Portada » Lengua y literatura » La Evolución de la Novela Española (1890-1939): De Blasco Ibáñez a la Vanguardia Social
Este documento aborda el panorama de la narrativa española desde finales del siglo XIX hasta el inicio de la Guerra Civil, destacando la pervivencia de modelos tradicionales y la irrupción de nuevas estéticas.
A pesar de las innovaciones de la Generación del 98, ciertas tendencias narrativas mantuvieron su vigencia:
La narrativa experimenta una profunda transformación, centrándose en la subjetividad y la problemática existencial del individuo:
Se nota la influencia de Schopenhauer, para quien solo se supera el dolor y el sufrimiento mediante la renuncia a la voluntad de vivir y a todos los sentimientos y pasiones.
El protagonista es un artista bohemio, inadaptado, antiburgués y degradado, en busca de valores auténticos en una sociedad envilecida. Esto provoca sus rebeldías, escándalos y su amoralismo. Fracasa en su individualidad problemática, lo que conduce a su destrucción física o moral.
En 1902 se publican obras fundamentales que marcan esta nueva etapa:
Ortega y Gasset, en Ideas sobre la novela (1925), argumenta que la novela se agota por la dificultad de hallar temas nuevos y las crecientes exigencias estéticas de los lectores selectos.
El novelista debe compensar el agotamiento de los temas con el cuidado exquisito de lo demás. El argumento cede paso a lo imaginativo o intelectual, llegando a la deshumanización.
Esta etapa supone el paso de la experimentación narrativa a una novela centrada en la lucha social y política.
Unamuno es una personalidad fortísima y desgarrada. Tras varias crisis juveniles, perdió la fe. Manifestó ideas socialistas y se afilió al PSOE. Una nueva crisis lo hunde en el problema de la muerte y de la nada. Abandona su militancia política y se centra en problemas existenciales y espirituales.
El estilo unamuniano busca la densidad de ideas, la intensidad emotiva o la exactitud, pero no la elegancia. De ahí su lucha con el idioma para plegarlo a su pensamiento. Sus contradicciones internas se reflejan en su gusto por las paradojas y las antítesis. Es un buen exponente de la búsqueda de palabras rústicas que pueden expresar graves ideas.
Plantea cuestiones del 98, como la importancia de Castilla, el españolismo, la europeización y la intrahistoria. Esta preocupación queda patente en Por tierras de Portugal y España y Andanzas y visiones españolas.
Sus reflexiones aparecen en ensayos, poemas, novelas o dramas. Su pensamiento está influido por el vitalismo de Kierkegaard. Destaca Del sentimiento trágico de la vida, obra que arranca de la realidad del hombre de carne y hueso y de sus anhelos, ahondando en la propia personalidad o en el deseo de serlo todo. A esos deseos de plenitud se opone la amenaza de la Nada, y surge la angustia.
Es la cuestión de la que depende el sentido de nuestra existencia. De ahí, la necesidad de un Dios que garantice nuestra inmortalidad personal. Pero la razón le niega la esperanza, aunque su corazón se la imponga.
