Portada » Ciencias sociales » Abordaje Integral de la Violencia de Género: Desafíos y Estrategias para la Transformación Social
La violencia de género se define como cualquier acto de violencia física, psicológica, sexual o emocional ejercida contra cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su orientación o identidad sexual, sexo o género, que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o económico. El término se utiliza «para distinguir la violencia común de aquella que se dirige a individuos o grupos sobre la base de su género».
Esta violencia traduce las relaciones de fuerza históricas y es el símbolo más brutal de la desigualdad. Es considerado el crimen privado más extendido del mundo.
Es notable que los países nórdicos estén a la cabeza en algunas de estas estadísticas, lo cual rompe el prejuicio económico asociado a la violencia. Solo el 33% de las víctimas comunicaron el incidente más grave de violencia.
La regulación europea incluye la Directiva 2012/29/UE sobre las víctimas de delitos y el Convenio de Estambul (2011). Este último es el primer documento jurídicamente vinculante que crea un marco para combatir la violencia de género, abordando sus distintas formas, protegiendo a las víctimas y castigando a los infractores.
A pesar de estos avances, esto no está siendo suficiente debido a:
Estos actos buscan minar la autonomía y la autoestima de la víctima:
Las jóvenes presentan una mayor prevalencia de violencia psicológica.
Se manifiesta a través de conductas violentas o insultos, humillaciones, intimidaciones y amenazas de daño a la víctima o a alguien importante para ella.
Implica controlar o limitar el acceso a recursos económicos, como:
Incluyen medidas de seguimiento y vigilancia, así como protección policial en casos de riesgo extremo.
Factores que se intersecan con la violencia de género y la exclusión social:
La violencia de género es un factor de riesgo para una mala salud física, psicológica, sexual y reproductiva, llevando a la medicalización y estigmatización. Existe un efecto acumulativo de la violencia que puede derivar en enfermedades crónicas, cáncer ginecológico, inmunodeficiencias, mayor tiempo en cama, más intervenciones quirúrgicas, intentos de suicidio y una mayor utilización de los servicios sanitarios, generando una doble victimización.
Las adicciones en el contexto de la violencia de género pueden implicar una triple discriminación. Los consumos pueden ser integradores o desintegradores, y a menudo se utilizan como estrategia de afrontamiento.
Los desafíos clave incluyen:
Para abordar la violencia de género, es fundamental centrarse en:
La intervención debe basarse en:
Es crucial comprender y abordar los siguientes aspectos:
Este enfoque debe abordar tanto las necesidades prácticas como los intereses estratégicos de las víctimas.
Las vindicaciones clave son:
La identidad de género se forma y puede ser transformada a través de:
La perspectiva de género permite poner en evidencia, cuestionar y visualizar cómo se articulan y desarrollan las desiguales, nocivas y no naturales relaciones de poder, con la consiguiente contribución al cambio de las dinámicas y las estructuras del sistema. Esto es fundamental para conseguir el bienestar y la justicia social, así como el reconocimiento y el empoderamiento de la profesión y de las personas para las que trabajamos. Conduce a una nueva posición, significado y valoración de la profesión y de sus profesionales.