hereditarios (como sus capacidades innatas). Estos elementos pueden influir en su desarrollo, pero no determinan su destino, ya que la educación se adapta a sus necesidades. Aunque se pueden ajustar métodos y tiempos, las finalidades educativas son universales e incuestionables. Además, los educadores pueden intervenir principalmente en el medio, ya que es el factor más modificable para favorecer el aprendizaje y el desarrollo personal.
La época antigua se caracterizó por una educación fuertemente centrada en la religión y con acceso limitado a una pequeña parte de la sociedad. Por ejemplo:
El educando es un ser bio-psico-social porque su desarrollo integral depende de factores biológicos (salud física, genética), psicológicos (emociones, cognición, personalidad) y sociales (interacciones, cultura, entorno) interconectados. La educación social atiende esta complejidad mediante intervenciones holísticas que promueven el bienestar físico, el equilibrio emocional y la integración social. Así, facilita su desarrollo integral y su participación activa y significativa en la sociedad.
Los rasgos de la persona con mayor repercusión en la educación que más se deterioran con el paso del tiempo son la autonomía y la apertura. La autonomía disminuye debido a la creciente dependencia social, la pérdida de capacidades físicas o cognitivas, y la falta de oportunidades para la toma de decisiones. Por otro lado, la apertura se ve afectada por la rigidez de creencias, la resistencia al cambio, el miedo a lo desconocido y la tendencia a aferrarse a patrones establecidos, lo que limita la capacidad de adaptación y aprendizaje continuo.
Las dos etapas no consecutivas que podrían estar estrechamente ligadas en la historia del pensamiento educativo son la educación en la Antigua Grecia y el Humanismo. Ambas están relacionadas por la recuperación y reinterpretación de las ideas clásicas griegas durante el Renacimiento, lo que influyó profundamente en la evolución del pensamiento educativo hacia un enfoque más humanista, centrado en el individuo, su razón, su potencial y su formación integral para la vida cívica y el desarrollo personal.