Portada » Filosofía » Filosofía Política: Poder, Sociedad y Formas de Estado
La política define dos aspectos distintos de nuestra forma social de vivir:
Los griegos pensaban que las personas necesitan vivir en sociedad porque no podemos vivir solos. Gracias al lenguaje, nos organizamos en grupos como la familia o el Estado.
La sociedad nos forma: nos enseña quiénes somos, cómo pensar y qué valores tener.
Para Aristóteles, el objetivo de vivir juntos en una ciudad era vivir bien y ser felices. Por eso, la política (cómo organizamos la sociedad) es muy importante: debe resolver los problemas entre personas y lograr que haya libertad, igualdad y justicia para todos.
Tanto la capacidad para limitar las acciones como la ventaja social que otorga el poder se ejercen de estas tres formas:
Algunos sofistas dudaron del origen natural de la sociedad, distinguiendo entre naturaleza humana y lo convencional. Agustín de Hipona formuló una teoría sobre el origen sobrenatural de la sociedad: los seres humanos buscan la salvación; sin embargo, tras el pecado original, por su egoísmo, están forzados a organizar sus intereses en la sociedad. Los contractualistas modernos ven la sociedad como fruto de un pacto para organizarnos, pues es imposible vivir alejados de la sociedad, en un hipotético estado de naturaleza.
En el estado de naturaleza reina la ley del más fuerte y el “todos contra todos”. La razón mueve a establecer un contrato social y superar la situación salvaje. Para conseguir la paz en la sociedad, se ha de dejar la seguridad en manos de un soberano absoluto, que garantice el orden social y la vida de sus súbditos. Estos ceden sus derechos a cambio de su vida al absolutismo.
Locke defendió las libertades individuales y la capacidad del ser humano de forjarse su futuro. La razón nos descubre que los seres humanos poseemos algunos derechos: el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad fruto de nuestro trabajo y a actuar contra los abusos que podamos sufrir. Estas condiciones crean la sociedad. El problema reside en que el estado de naturaleza es inseguro, por lo que el derecho de venganza se cede al Estado. El contrato es temporal y tiene como contrapartida el deber del Estado de constituirse en un sistema parlamentario, ya que la ley no puede ser arbitraria. Para garantizar el uso razonable de la autoridad, Locke propone que el poder se divida en legislativo, ejecutivo y federativo. Si el poder no cumple el contrato social, la ciudadanía tiene el derecho legítimo a la rebelión. Montesquieu, siguiendo a Locke, aportó la idea de división de poderes.
Rousseau cuestiona las supuestas dificultades del estado de naturaleza. El ser humano no es malvado antes de la sociedad: busca su supervivencia a través de un sano amor de sí, y respeta a sus congéneres gracias a la compasión; es un “buen salvaje”. El problema llega con la civilización, que introduce la propiedad privada y la desigualdad. Explora cómo podría darse un pacto que recuperase lo mejor del estado de naturaleza, la igualdad entre sus miembros, reconociendo ciudadanos de pleno derecho. Para ello, todos deben ceder sus derechos en aras de un interés general, que los representa en su contrato social: la voluntad general.
El Liberalismo es un movimiento económico, filosófico y político que postula el respeto a las libertades individuales. John Stuart Mill defiende la libertad entendida como individualidad. Su idea de gobierno refleja el ideal del Estado Liberal: un gobierno democrático, participativo y plural, con división de poderes y sin excesiva burocracia y, especialmente, respetuoso con la libertad para los asuntos privados, interviniendo solo cuando puede dañar a otros. La finalidad es promover el bien de la ciudadanía y el desarrollo intelectual y moral a través de la educación. Aunque se pronuncia a favor del sufragio universal, propone una fórmula elitista, al otorgar más peso al voto de las personas con mayor cualificación profesional. El Liberalismo defiende el capitalismo, el derecho de disponer de la propiedad. El orden natural nos lleva a la competencia y al capitalismo: los intercambios se rigen por el “mutuo egoísmo”, que genera una negociación “natural” en la que se llega a un equilibrio. El mercado tiene una “mano invisible” y llega por sí mismo a un equilibrio de oferta y demanda, por lo que el Estado “debe dejar hacer”. Se propone un Estado mínimo, que garantice las libertades civiles sin interferir en la economía.
Para Marx y Engels, la sociedad capitalista es injusta. Los modos de producción provocan desigualdad y el origen de esta recae en la propiedad privada. En todas las épocas hay una estructura económica: una forma de trabajar y unos poseedores de los medios de producción; y al mismo tiempo una superestructura, un conjunto de leyes, ideas y una organización del Estado que son ideología. Marx afirma que siempre ha existido una “lucha de clases”: cada sistema económico tiene en esta tensión una contradicción interna que se resuelve mediante una revolución en la que se cambia el sistema. El problema es que no elimina las relaciones de dominio, por lo que los seres humanos sufren de alienación. Estar alienado es no disponer de los frutos del trabajo, estar “dormido” por la ideología dominante o la religión. La propuesta del socialismo científico era terminar con la explotación constante, tras adquirir conciencia de clase y producir una revolución social que se puede conseguir en estas tres fases: El Marxismo ha derivado en la llamada Socialdemocracia: el gobierno de partidos socialistas cuya finalidad es conseguir el Estado de Bienestar dentro del sistema capitalista, estableciendo justicia social.
Esta ideología sitúa la injusticia en el poder que domina al individuo y rechaza al Estado porque lo considera una institución represora y que coarta la libertad individual con violencia. Los seres humanos somos bondadosos por naturaleza y no hay un contrato social, sino que el Estado aplasta con su poder al individuo. Proponen soluciones como comunidades autogestionadas, en las que el individuo dispone de todos los medios de producción y se respeta la libertad individual, generándose solidaridad y ayuda mutua.
Los Totalitarismos son movimientos que se adueñaron del gobierno por la fuerza y convirtieron al Estado en un poder absoluto. Movimientos de tipo fascista (Nazismo, Franquismo) y de orientación comunista (Estalinismo) coincidieron en concentrar el poder en un líder y un partido único, en la exaltación de la violencia y la militarización de la vida civil, y compartieron una visión única y excluyente del bien común que anuló libertades civiles y generó episodios de violencia.
Filósofo | Estado de Naturaleza | Pacto Social | Forma de Gobierno |
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Hobbes | Somos malvados, no podemos garantizar la supervivencia. | Cesión de todos los derechos al Estado a cambio de seguridad. | Régimen absolutista. |
Locke | Poseemos derechos naturales: vida, libertad, propiedad. | Cesión del derecho de venganza por protección jurídica y libertad. | Sistema parlamentario con división de poderes. |
Rousseau | Somos bondadosos. Nos corrompe el lujo y la propiedad privada. | Renuncia al interés individual en aras del colectivo: preserva la igualdad. | Democracia: soberanía popular y voluntad general. |