Portada » Magisterio » Comprendiendo el Proceso de Valoración Educativa
La evaluación es un aspecto didáctico de gran importancia que nos indica cómo se han alcanzado los objetivos propuestos en un programa educativo. Es crucial evaluar no solo los resultados, sino también los objetivos, las condiciones en las que se ha llevado a la práctica la programación, los recursos disponibles, la progresión de las actividades, así como los problemas surgidos. También se debe considerar el tiempo destinado al programa, la participación de los alumnos y la administración del mismo.
La evaluación concierne, pues, tanto a los resultados (producto) como a las experiencias de aprendizaje (proceso). A menudo se relaciona erróneamente con una nota o calificación que puede ser entendida con carácter sancionador. Nada más lejos de la realidad, ya que emitir un juicio de valor sobre algo o alguien debe implicar un análisis del quehacer diario. La reflexión sobre la labor docente permite hacer modificaciones y tomar decisiones, diagnosticar dónde y en qué tiene dificultades de aprendizaje un alumno, y pensar en posibles cambios y adecuaciones del programa. Debe ser un ejercicio de humildad para reconocer nuestras fallas y cómo podemos mejorar nuestra labor.
La evaluación de la expresión corporal presenta desafíos debido a la amplitud de prácticas corporales. Sin embargo, se pueden identificar aspectos comunes que sirven de pauta:
La evaluación de las prácticas de expresión tiene un carácter marcadamente subjetivo, permitiendo la autoevaluación y la evaluación recíproca entre compañeros.
La evaluación de las prácticas de dinámica de grupos se basa en la observación de la conducta del individuo dentro del grupo:
Se premian las intervenciones más acertadas, la frecuencia y calidad de la participación de cada miembro en relación con el tema tratado, el nivel de comunicación, la calidad de la expresión y la capacidad de toma de decisiones dentro del grupo.