Portada » Latín » Aspectos Clave de la Cultura Romana: Epigrama, Hispania y Religión
Composición en verso que se caracteriza por la brevedad, concisión, ingenio y vivacidad expresiva. En Roma, los primeros epigramas son de fines del siglo II a.C., pero consiguieron su configuración definitiva con Quinto Valerio Marcial (40-103 d.C.). En sus epigramas, Marcial muestra con gran realismo los tipos humanos que se movían en la sociedad corrompida de su época. No faltan alusiones personales, de modo que en su obra se reflejan las dificultades de su propia vida. Su intención era presentar sin ambages la sociedad de su época en su aspecto más jocoso, sin intención moralizante.
Antes de la llegada de los romanos, la Península Ibérica estaba habitada por diversos pueblos prerromanos (íberos, tartesios, vascos, astures, cántabros, etc.), que convivían con los pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses), por lo que era un crisol de culturas con diferentes grados de desarrollo.
Los romanos llegaron a la Península Ibérica, que pasó a llamarse Hispania, en el siglo III a.C. e iniciaron un proceso de conquista del territorio que duró dos siglos. Los pueblos conquistados se adaptaron al modo de vida de los romanos y asimilaron su cultura en un proceso conocido como romanización, que no afectó por igual a todo el territorio (las zonas más romanizadas fueron el Este y Sur peninsulares). También se produjo una reorganización del territorio, que en un principio se dividió en dos provincias: Citerior (con capital en Cartagena) y Ulterior (con capital en Córdoba). En época de Augusto las provincias fueron tres: Tarraconense (con capital en Tarragona), Bética (con capital en Córdoba) y Lusitania (con capital en Mérida). Finalmente, en época de Diocleciano (siglo III d.C.), las provincias eran seis: Bética, Lusitania, Gallaecia, Cartaginense, Tarraconense y Mauritania Tingitana. En el siglo IV d.C. se creó la provincia de las Islas Baleares.
La romanización supuso un cambio en todos los ámbitos de la vida, sobre todo en lo relativo a la lengua (el latín desplazó a las otras lenguas habladas en Hispania excepto el euskera), urbanismo (los romanos enriquecieron las ciudades ya existentes y crearon nuevos asentamientos o colonias, en las que todo funcionaba como en Roma) y las vías de comunicación, pues construyeron calzadas, que permitían el traslado rápido de tropas y el intercambio de productos, de entre las que destacan:
El fin del poder romano en Hispania se produjo en 411 d.C., con la llegada de los suevos. Posteriormente llegarían los visigodos en 507 d.C. y los musulmanes en 711 d.C.
Sus primeras manifestaciones son privadas, las ceremonias públicas se introducen más tarde.
La religión romana es politeísta, es decir, los romanos temían y respetaban a muchos dioses, de los cuales el más importante era Júpiter, que junto con Juno y Minerva formaba la Tríada Capitolina. La mayoría de los dioses son heredados de Grecia, aunque tenían otro origen.
Los actos de culto comprendían las plegarias, ofrendas, sacrificios y juegos funerarios. Dichos actos tenían lugar en lugares consagrados (delante de un templo, una fuente o bosques sagrados). El más importante era el sacrificio de un animal que tenía que ser inmaculado y parecer que prestaba su consentimiento al sacrificio. Una vez muerto, se examinaban las vísceras para saber si los dioses lo aceptaban. En caso afirmativo, se quemaban las entrañas sobre el altar y se celebraba un banquete con la carne. El sacrificio debía hacerse respetando estrictamente las fórmulas y rituales.
También se consultaba a los dioses cuando se quería tomar una decisión importante para la ciudad mediante los auspicios. El más conocido es la observación del vuelo de las aves. Si el ave aparecía a la izquierda era señal de mal agüero y en caso contrario, la señal era positiva.
Era un oficio civil, desempeñado por ambos sexos. Se agrupaban en colegios sacerdotales. Los más importantes eran los siguientes:
Se realizaba en el seno familiar, bajo la dirección del paterfamilias. Honraba a los dioses familiares: lares (dioses protectores del hogar), penates (dioses protectores de la despensa) y manes (espíritus de los antepasados).