Portada » Latín » De la República al Imperio: Auge y Caída de la Antigua Roma
La nueva República se organizó como una oligarquía controlada por los patricios, que eran una minoría de familias aristocráticas, descendientes de los fundadores de Roma. Solo ellos elaboraban y conocían las leyes, ejercían la justicia y monopolizaban los cargos públicos.
Los plebeyos eran el grupo más numeroso, formado por campesinos, comerciantes, etcétera. Carecían de derechos políticos, pero, aun así, tenían que pagar impuestos y formar parte del ejército.
Entre los siglos V y IV a. C., los plebeyos lucharon por conseguir la igualdad política con los patricios. Primero obtuvieron el derecho a elegir un representante (el Tribuno de la Plebe). Luego, bajo la amenaza de no cumplir con el servicio militar, se les concedió el derecho a votar y a ser elegidos magistrados. A partir de ese momento, todos los ciudadanos tuvieron los mismos derechos políticos, pero, aun así, las familias ricas seguían teniendo más poder.
La República romana estaba fundamentada en tres pilares institucionales:
La expansión de Roma abarcó todas las tierras que bordeaban el mar Mediterráneo, un proceso que se desarrolló en varias fases:
Gracias a estas conquistas, Roma se enriqueció enormemente y transformó la República en un gran imperio territorial.
Sin embargo, las propias conquistas originaron profundas desigualdades sociales y generaron graves enfrentamientos políticos que hicieron entrar en crisis a la República:
Tras la muerte de Julio César, su hijo adoptivo Octavio transformó la República en un Imperio. En el año 27 a. C., el Senado le otorgó el título de Augusto, que significa «venerable».
Bajo el título de emperador, Augusto concentró todo el poder en sus manos: convocaba al Senado, reunía los comicios, nombraba a los magistrados, etcétera. También fue nombrado jefe supremo del ejército (Imperator) y se convirtió en la primera autoridad religiosa (Pontifex Maximus). Se estableció un culto imperial al emperador, que era una forma de mostrar fidelidad al Estado.
A pesar de que el título de emperador no era teóricamente hereditario, en la práctica se crearon dinastías imperiales en las que los emperadores se sucedían, a menudo, de padre a hijo o por adopción.
La sociedad romana estaba dividida en grupos sociales con derechos desiguales, pero era una sociedad relativamente abierta que permitía el ascenso social.
La civilización romana, que había durado más de mil años, entró en una profunda crisis a partir del siglo III y acabó por desintegrarse en su parte occidental en el siglo V.
A partir del siglo III, cesaron las grandes conquistas y el Imperio tuvo que enfrentarse a una grave crisis con múltiples problemas:
Para gobernar mejor el vasto Imperio y hacer frente a la crisis, algunos emperadores introdujeron importantes reformas:
