Portada » Economía » Fundamentos de Estrategia y Competitividad Empresarial
El país en el que opera una empresa actúa como un entorno que puede favorecer o dificultar su desarrollo competitivo. Las condiciones nacionales, como el capital social, el nivel institucional, la educación, la cultura empresarial o las políticas públicas, crean una atmósfera que puede facilitar la actividad empresarial. No obstante, estas condiciones no determinan de manera absoluta el éxito de las empresas. En países como Alemania o Estados Unidos se encuentran sectores muy competitivos gracias a estos factores, pero no todas las empresas que allí operan lo son, al igual que algunas empresas de países con condiciones más desfavorables pueden alcanzar el éxito mediante estrategias acertadas. Por tanto, el entorno nacional ofrece unas condiciones que pueden ser aprovechadas o compensadas de manera estratégica por las empresas.
El Modelo del Diamante de Porter identifica los elementos que hacen a una nación o región más competitiva en determinadas industrias. Este modelo se basa en:
Además, se consideran el papel del gobierno como regulador, comprador y promotor, así como el azar, es decir, eventos imprevisibles que alteran el entorno. La interacción de todos estos elementos genera un entorno dinámico que estimula la eficiencia y la innovación.
Los clústeres o sistemas productivos son concentraciones geográficas de empresas e instituciones vinculadas a una actividad dominante. No solo incluyen empresas del mismo sector, sino también proveedores, centros de formación, asociaciones empresariales y entidades financieras. Estas agrupaciones permiten:
Un clúster completo e innovador mejora la competitividad de sus miembros, mientras que uno poco innovador o demasiado dependiente de una sola actividad corre el riesgo de entrar en declive.
El análisis interno de la empresa permite identificar sus recursos, capacidades y debilidades. Este análisis se estructura en:
También se consideran elementos intangibles como la cultura organizativa, el clima laboral, el estilo directivo, los conocimientos acumulados y las relaciones con clientes y proveedores. Conocer todos estos elementos permite a la empresa determinar si tiene capacidad para aprovechar oportunidades o enfrentar amenazas y formular una estrategia coherente.
El benchmarking es una técnica que consiste en observar, analizar e imitar las mejores prácticas de otras empresas líderes, tanto del mismo sector como de otros. Esta técnica permite mejorar procesos, productos o servicios mediante la comparación con estándares de excelencia. Sin embargo, presenta ciertas limitaciones como la falta de acceso a información clave, la imposibilidad de replicar activos intangibles (como la reputación o la cultura) y las diferencias estructurales entre empresas. Para superar estas barreras, las empresas pueden contratar personal procedente de las compañías que se desean imitar, establecer alianzas estratégicas, adquirir esas empresas o formar al personal con proveedores especializados.
Las economías de escala se producen cuando una empresa puede reducir su coste unitario al aumentar el volumen de producción. Esto se debe a la absorción de costes fijos, a mejores condiciones de compra por volumen, a la especialización del trabajo y a una mayor eficiencia en los procesos. Por su parte, la estructura de costes se refiere a la proporción entre costes fijos y variables. Una empresa puede tener una estructura de costes eficiente sin generar economías de escala. Mientras que la estructura de costes depende del diseño operativo, las economías de escala requieren crecimiento y volumen de actividad.
El endeudamiento estratégico permite a las empresas financiar proyectos de inversión, aumentar su capacidad productiva, adquirir activos o expandirse a nuevos mercados sin recurrir a recursos propios. Si la rentabilidad de la inversión es superior al coste de la deuda, se mejora la rentabilidad financiera a través del apalancamiento positivo. No obstante, también se incrementa el riesgo financiero, por lo que es fundamental que el endeudamiento esté alineado con la capacidad de pago, los márgenes de beneficio, la estabilidad de ingresos y los objetivos estratégicos. Además, permite mantener el control de la empresa al evitar la entrada de nuevos socios.
La cadena de valor es una herramienta que descompone todas las actividades que realiza una empresa para entregar un producto o servicio al cliente, desde la obtención de materias primas hasta la atención postventa. Este análisis permite identificar qué actividades aportan más valor, cuáles generan mayor coste, cuáles deben realizarse internamente y cuáles pueden externalizarse, y cómo se interrelacionan entre sí. En función de este análisis, la empresa puede orientar su estrategia hacia la integración vertical, la diferenciación, la reducción de costes o la innovación en procesos. Determinar la estrategia a partir de la cadena de valor implica focalizarse en las actividades clave que permiten diferenciarse y aportar más valor al cliente.
La estrategia de liderazgo en costes busca que la empresa sea la más eficiente del sector, con unos costes más bajos que los de sus competidores. Esto le permite ofrecer precios más bajos, atraer a clientes sensibles al precio o mantener precios y obtener mayores márgenes de beneficio. Para lograrlo, se basa en:
Esta estrategia es especialmente adecuada para mercados muy competitivos y homogéneos, pero exige una vigilancia constante de la eficiencia y la posibilidad de mantener esa ventaja en el tiempo.
Los objetivos empresariales pueden ser financieros y no financieros.
Para que estos objetivos sean útiles, deben estar alineados con el análisis interno y externo, ser claros, medibles, exigentes pero alcanzables, desagregados por áreas, contemplar tanto el corto como el largo plazo y estar bien comunicados a toda la organización. Además, deben contar con la implicación de los trabajadores en su diseño y con un sistema de seguimiento e incentivos adecuados.
La localización de una empresa afecta directamente a su competitividad. Estar situada en un entorno con buenas infraestructuras, proximidad a proveedores y clientes, disponibilidad de talento, servicios especializados, redes de colaboración y un ecosistema empresarial dinámico ofrece múltiples ventajas. Estas incluyen:
Las empresas, por tanto, no compiten solo entre sí, sino también entre localizaciones, por lo que deben elegir su ubicación en coherencia con su estrategia competitiva.
El crecimiento de la empresa puede ser interno o externo.
La elección de una u otra vía depende de los recursos disponibles, la urgencia del crecimiento, el entorno competitivo y los objetivos estratégicos de la empresa.