Durante este periodo, podemos hacer referencia a dos grandes fenómenos que hacen ganar relevancia a los sindicatos:

Por otra parte, surgió el fascismo, abogando por la integración social y la ausencia de enfrentamiento alguno en la sociedad. Triunfó en Austria, Alemania, Portugal, España e Italia. En el resto de países, triunfó el modelo de organización taylorista y, de la mano, trajo a los sindicatos de masas, que son sindicatos más generales. Los sindicatos de masas supusieron el establecimiento de las negociaciones colectivas, la homogeneidad de las condiciones de trabajo y también conllevó que el empresariado reconociera a los sindicatos como interlocutor para negociar. Así, los sindicatos formaron los intereses colectivos para tener claro qué defender.
Con el advenimiento del modelo taylorista, la «revolución» pasó a la historia.

Estado de bienestar: Fue clave para la entronización de los sindicatos dentro de la esfera política. El Estado de bienestar persigue disminuir la desigualdad social; en este propósito, un mecanismo esencial es la regulación de las condiciones de trabajo.