Portada » Ciencias sociales » Fundamentos Socioculturales: Creencias, Valores y la Estructura de la Sociedad
Cada cultura le proporciona a sus miembros respuestas implícitas y explícitas. Las creencias son concepciones sobre la realidad, desarrolladas históricamente y transmitidas socialmente. Algunas de esas creencias son de naturaleza muy específica y se refieren a uno u otro aspecto del mundo, formando conjuntos que técnicamente son denominados como dominios. Otras creencias se refieren a las diferencias que se dan entre los distintos dominios o a cómo están trazados los límites de estos dominios y a cómo se relacionan entre sí. Dentro de cada cultura, las creencias son congruentes entre sí y se refuerzan mutuamente. Esto no quiere decir que no existan contradicciones entre las creencias o que los sistemas de creencias no se hallan integrados de manera unitaria o total, sino más bien muestran una tendencia a la coherencia interna.
Algunas creencias son más o menos compartidas por la inmensa mayoría de los miembros de una sociedad. Hay otras que son más específicas de un grupo u otro de personas de esa sociedad y hay un tercer grupo de creencias compartidas por algunos individuos. Cada una de estas tres creencias tiene una denominación:
El concepto de ideología ha llegado a ser idealizado, incluso dentro del área de las Ciencias Sociales, puesto que la concepción de este término es una concepción de valores peyorativa. En la actualidad, este concepto se aplica a aquellas personas que, por su rigidez de opiniones, incurren en el error. La ideología sería aquella parte de la cultura a la cual le incumbe o se relaciona de un modo activo el desarrollo de las pautas de creencias y valores. La ideología es un sistema cultural, al igual que la ciencia y la religión. Estos sistemas culturales transmiten ideologías sobre la estructuración de las situaciones sociales; sin embargo, aunque la situación sea la misma, la ideología transmitida por cada uno de estos sistemas culturales difiere significativamente. La ciencia, por ejemplo, nos transmite la dimensión trascendental.
Es una realidad que, en todas las sociedades, la mayoría de la gente se las arregla para vivir con un tipo de ideología muy vago, que solemos denominar ‘mentalidad’. Esto no significa que las personas carezcan de creencias y valores, sino que su ideología está implícita en los roles sociales que desempeña y en las instituciones sociales en las que participa. En realidad, las ideologías sistemáticas surgen en épocas o situaciones de tensión o conflicto, por ejemplo, cuando se ponen en cuestión las reglas básicas del sistema social y no existen modelos orientativos ante esa situación social problemática. Las creencias que conforman una ideología no son una selección al azar, sino que encajan dentro de un patrón integrador, al cual se subordinan las manifestaciones particulares de cada cultura.
Junto con las creencias se encuentran las ideas sobre lo que debe ser, es decir, el universo de los valores. Cuando hablamos de los valores, no nos referimos a las cualidades objetivas de las cosas, sino a los valores relacionales, es decir, valores para alguien. Los valores se inscriben en este amplio mundo del comportamiento selectivo de las personas. Los valores los podríamos considerar como concepciones de lo deseable que influyen en el comportamiento selectivo de las personas. En esta definición podemos ver que hay una distinción entre lo deseado y lo deseable, identificando lo deseable con aquello que debe ser deseado.
Un valor es todo aquello que interesa a un ser humano, no lo indiferente; es el prisma a través del cual percibe el mundo y considera objetos y acciones como verdaderas o falsas, virtudes o vicios. Podemos decir que los valores sirven como criterios de selección de nuestras acciones y actos. Las personas prefieren una cosa a otras, seleccionan un tipo de acción u otro y juzgamos la conducta de los demás, lo que nos permite percibir cómo ciertos valores son más importantes en unas culturas que en otras. Los valores son estados mentales; no son cosas ni normas de conducta, sino patrones de deseabilidad, ideales por los que las personas definen sus fines, seleccionan sus actos y juzgan a los demás o a sí mismas. Los valores son criterios de lo que debe ser como deseable, sentando las bases para la aceptación o el rechazo de las normas sociales. Al igual que las creencias, los valores mantienen en una sociedad la formación de grupos coherentes, aunque existan algunas incongruencias entre los valores que los sustentan.
Junto con los valores están las normas; no deben confundirse. Las normas son las reglas para comportarse de un modo determinado; las normas nos indican más o menos específicamente lo que deben o no deben hacer los individuos en circunstancias concretas. En general, se pueden atribuir las especificaciones concretas de la conducta a las normas, mientras que los valores son los modelos de deseabilidad.
Las normas sociales las podemos dividir en cuatro grandes grupos:
Para Malinowski, la sociedad es un complejo de proposiciones básicas que le permite al hombre resolver del modo más eficaz los problemas concretos de su adaptación al medio y de la satisfacción de sus necesidades. La complejidad de la sociedad constituye un todo organizado y dinámico que resuelve los múltiples problemas cotidianos de la existencia humana: naturales y artificiales. Al resolverlos, configuran a quienes viven en su seno, de modo especial a los más maleables.
Marion Levy define la sociedad como el grupo de seres humanos que comparten un sistema autosuficiente de acción, capaz de sobrevivir a los individuos que lo componen y formado, al menos, por medio de la reproducción sexual de sus miembros.
De esta definición se pueden deducir cuatro criterios que todo grupo humano debe cumplir para ser considerado una sociedad:
Para que una sociedad pueda denominarse como tal, debe cumplir estos ocho criterios: