Portada » Historia » España Contemporánea: Crisis del Franquismo, Transición y Renovación Literaria
En 1973, el almirante Carrero Blanco fue nombrado Presidente del Gobierno. Dentro del régimen existían dos tendencias claramente diferenciadas:
En 1970 se inició el «proceso de Burgos«, un juicio sumarísimo contra dieciséis miembros de ETA, de los cuales nueve fueron condenados a muerte. Las protestas masivas, la presión internacional y el secuestro por parte de ETA del cónsul alemán en San Sebastián hicieron claudicar a Franco, quien conmutó las penas de muerte por cadena perpetua.
Paralelamente, estallaron escándalos de corrupción como el asunto MATESA, relacionado con la concesión de subvenciones fraudulentas a una empresa para la exportación. La oposición universitaria y obrera desbordaba al régimen, que respondía con una dura represión, incluyendo detenciones, interrogatorios y torturas a manos de la «Brigada Político-Social».
En 1973, surgió una nueva organización armada: el «Frente Revolucionario Antifascista y Patriota» (FRAP), que cometió su primer atentado en Madrid. Franco, ya anciano, separó la Jefatura del Estado de la del Gobierno. El nuevo Presidente del Gobierno, Carrero Blanco, formó un gabinete con miembros del Opus Dei y franquistas puros, nombrando a Carlos Arias Navarro como ministro de Gobernación.
El 20 de noviembre de 1973, Carrero Blanco murió víctima de un atentado perpetrado por ETA en Madrid. Este suceso disparó la lucha interna entre los sectores del régimen por controlar la sucesión. El nombramiento de Arias Navarro, del sector inmovilista, como nuevo presidente, fue un intento de equilibrio. Nombró a aperturistas como Pío Cabanillas, quien liberalizó la prensa, pero Franco pronto lo cesó, provocando la dimisión de otros ministros. Arias Navarro quedó así prisionero del «búnker».
En julio de 1974, Franco fue hospitalizado y cedió temporalmente sus poderes al príncipe Juan Carlos. Aunque se recuperó, su declive físico era evidente. Mientras tanto, miembros de ETA y del FRAP fueron juzgados y doce de ellos condenados a muerte.
En el Sáhara Occidental, estalló un conflicto cuando el rey Hassan II de Marruecos amenazó con una invasión popular, la «Marcha Verde«, si España no le cedía el territorio. El gobierno español capituló y entregó el Sáhara español a Marruecos y Mauritania, violando el mandato de la ONU.
En 1975, el gobierno de Arias Navarro se encontraba aislado: abandonado por los aperturistas, acosado por una oposición cada vez más organizada y un terrorismo más activo. El 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco murió y Juan Carlos I asumió la Jefatura del Estado como rey, iniciando un proceso de transición hacia la democracia de forma legal y pacífica.
Los principales apoyos del régimen fueron la clase dirigente, la aristocracia, los terratenientes, los grandes empresarios y las altas jerarquías del clero y el ejército, a los que se unieron falangistas y tecnócratas. Sin embargo, la clase media desarrollaba una mentalidad más abierta y dinámica. El movimiento obrero, con la creación en los años 60 de Comisiones Obreras (CCOO), controladas por el Partido Comunista (PC), se infiltró en las fábricas y fue duramente perseguido. La protesta estudiantil, inicialmente un movimiento burgués y apolítico, también se radicalizó. Los jóvenes adoptaron gustos y modas europeas y norteamericanas, distanciándose de los valores del régimen.
El final del franquismo se vio acelerado por la ruptura entre el mundo de la cultura y los valores impuestos por el régimen. A pesar de la censura y el adoctrinamiento en el sistema educativo, la Ley de Prensa de 1966 permitió la aparición de nuevas revistas, diarios y editoriales. La Ley General de Educación dio paso a la coeducación en la escuela pública, un cambio significativo en la mentalidad de la época.
El primer gobierno tras la muerte de Franco fue presidido por Arias Navarro e incluyó a figuras reformistas como Manuel Fraga, José María de Areilza y Antonio Garrigues. El rey Juan Carlos I nombró a Torcuato Fernández-Miranda como presidente de las Cortes, una figura clave para la reforma desde la legalidad franquista.
La oposición democrática (socialistas, comunistas, nacionalistas y democristianos), tanto dentro como fuera de España, exigía una ruptura democrática basada en la amnistía política, la legalización de todos los partidos políticos, sindicatos libres y la convocatoria de elecciones libres.
En un movimiento decisivo, el rey nombró a Adolfo Suárez Presidente del Gobierno. Suárez, un hombre del régimen, inició un audaz proceso para desmantelar las estructuras franquistas y establecer una democracia. Mantuvo contactos con líderes de la oposición como Felipe González (PSOE) y Santiago Carrillo (PCE).
En 1976, Suárez presentó el Proyecto de Ley para la Reforma Política, que fue aprobado por las Cortes franquistas y sometido a referéndum el 15 de diciembre de 1976, obteniendo un apoyo masivo. Sin embargo, la tensión era máxima. El 24 de enero de 1977, terroristas de ultraderecha asesinaron a cinco abogados laboralistas en su despacho de la calle Atocha en Madrid. En este clima, Suárez se reunió con Carrillo y, a cambio de la legalización del PCE, este aceptó la monarquía y la bandera bicolor, ofreciendo cooperación. El 9 de abril de 1977, Sábado Santo, Suárez anunció por sorpresa la legalización del Partido Comunista de España.
Las primeras elecciones democráticas se celebraron el 15 de junio de 1977, con la victoria del partido de Adolfo Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD).
Las nuevas Cortes elaboraron una Constitución, que fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978 con un 88% de votos a favor. Sus principios fundamentales son:
El gobierno de la UCD (1977-1981) tuvo que hacer frente a una grave crisis económica y una alta conflictividad social. La situación económica se había deteriorado desde la crisis del petróleo de 1973, y en 1977 la inflación alcanzaba el 40%. Para atajarla, se firmaron los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977) entre el gobierno y los principales partidos, estableciendo medidas para luchar contra la inflación, una reforma fiscal y el aumento de las prestaciones de la Seguridad Social.
Suárez convocó elecciones generales en marzo de 1979, en las que la UCD obtuvo de nuevo la victoria. Sin embargo, la estabilidad se vio amenazada por el golpismo. En noviembre de 1978 se desmontó la «Operación Galaxia«, un plan golpista que intentaba detener las reformas políticas.
En 1981, estalló una grave crisis política dentro de la UCD, y Suárez presentó su dimisión. Durante la votación de investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo, un grupo de militares protagonizó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 (23-F). Más de 200 guardias civiles, dirigidos por el teniente coronel Tejero, ocuparon y secuestraron el Congreso de los Diputados. La intervención del rey Juan Carlos I fue crucial para que el golpe fracasara.
La crisis en la UCD se acentuó cuando el ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, impulsó la Ley del divorcio. El partido se fragmentó definitivamente, y en las elecciones generales del 28 de octubre de 1982, el PSOE obtuvo una histórica victoria con mayoría absoluta.
Tras el fallido golpe del 23-F y la desintegración de la UCD (algunos de sus miembros ingresaron en el PSOE o en Alianza Popular, mientras que Suárez fundó un nuevo partido, el Centro Democrático y Social – CDS), la victoria del PSOE el 28 de octubre de 1982 con mayoría absoluta permitió a Felipe González llevar a cabo una profunda política de modernización de España.
En el plano económico, se luchó contra la inflación y el paro, que se incrementó debido a una dura reconversión industrial que forzó el cierre de empresas no competitivas. Esto generó un gran descontento entre los trabajadores, que culminó en la huelga general del 14 de diciembre de 1988, que paralizó el país.
El terrorismo de ETA, que no aceptó el nuevo sistema político ni el estatuto de autonomía vasco y perseguía la independencia de Euskal Herria, se convirtió en el mayor problema para la democracia. Para combatirlo, se crearon los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), un grupo terrorista que atentó contra miembros de ETA en el sur de Francia. Gracias a un acuerdo de colaboración entre España y Francia (1984), la lucha contra ETA recibió un impulso decisivo. En 1989, el gobierno intentó una negociación con la banda terrorista (conversaciones de Argel), que finalmente fracasó.
Aunque el PSOE se había opuesto inicialmente, se mantuvo la integración de España en la OTAN, aprobada por el gobierno de UCD. El 12 de junio de 1985 se firmó el tratado de adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), que se hizo efectiva el 1 de enero de 1986.
Desde 1990, el gobierno socialista sufrió un gran descrédito tras destaparse escándalos que implicaban a altos dirigentes del PSOE: financiación irregular del partido, enriquecimiento ilegal, escuchas telefónicas (caso CESID) e incluso la «guerra sucia» contra ETA (el caso GAL). El clima político se crispó enormemente entre el PSOE y el Partido Popular (PP). Finalmente, Convergència i Unió (CIU) retiró su apoyo parlamentario al PSOE, forzando la convocatoria de elecciones.
Las siguientes elecciones dieron la victoria al PP de José María Aznar. Sus años de gobierno estuvieron marcados por una eficaz política económica de orientación neoliberal, que redujo el gasto público en beneficio de la actividad privada y preparó al país para la entrada en la moneda única, el euro. El problema del terrorismo se acentuó tras el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco en el verano de 1997. Como respuesta, el PNV y otras organizaciones nacionalistas vascas firmaron en septiembre de 1998 el Acuerdo de Lizarra, buscando una solución al conflicto vasco. En el año 2000, ante el aumento de los atentados, el PP y el PSOE firmaron el «Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo».
Los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 en la estación de Atocha, días antes de las elecciones generales, provocaron un cambio en el voto. Se consideró al gobierno responsable por su participación en la guerra de Irak, lo que llevó a la victoria del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
En las últimas décadas, la sociedad española ha adoptado pautas culturales, valores y comportamientos propios de las sociedades democráticas occidentales. Las dificultades económicas del periodo 1974-1986 y el inicio de un proceso de envejecimiento de la población modificaron el concepto tradicional de familia. También cambió la actitud ante la religión y se consolidó un creciente protagonismo femenino en todos los ámbitos. En literatura, dos autores recibieron el Premio Nobel: Vicente Aleixandre y Camilo José Cela. La cultura se descentralizó y se renovó generacionalmente en todas las artes.
Tras la Guerra Civil (1936-1939), Franco se erigió como caudillo de España. Los años 40 estuvieron marcados por el aislamiento internacional, la pobreza y la represión política. En los años 50, se produjo el fin de este aislamiento. Durante los años 60, España experimentó un notable desarrollo económico, pero sin libertades políticas, una situación que se prolongó hasta la muerte de Franco en 1975 y el inicio de la democracia con la Constitución de 1978.
La novela de esta década supuso un renacer del realismo tradicional. La férrea censura prohibía ciertos temas y dificultaba la llegada de las obras de los autores en el exilio.
Esta corriente realista, influida por el neorrealismo italiano, se caracteriza por la denuncia social, aprovechando una relativa relajación de la censura.
Influida por los grandes renovadores europeos (Joyce, Proust, Faulkner, Kafka) e hispanoamericanos (García Márquez, Cortázar), esta corriente busca la renovación formal del género.
