Portada » Formación y Orientación Laboral » Fundamentos de la Dirección Organizacional y Modelos de Liderazgo Situacional
La Dirección es un elemento esencial en cualquier forma de vida y actividad organizada, cuya función principal es alcanzar los objetivos de la organización. Las fases fundamentales son:
Los estilos de dirección definen la manera en que el líder interactúa con su equipo y gestiona las tareas:
Se caracteriza porque el jefe concede mayor atención a las necesidades de la actividad y descuida las necesidades de los miembros del grupo. Su requisito principal para lograr resultados es la disciplina. Considera a los miembros del grupo como órganos que cumplen la finalidad de ejecutar sus órdenes. La característica del grupo suele ser la pereza. Su principal exigencia consigo mismo es la energía y la firmeza. En la práctica, los miembros de los grupos dirigidos autoritariamente muestran comportamientos de frustración con reacciones de odio y agresiones fuertes, no contra el líder, sino contra otro miembro del grupo, mostrando desinterés y apatía.
Implica buscar un equilibrio entre las necesidades de la actividad y las necesidades individuales del grupo. Intenta realizar el objetivo del grupo contando con la participación de todos, discutiendo los procesos en el seno del grupo. Las relaciones entre los miembros son buenas y el trato mutuo es amistoso. El rendimiento era ligeramente inferior al autoritario, pero más original debido a la libre creatividad.
El líder facilita la información necesaria para la toma de decisiones sin hacer valer su autoridad. Las decisiones de planificación y organización se dejan al grupo. El líder no toma parte en la ejecución de las actividades. Este grupo se mostró como el menos productivo de todos, caracterizado por la improductividad y las rivalidades.
Mantiene con los subordinados una relación similar a la de padre e hijo. La dirección se preocupa de los problemas profesionales e intenta que los trabajadores se sientan bien en el desempeño de su trabajo. La dirección también se interesa por su situación personal.
Busca la eficiencia dando más importancia a los objetivos formales que a los reales, lo que origina:
La capacidad de liderazgo es esencial para quienes deben aprovechar al máximo el potencial del equipo. Es una cualidad que distingue a una persona del resto y es una parte importante de la función de la dirección.
Tanto el líder como el directivo han de estar dotados de capacidad de influencia sobre sus colaboradores. Ambos ejercen funciones de liderazgo y, aunque no todo líder es un directivo, todo directivo tiene que tener algo de líder.
Es posible reconocer los estilos de liderazgo más efectivos basándose en dos intereses fundamentales:
El éxito o el fracaso de un directivo depende en gran parte del entorno donde se desarrolla su actividad. Las variables clave son:
La variable más importante para asegurar el éxito del directivo es la relación entre el jefe y los subordinados.
Existen dos comportamientos relevantes en toda actividad de dirección:
La teoría del liderazgo situacional se basa en la interrelación existente entre estos cuatro factores:
Los dos primeros factores (dirección y apoyo) ya han sido analizados en el comportamiento de tarea y relación.
La madurez profesional puede ser entendida desde una doble dimensión:
Estos estilos combinan el comportamiento de tarea y el comportamiento de relación, adaptándose al nivel de madurez del subordinado:
Corresponde al nivel M1 (no sabe, no quiere). Estos trabajadores necesitan directrices claras y concretas, ya que no tienen conocimientos y no están dispuestos a asumir la responsabilidad de hacer una tarea determinada.
Corresponde al nivel M2 (no sabe pero quiere). Los trabajadores que no son capaces pero están dispuestos a aceptar responsabilidades precisan de un comportamiento de apoyo que los refuerce.
Corresponde al nivel M3 (sabe pero no quiere). El subordinado tiene capacidad de hacer, pero le falta confianza en sí mismo o la motivación adecuada.
Corresponde al nivel M4 (sabe y quiere). Son personas psicológicamente maduras y no necesitan conductas de apoyo por parte del directivo. La delegación y la autonomía les suponen una recompensa.
Hay que saber en qué nivel de madurez se encuentra el subordinado para llevar a cabo una tarea específica.
Una vez delimitado el nivel de madurez laboral, se debe identificar el estilo de dirección apropiado. La jefa debería aplicar el estilo de dirección pasando más tiempo con su secretaria, indicándole qué debe hacer, cómo, cuándo y por qué.
Utilizar únicamente conductas de tarea que permitan al subordinado conocer a través del jefe la actividad que ha de desarrollar. Reducir ligeramente la conducta de tarea. El aumento de madurez profesional en la realización de una tarea debe verse compensado mediante un mayor refuerzo positivo. Cualquiera que sea el nivel de madurez del individuo o grupo, pueden producirse cambios.
La madurez profesional determina la base de poder que el jefe debe emplear para inducir un determinado comportamiento al trabajador.
