Portada » Psicología y Sociología » Explorando la Psicopatología y la Intervención Psicológica
Las variables psicológicas que definen a un individuo tienen una distribución normal en su población de referencia. Toda conducta, emoción o pensamiento que se separe de la normalidad se considera patología. Así podemos diferenciar una persona con estabilidad emocional de una neurótica o una capacidad alta con una de baja. Este criterio no es válido porque, ¿consideramos que todos los genios pensadores y artistas han sido y son trastornados?
El comportamiento anormal es consecuencia del funcionamiento imperfecto del organismo. ¿Hay alguna alteración del cerebro estructural o funcional? A pesar de su importancia, también hay que considerar los procesos influidos por factores psicosociales y ambientales.
Los estudios transculturales muestran que lo que es normal en una cultura puede ser anormal en otra.
Cada individuo debe saber cuál es su sufrimiento o su incapacidad para desarrollar su vida, pero este criterio tampoco es válido porque hay mucha gente que no quiere reconocer los síntomas.
Se considera que el trastorno mental es una enfermedad física más. Se buscan las causas biológicas de cualquier alteración, tanto si son genéticas, neurológicas o bioquímicas. Este modelo ha sido desarrollado por la psiquiatría, que trata única y exclusivamente el síntoma y no las causas de la enfermedad. El tratamiento se realiza fundamentalmente con fármacos.
Describe el comportamiento como un todo y las variables que influyen en la conducta anormal son tan variadas y complejas como las de la conducta normal. Los seguidores de este modelo conciben la terapia como una tarea educativa que consiste en enseñar a la persona a enfrentarse con sus dificultades y a adquirir más control sobre su vida.
Considera que la organización jerárquica de las disciplinas científicas se corresponde con los diferentes niveles de organización de la naturaleza, donde el nivel inferior es una parte del superior. Este modelo intenta explicar la complejidad de la conducta desde tres niveles: biológico, psicológico y social. Este modelo sirve más para describir la conducta anormal que para explicarla.
El término terapia viene del griego y significa ‘aquel que cuida de otra persona’. Hoy en día muchos creen que las dificultades psicológicas deben ser superadas por uno mismo con fuerza de voluntad, con el paso del tiempo, etc. La terapia es una relación de trabajo entre un terapeuta y un cliente para desarrollar formas más viables y satisfactorias de estar en el mundo. Un terapeuta se preocupa de las conductas observables, de las relaciones interpersonales, las expresiones afectivas, los estilos cognitivos, las estrategias para afrontar los problemas o los bloqueos que impiden tener el control de la propia vida y el cambio personal. Con diferentes métodos y técnicas, el terapeuta ayuda a resolver problemas personales, buscar nuevas alternativas y tener una visión más realista de uno mismo.
Keinke destaca varios objetivos:
Algunos problemas son producidos por baja autoestima, falta de habilidades sociales, falta de toma de decisiones. Se debe enseñar a superar los problemas como desafíos y no como amenazas.
Ayudar a la persona a que haga lo que teme, que se exponga a las situaciones que le provocan ansiedad.
Los terapeutas de orientación cognitiva enseñan a ser conscientes de las propias distorsiones e ideas irracionales que perturban el estado emocional.
Hay dos tareas importantes para alcanzar la madurez personal: la primera es saber aceptar las cosas que no podemos cambiar y luchar para intentar transformar las que podemos. La segunda es tener criterios realistas para adecuar las propias expectativas e intereses a la realidad.
La psicoterapia nace a finales del siglo XIX con el psicoanálisis de Freud. Las tres técnicas básicas que realiza son:
Se utiliza para descubrir el inconsciente. El paciente informa al analista de sus pensamientos y recuerdos por triviales que parezcan. Esto facilita la aparición de recuerdos y deseos reprimidos, además de la aceptación consciente de estos recuerdos.
Los impulsos se manifiestan en el sueño pero con formas distorsionadas.
Para Freud, la repetición de la experiencia pasada, vivida emotivamente durante el análisis, permite que el paciente transfiera al analista la hostilidad, el afecto o la culpa que sintió en otras épocas hacia sus padres u otras personas significativas. De esta manera el paciente descarga las tensiones y el analista le hará comprender que estos sentimientos infantiles ya no están presentes en su vida adulta.