Portada » Latín » El Legado de Roma: Conquista, Sociedad y Caída del Imperio
La llegada de los romanos a la península ibérica marcó un antes y un después en su historia. Los territorios conquistados por los romanos fuera de Italia recibían el nombre de provincias, y las ciudades fundadas por ciudadanos romanos, tanto en Italia como en las provincias, se denominaban colonias.
Los romanos llegaron a Hispania en el año 218 a.C., y el proceso de conquista finalizó en el año 19 a.C., cuando sometieron el último foco de resistencia. Este proceso de conquista, conocido como romanización, no fue fácil, ya que implicó la adopción del latín, nuevas costumbres y otras transformaciones culturales.
Mérida fue fundada en el año 25 a.C., bajo el mandato del emperador Octavio Augusto, y servía como lugar de retiro para los soldados. Inicialmente se llamó Emerita Augusta. Su ubicación era perfecta: contaba con un río y colinas que les sirvieron para construir anfiteatros, entre otras cosas. La ciudad llegó a alcanzar hasta 50.000 habitantes. Con la llegada de los emperadores Trajano y Adriano, Mérida prosperó aún más.
Las colonias eran fundadas por ciudadanos romanos e imitaban el modelo de ciudad de Roma. Los habitantes se dividían en:
El gobierno estaba a cargo de una asamblea (curia) formada por miembros llamados decuriones, quienes discutían y tomaban decisiones para la ciudad. El poder municipal residía en los duunviros, encargados de ejecutar los acuerdos de las asambleas. Los ediles se encargaban de la vigilancia de calles y edificios públicos.
Las vías romanas fueron de vital importancia para el Imperio, ya que transportaban ejércitos, maquinaria de guerra, mercancías y personas. De su construcción se encargaban arquitectos, ingenieros y obreros.
La primera vía romana importante fue la Vía Apia, que iba de Roma a Bríndisi. En la península ibérica, la Vía de la Plata fue crucial, y la Vía Augusta, iniciada en el siglo IX a.C., conectaba Gades (Cádiz) con Roma.
La familia romana era una institución fundamental, con roles bien definidos:
La educación de los niños comenzaba con los padres y continuaba en escuelas públicas o con tutores privados. Frecuentemente, los maestros eran antiguos esclavos. La mayoría de edad se alcanzaba a los 17 años, momento en el que que podían participar en actos públicos y unirse al ejército, lo cual se celebraba con una gran ceremonia.
La religión romana se manifestaba en dos ámbitos principales:
Se realizaban cultos públicos en los templos, en torno a un altar. Los templos solo servían para albergar estatuas de los dioses. También se practicaba el culto en capillas, bosques sagrados y fuentes. Las plegarias y sacrificios se ofrecían a los dioses para obtener su favor. Se solían sacrificar animales o entregar ofrendas, y tanto los sacrificios como las personas que los realizaban debían cumplir ciertos requisitos.
El culto privado se realizaba en las casas y estaba dedicado a diversas deidades y espíritus:
Los romanos practicaban diversos rituales en torno a la muerte:
El Imperio Romano, a pesar de su grandeza, enfrentó un declive progresivo:
En el siglo III d.C., la economía comenzó a debilitarse y la recaudación de impuestos aumentó. Esto provocó un aumento de la desigualdad social y el estallido de varias revueltas. A finales de siglo, el emperador Diocleciano estabilizó la situación con la tetrarquía, un sistema que dividía el gobierno entre dos emperadores, cada uno con un césar; también persiguió a los cristianos.
En el siglo IV d.C., Constantino el Grande restauró el gobierno unipersonal, otorgó libertad de culto y legalizó el cristianismo. Posteriormente, el emperador Teodosio el Grande lo convirtió en la religión oficial del imperio.
Aprovechando la debilidad del imperio a lo largo del siglo V d.C., los pueblos germánicos conquistaron territorios, y en el año 455 asaltaron Roma. Tras un colapso que duró varios años, finalmente en el año 476 d.C., Roma se rindió ante los pueblos germánicos, marcando el fin del Imperio Romano de Occidente.
Aunque al principio los cristianos fueron perseguidos, Teodosio el Grande logró que el cristianismo fuera aceptado y proclamado como religión oficial de todo el Imperio Romano. Gracias a la vasta influencia de Roma, el cristianismo se extendió por diversas regiones del Mediterráneo, sentando las bases de su expansión global.