Portada » Ciencias sociales » El Lenguaje Artístico, la Educación y la Creación: Perspectiva Sociocultural y Constructivista
«El arte y el hombre son indisociables. No hay arte sin hombre, pero quizá tampoco hombre sin arte. A través de él, el mundo se hace más inteligible y accesible, más familiar, ya que a través de él se manifiesta la propia cultura.
Las actividades humanas se clasifican generalmente en tres esferas:
Quizás la función más importante del arte sea la de lograr comunión, producir armonía en la personalidad, dar placer, reflejar la vida y la realidad, reflejar conflictos internos o sociales, estructurar la moral y desarrollar la capacidad creadora, base de todo nuevo descubrimiento científico que ayuda a satisfacer y mejorar la subsistencia. Esto se logra de acuerdo con la forma en que el arte recibe, expresa y comunica el contenido espiritual de manera objetiva.
El hombre, por medio del objeto de arte, satisface sus necesidades estéticas de conocimiento, manifiesta su ideología, su subjetividad, su visión de la realidad. El objeto de arte le permite objetivar el vínculo existente entre su personalidad, la estructura cultural de la época y el medio social al que pertenece, que de alguna manera lo condiciona, pero al que puede llegar a modificar (Stokoe, P. 1990; Terigi, F. 1998).
Estamos rodeados de infinidad de mensajes que involucran lo artístico. Algunos de ellos son directos y de fácil lectura, pero existen muchos otros donde subyacen diversos elementos de doble lectura, donde el significado y el significante se encuentran «alejados», donde subyacen diversos elementos ideológicos complejos que es necesario analizar, ya que están adheridos a valores culturales que no siempre coinciden con el tipo de sociedad que queremos.
En este sentido, se puede considerar al Arte como un medio específico del Conocimiento, ya que nos permite conocer, analizar e interpretar producciones estéticamente comunicables mediante los diferentes lenguajes simbólicos (corporales, sonoros, visuales, dramáticos, literarios). Y es aquí, por lo tanto, donde entran en juego los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Vygotsky plantea que la relación del individuo con su realidad exterior no es simplemente biológica, ya que por intermedio de la utilización de instrumentos adecuados puede extender su capacidad de acción sobre esa realidad. Entre estos instrumentos, le atribuye un lugar especial al lenguaje, que es el que permite al individuo actuar sobre la realidad a través de los otros y lo pone en contacto con el pensamiento de los demás, con la cultura, que influyen recíprocamente sobre él. De esta manera, puede afirmarse que el pensamiento, como las demás funciones psíquicas superiores, tiene un origen social. Son la consecuencia de una relación social y no el resultado del despliegue de las posibilidades de un individuo aislado.
Para Vygotsky, el lenguaje es el instrumento que regula el pensamiento y la acción. El niño, al asimilar las significaciones de los distintos símbolos lingüísticos que usa y su aplicación en la actividad práctica cotidiana, transforma cualitativamente su acción. El lenguaje, como instrumento de comunicación, se convierte en instrumento de acción.
El lenguaje, y a través de él la cultura, tienen una influencia decisiva en el desarrollo individual. El desarrollo de las conductas superiores es una consecuencia de la internalización de las pautas de relación con los demás. Por lo tanto, las posibilidades de aprendizaje pueden ser elevadas como consecuencia de la relación social. Aquí es importante diferenciar las posibilidades de aprendizaje que el niño es capaz de ejercer por sí solo, de las que podría desarrollar en un marco social adecuado, que es lo que Vygotsky denomina desarrollo potencial.
Tras las consideraciones realizadas desde el punto de vista vygotskiano, creo que el problema del conocimiento debe ser contemplado atendiendo a su génesis social, o sea, a las influencias que tienen sobre él las relaciones sociales. Estas relaciones se refieren sobre todo a las relaciones del mundo adulto, con la cultura adulta, capaz de proporcionar a los niños los estímulos y las enseñanzas adecuadas para el desarrollo de su pensamiento y, en general, de sus diferentes funciones psíquicas superiores.
Por lo tanto, retomando la definición de Arte como lenguaje (musical, corporal, plástico-visual, oral y escrito), elemento eminentemente social, es indispensable su inclusión en el proceso de aprendizaje, ya que a través de él el pensamiento individual se apropia de la cultura del grupo humano al que se pertenece y la acrecienta.
La concepción constructivista del ser humano supone la idea de que el sujeto cognitivo y social no es el mero producto del ambiente ni de la herencia, sino el resultado de un proceso dialéctico que involucra ambos aspectos. Por tanto, el conocimiento no es un reflejo del mundo sino una construcción elaborada por el sujeto en la que participan sus experiencias previas, la ideología, los saberes acumulados y las representaciones e imaginarios sociales. Cabe agregar que en esta epistemología, el acceso al conocimiento, su producción y comunicación no se limita a la palabra sino que se extiende al hacer en todas sus manifestaciones.
Desde la antigüedad, las artes han ocupado un espacio relevante en lo que se considera que debe formar parte de la educación del hombre.
Sin embargo, durante mucho tiempo el Arte, a través de la Educación Artística, ha ocupado un lugar periférico en los diseños curriculares en relación con otras áreas consideradas centrales. En diversos momentos se la ha tomado como un espacio dedicado al ocio, al entretenimiento, a la libre expresión de emociones y sensaciones, o a diversos intentos que le adjudicaban funciones de naturaleza terapéutica y de apoyo a las asignaturas «relevantes» a través del desarrollo de la motricidad.
Estas valorizaciones educativas se deben, en parte, a que a partir de la Modernidad la visión del Hombre y del Arte que presentó la sociedad occidental estuvo fuertemente impregnada por el pensamiento positivista. Esta postura fomentó la idea de que el único conocimiento válido era solo aquel que podía obtenerse a través del método de las ciencias, o sea, el conocimiento fáctico, empírico, observable. Esta visión, por lo tanto, relegó objetos de saber, como son los procesos psicológicos, ideológicos, culturales, sociales, que no podían ser totalmente observados ni controlados experimentalmente y, por lo tanto, no alcanzaban el grado de cientificidad requerido.
Las disciplinas artísticas incluyen la Expresión Corporal, Plástica y Teatro (esta última, si bien no se plantea explícitamente en los documentos curriculares para el Nivel Inicial, en la práctica se la utiliza permanentemente). Estos conocimientos son necesarios para acceder a las distintas experiencias creativas existentes y, por lo tanto, saberse capaces y con derecho a disfrutarlas y también a producirlas.
Desde una perspectiva escolar, como fundamento teórico del Área Artística, podemos tomar la teoría de la «Educación por el Arte», sustentada por Herbert Read. Esta propone no hacer de todos los individuos artistas, sino acercarles los lenguajes de las disciplinas artísticas que les permitan nuevos y distintos modos de comunicación y expresión, desarrollando las competencias individuales interrelacionadas con lo social, a través de la sensibilización, la experimentación, la imaginación y la creatividad. Se busca formar un pueblo que practique y disfrute actividades artísticas, hechos creativos, es decir, reivindicar los lenguajes artísticos como formas estéticas de comunicación entre los hombres (Stokoe, 1990).
El hecho creativo es el resultado de una serie de simbolizaciones, vivencias y asimilaciones de conocimientos; es una síntesis de componentes cognitivos, afectivos, sociales e imaginativos. Sin aprendizaje no hay creatividad posible, lo cual le otorga un claro valor educativo.
Sin embargo, la actividad creadora muchas veces no es considerada en nuestro sistema educativo como una actividad apropiada para el desarrollo de los aprendizajes en el aula, ya que la mayoría de las personas creen que la creatividad o la creación es un «don» privativo de algunos elegidos a los cuales se los encuadra dentro de la categoría de artistas, talentos, descubridores, genios, etc.
Puede afirmarse que esto no es así, y para sustentarlo me remitiré a las palabras de L. S. Vygotsky: «Llamamos actividad creadora a toda realización humana creadora de algo nuevo, ya se trate de reflejos de algún objeto del mundo exterior, ya de determinadas construcciones del cerebro o del sentimiento que viven y se manifiestan solo en el propio ser humano». Toda actividad creadora posee como base a la imaginación que se encuentra manifestada por igual en los aspectos culturales, científicos o técnicos de la vida del Hombre. Todo lo que no tenga que ver con el mundo de la naturaleza y sí con el de la cultura es el resultado de la imaginación y de la creación humana. Por lo tanto, todos los seres humanos poseemos capacidad para la creación.
Se distinguen dos tipos básicos de impulsos: repetir normas de conducta ya creadas y elaboradas, y volver a vivir experiencias pasadas. Pero, si nuestro cerebro se limitara a conservar experiencias anteriores, el hombre no sería capaz de tener una reacción adaptadora ante cualquier cambio que se produjese en su medio ambiente. Sabemos que esto no es así, por lo tanto, se puede decir entonces que, junto a esta función memorizadora, el cerebro posee otro impulso, otra función que es la que combina y crea:
«Pertenece a la función creadora o combinadora. El cerebro no se limita a ser un órgano capaz de conservar o reproducir nuestras pasadas experiencias, es también un órgano combinador, creador. Es la actividad creadora del hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, un ser que contribuye a crear y que modifica su presente.»
A través de dramatizaciones, teatros de sombras, mimos, modelados, musicalizaciones, etc., los niños reproducen mucho de lo que ven, pero no se limitan a recordar experiencias vividas, sino que las reelaboran creativamente, construyendo de esta manera, a través de distintas combinaciones, otras nuevas.
Cabe aclarar que la combinación creadora no se da natural ni repentinamente. A cada etapa evolutiva le corresponde una forma de creación que le es propia y que está directamente relacionada con la experiencia acumulada. Por eso es falso suponer que los niños poseen mayor imaginación o creatividad que los adultos. Esto se justifica simplemente porque los niños han vivido menos tiempo que los adultos y, por lo tanto, poseen menor cantidad de experiencias que les permitan desarrollar su creatividad.
Lo que sí puede afirmarse es que la actividad creativa se relaciona directamente con la variedad y la riqueza de la experiencia acumulada.
Así llegamos a una importante conclusión pedagógica: es necesario ampliar la experiencia del niño si queremos brindarle una sólida base para su actividad creativa. Combinar lo antiguo con lo nuevo sienta las bases de la creación. Sería un milagro que la imaginación pudiera crear algo de la nada o dispusiera de otra fuente de conocimiento distinta de la experiencia pasada.
Es mi convicción que a la escuela, como institución especializada en brindar educación, le cabe la tarea de desarrollar acciones que posibiliten el disfrute y la producción de Arte en sus diversas manifestaciones.
Debe ofrecer a los alumnos la oportunidad de conocer y aprender los distintos lenguajes artísticos como lenguajes alternativos. El aprendizaje de los lenguajes artísticos implica el conocimiento de sus facetas sintácticas, semánticas y pragmáticas. Este tipo de conocimiento contribuirá a alcanzar competencias complejas relacionadas con el desarrollo de la capacidad de abstracción, a la construcción de un pensamiento crítico y divergente y a la apropiación de valores culturales. Por lo tanto, apropiarse de estos conocimientos permitirá a los alumnos realizar su propia elaboración y producción de expresiones artísticas, además de capacitarlos para apreciar las producciones de los demás, sean estas las de sus compañeros o las de artistas del pasado, del presente, del ámbito local o del contexto m
