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Si el gran Otro designa el lugar del tesoro de los significantes, es también el lugar a partir del cual se origina el deseo del sujeto. Este sitio (Otro) es ocupado, en general, por la madre, dice Lacan. En este advenimiento del sujeto, a partir del Otro, el objeto “a” está en el centro de la partida.
En sus Escritos 1, sobre la etapa del espejo, Lacan nos habla que, con la intervención del Otro, el niño logra reconocerse en la imagen especular, siente fascinación, júbilo; y, se identifica con la imagen.
En la disolución del Complejo de Edipo, Freud señala que las tendencias libidinosas del niño quedan, por una parte, desexualizadas y sublimadas, cosa que sucede probablemente en toda transformación en identificación; y, por otra parte, inhibidas en cuanto a su fin, y transformadas en tendencias sentimentales.
En cuanto al Esquema R, Lacan indica que es preciso que el niño pierda el falo imaginario, o sea, por lo menos que esté amenazado de ser privado de ello, para que reciba el falo simbólico de su padre, bajo la forma de identificación significante.
El psicoanálisis de Freud ha revelado en el niño pulsiones (genitales), cuyo apogeo se sitúa en el cuarto año de edad. Al fijar el niño, a través de un deseo sexual, su interés sobre el objeto más cercano (que tiene presente y que se interesa por él), estas pulsiones constituyen el punto de inicio del complejo de Edipo.
La falta de objeto es el propio motor de la relación del sujeto con el mundo. Lacan dirá que el sujeto mira al mundo a través de esa ventana, constituida por aquel objeto que falta. Por ello, es el fantasma aquel que enmarca la realidad.
Respecto del Edipo en la niña, Freud indica que, frente al reconocimiento de la castración, existen tres salidas posibles al complejo. Una de estas es la actitud femenina, o sea cuando la niña acepta la castración como un hecho consumado, conservando en el inconsciente el deseo (intensamente cargado) de tener un hijo, lo cual la ayuda a prepararse para su ulterior papel sexual.
En cuanto al “Esquema óptico”, Lacan señala que la alienación radical del sujeto barrado ($) al pequeño otro (a’), que funda la captura narcisista del “Yo ideal”, proviene de la obligación que tiene el sujeto de pasar por la imagen especular para acceder a la imagen real. La regulación de la estructuración imaginaria se efectúa por la medición del registro simbólico, en este caso, por el juego del Ideal del yo metaforizado por la inclinación del espejo.
Conceptos
Definiciones
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Se necesita de la presencia de otro que diga, que señale que aquella imagen en el espejo es él (el niño). Es así como el niño logra reconocerse en esa imagen. Pero más allá de eso, la manera de cómo el Otro lo mira y le habla (mirada y voz) va a influir en el investimento pulsional y amoroso que el niño realice sobre esa imagen, como una imagen perfecta, como una imagen completa. Va a sentir fascinación y la va a coger para identificarse, formando así su YO IDEAL.
Luego de que el niño comprende que eso que la madre ama en él es un término que está más allá de él, es ahí cuando será necesario que un cuarto elemento, el agente de la castración, el padre, intervenga para separar al niño de una identificación con el falo imaginario de la madre. Este cuarto elemento inscribe una pérdida de goce y permite una interpretación en términos de significación fálica para responder por el deseo de la Madre. Y al no poder situarse en el lugar exacto como objeto de deseo de la madre, va a pasar de un estado de asujeto al de sujeto, convirtiéndose así en un ser deseante.
1. Respecto de la función del “Grafo del deseo”, Lacan señala que éste “nos serviría aquí para presentar dónde se sitúa el deseo en relación con un sujeto definido a través de su articulación por el significante”.
Lacan, en «La significación del falo», plantea las características de la demanda, la cual en sí se refiere a otra cosa que a las satisfacciones que reclama; tiene que ver, más bien, con una presencia o una ausencia. Cosa que manifiesta la relación primordial con la madre, por estar preñada de ese Otro que ha de situarse más acá de las necesidades que puede colmar. A su vez, en la clase del 4 de Diciembre del ’57, del Seminario V, sobre este concepto dice: «Es ese algo de una necesidad que pasa por medio del significante y que está dirigido al Otro».
El Seminario 22, Lacan entrega una primera localización del trío freudiano de la «Inhibición, el síntoma y la angustia», en relación con los tres registros. Así, el síntoma se sitúa como efecto de lo simbólico en lo real.
Para Lacan, la instauración del sujeto necesita siempre de una pérdida de sentido, que quede siempre por interpretar; y, de vida (goce), que llama a su colmamiento bajo la forma de los objetos pulsionales.
El deseo, dice Lacan, no es ni el apetito de satisfacción, ni la demanda de amor; sino el resto, la diferencia que se produce al restarle a la demanda de amor la necesidad. Es efecto del hecho de haber ubicado una falta en el Otro, la castración en el Otro que deja un resto.
Lacan (1964) sitúa la posición del inconsciente y, por ende, del sujeto a partir de dos operaciones lógicas que hacen posible que éste se constituya: alienación y separación.
El “Otro que no tiene” (A) no es otro omnipotente: es un “Otro que no tiene”; pero, que da. Y, es de esta manera como Lacan define al amor, como el don de lo que no se tiene. Si se trata del don de lo que no se tiene, lo que se da es una falta. A nivel de la demanda de amor, entonces, el “Otro que no tiene” está castrado y es en el segundo piso del grafo que lo vamos a encontrar como:
En lo que respecta a los tres tiempos para armar el fantasma, en el primer momento lo real tiene que estar afuera, expulsado, mandado al exterior; lo cual, depende de que el sujeto haya hecho la primera identificación al lenguaje.
El bebé incorpora el lenguaje por vía de una función sin la cual moriría: se trata de la función materna. El Otro materno puede relacionarse con el falo de dos modos distintos. Uno de estos modos se refiere al falo como garante del taponamiento del agujero. En este, el niño mismo es degradado a aquello que dará encarnadura, al falo significante, a la categoría de:
A partir de la intervención de un cuarto término, puede hablarse del deseo del Otro. Si el niño no encuentra un apoyo (de separación) en este cuarto término, vemos surgir al menos dos soluciones. Una de estas soluciones se denomina imaginaria, la cual puede tener como salida el fetichismo.
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En el plano significante:
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Explique la relación entre los conceptos de “Alienación” y “Separación”, que elabora Lacan a partir de la teoría de los conjuntos.
En un principio, cuando el niño se identifica con el falo imaginario de la madre y se ubica como su objeto, pierde su ser y también la parte del sentido que es arrastrada por el ser; se encuentra en una relación de goce mutuo con la madre. Es ahí necesario la intervención de un cuarto término, del nombre del padre, para separar al niño de esa identificación y permitirlo constituirse como sujeto. El resultado de esta operación de separación es el objeto a, que es lo que permitirá al sujeto estar en constante búsqueda por llenar ese vacío, permitirá al sujeto devenir como deseante y ver la forma de hacer con la falta.