Portada » Filosofía » Fundamentos de la Metafísica y la Ontología: Conceptos Clave, Principios del Ser y Críticas Modernas
La metafísica, también conocida como filosofía primera, estudia el ente en cuanto ente, es decir, todo aquello que existe por el solo hecho de existir, sin limitarse a un tipo particular de realidad.
Estudia lo común a todos los entes: su estructura, sus principios y su fundamento. Busca responder preguntas fundamentales como: ¿Qué significa ser? ¿Por qué existe algo y no más bien nada? ¿Qué hace que un ente sea lo que es?
El método es inductivo-deductivo. Separa el ser de la cosa para quedarse con el ser. Estudia las causas primeras del ente en tanto que ente. Parte de la experiencia sensible, pero trasciende lo material mediante la abstracción intelectual. No se basa en experimentos, sino en principios lógicos y argumentación filosófica.
Formulado por Aristóteles en el Libro IV, capítulo 3 de Metafísica, es considerado uno de los fundamentos más importantes del pensamiento racional. Es el “más firme de todos” (Aristóteles), ya que no se puede errar respecto a él. No es una hipótesis, sino una verdad necesaria y previa para cualquier conocimiento.
“Es imposible que un mismo atributo se dé y no se dé simultáneamente en el mismo sujeto y en el mismo sentido.”
Significa que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo las mismas condiciones. Garantiza la coherencia lógica, base del razonamiento filosófico y científico. Sin este principio, no sería posible distinguir entre verdadero y falso ni formular afirmaciones con sentido.
Los trascendentales son propiedades que poseen todos los entes por el solo hecho de ser. Proceden de la metafísica clásica (Aristóteles y Santo Tomás de Aquino). No dependen de una categoría particular, sino que se aplican a todo lo que existe. No son accidentales, sino que acompañan al ente en cualquier modo de existencia.
El ente (aquello que es o tiene ser) es el punto de partida para deducir los trascendentales.
Todo ente está compuesto por esencia y ser (existencia).
En los seres creados, esencia y ser no son lo mismo. La existencia no está incluida en la esencia; por eso podemos existir, pero también podríamos no haber existido. Los entes creados son contingentes, no necesarios, y necesitan una causa para existir, porque no tienen el ser por sí mismos.
Esta distinción es fundamental para explicar el cambio y la realidad de las cosas.
Explican el cambio, es decir, cómo algo pasa del no-ser al ser sin contradicción.
Permite entender:
Para Santo Tomás de Aquino, Dios es Acto Puro (sin potencia, sin cambio, perfecto).
En metafísica (Aristóteles y Santo Tomás), todo lo que existe puede entenderse como sustancia o accidentes.
El término «ente» significa «lo que es» o lo que existe. No se aplica a todo de la misma manera, por eso se dice que es analógico.
En una analogía, hay:
Dios es el Ser en grado máximo, el Ser por esencia (analogado principal). Los demás entes (personas, animales, cosas) existen, pero de manera limitada y dependiente (analogantes).
Por ello, el término “ente” no es:
Es analógico: Se dice de todos, pero con diferente grado y modo de ser.
Estos atributos surgen de la observación de la realidad. El ente finito está compuesto por potencia (esencia) y acto (ser).
Formulado por Santo Tomás: “Todo ente cuyo ser es distinto de su esencia, recibe el ser de otro.”
“Principio real positivo del cual algo procede con dependencia en el ser.” La causa no es una simple condición externa, es algo real y activo que explica por qué algo es o existe.
Las cuatro causas ayudan a comprender plenamente un ente:
Relación entre causas: Las cuatro causas no actúan aisladas, sino coordinadas. La causa final orienta y explica la acción de las demás.
Dios es causa del ser en los entes creados. Los seres finitos tienen existencia recibida, limitada y contingente. Todo ente depende de Dios para existir y mantenerse en el ser.
Inmóvil, incausado (causa primera), Necesario, Perfecto, Ordenador e inteligente. Estas conclusiones muestran que Dios no es un ente más, sino Acto Puro de Ser.
En Dios, ser y esencia son lo mismo.
Dios no solo crea, sino que también Ordena, Sostiene y Trasciende. El mundo depende ontológicamente de Dios en su origen, su permanencia y su finalidad.
En el Libro IV, cap. 1 y principio del 2 de la Metafísica, Aristóteles define esta ciencia. La Metafísica estudia el ente en cuanto ente, es decir, lo que existe por el hecho de existir. Se diferencia de ciencias como la física o la matemática porque estas estudian aspectos particulares, no el ente en general. Su objetivo es encontrar los primeros principios y las causas primeras de todo lo que existe.
El ser se dice de muchas maneras, pero siempre con referencia a un principio común (analogía del ente):
Aunque el ente tiene muchos modos, la Metafísica es una sola ciencia porque estudia todo en relación al ser.
Guillermo de Ockham (fraile franciscano, acusado de herejía) fue el principal exponente del nominalismo.
Ockham rechaza las formas inteligibles y los conceptos metafísicos, considerándolos entidades imaginarias e inútiles. Para él, la metafísica es imposible, y también lo es la teología racional, porque Dios no puede conocerse mediante la razón, sino solo por fe. Adopta una postura empirista y escéptica.
El positivismo afirma que el único conocimiento válido es el que puede verificarse mediante el método científico. Solo es válido el conocimiento a posteriori, basado en la experiencia, los sentidos y la observación. Rechaza explicaciones especulativas y busca hechos comprobables y leyes universales.
El pensamiento humano evoluciona en tres fases:
La metafísica es imposible porque sus preguntas no pueden verificarse empíricamente. Lo que no puede observarse o confirmarse con hechos se considera no científico o mera especulación.
Kant, influenciado primero por el racionalismo (Leibniz y Wolff) y luego por el empirismo inglés, crea el Criticismo con el objetivo de analizar los límites y posibilidades del conocimiento humano.
Kant busca superar esta oposición mostrando que ambos aportan algo esencial al conocimiento:
El Conocimiento Científico debe ser universal, necesario y progresivo; solo los juicios sintéticos a priori permiten avanzar en ciencias como la matemática y la física.
Kant distingue tres campos: matemática, física y metafísica. La metafísica intenta tratar temas como Dios, el alma y el mundo, pero no puede generar conocimiento científico porque no puede verificarse mediante experiencia.
Introduce el imperativo categórico como ley moral: “Actúa en base a lo que quieras que se convierta en ley universal.” La moral exige justicia, pero como en la realidad no siempre ocurre, Kant afirma la necesidad práctica de Dios.
El pensamiento de Nietzsche atravesó tres períodos o fases.
Rechaza la búsqueda de verdades absolutas. Sostiene una visión perspectivista, donde la verdad depende del contexto y la interpretación. Propone sustituir las respuestas metafísicas por la experiencia estética, la creatividad, la voluntad de poder y la afirmación vital.
Nietzsche separa la moral en:
Considera que la moral cristiana fomenta la mediocridad y obstaculiza el surgimiento del hombre superior.
La caída de los valores tradicionales genera el nihilismo, que puede ser:
Nietzsche apuesta por el nihilismo activo como camino hacia una revaloración de todos los valores y la superación del ser humano.
Según Heidegger (Introducción a la Filosofía, cap. 1), el ser humano siempre está en contacto con el ente (todo lo que existe: objetos, personas, experiencias). La reflexión filosófica no se limita a ver lo que aparece, sino que busca cuestionar el ser del ente.
Diferenciar ser y ente parece simple, pero el ser permanece oscuro y difícil de pensar. Esta separación se llama diferencia ontológica.
“¿Por qué hay ente y no más bien nada?” Esta pregunta no busca conocer un ente particular, sino el fundamento del ser mismo.
El pensamiento técnico moderno ve al ente como materia útil, manipulable. Considera la reflexión sobre el ser como inútil o irrelevante. Esto produce el hombre–masa, guiado por lo práctico y no por la reflexión.
La filosofía no sirve para fines técnicos o utilitarios inmediatos. Su función es despertar la pregunta por el ser y transformar al ser humano que la plantea. Nos libera de la visión superficial y nos acerca al origen del sentido.
Dios es creador trascendente: infinito, sabio, bueno y origen del ser. Los seres finitos participan de las perfecciones divinas (Platón). La relación con el mundo es de presencia y distancia (ni fusión ni abandono). Implicación ética: en las relaciones humanas también debe haber presencia respetuosa y no absorción (Santo Tomás).
El Realismo busca equilibrio entre presencia (como el monismo) y distancia (como el nihilismo). La actitud realista es contemplativa, equilibrada y abierta a lo real.
El paso del realismo al inmanentismo ocurre cuando la persona enfrenta preguntas sobre el mal y la libertad. El tema del mal revela la tensión entre ambas posturas.
El mal es privación de un bien debido, no simplemente ausencia de bien. El mal apunta a la existencia de un orden natural (Sto. Tomás: “Si malum est, Deus est”). El mal más grave es el que surge de la libertad humana.
Sin orden natural ni Dios, no hay bien ni mal objetivos. En el monismo, el mal es inevitable (Hegel: el Todo sacrifica a los individuos). Freud, influenciado por Nietzsche y Schopenhauer, ve el mal como expresión de una pulsión de muerte inherente al ser humano. Resultado: el mal se vuelve inevitable e impersonal.
La razón humana puede reflexionar sobre Dios. La pregunta por Dios surge en momentos existenciales: dolor, muerte, sentido, futuro.
Todo lo que existe es un ente. En cada ente distinguimos el ser (existencia) y el modo de ser. El ser en las cosas es limitado o “contraído”: no lo poseen plenamente, solo participan de él. Nada de lo que vemos existe necesariamente: todo es contingente.
Las cosas no tienen explicación de su existir dentro de sí mismas; su existencia es “recibida”, dependiente. Si todos los seres reciben el ser de otro, se forma una cadena de causas. Una cadena infinita sin fundamento sería absurda.
Se debe llegar a un ente que no reciba su ser de otro. Ese ente:
Debe existir algo cuya esencia sea su existencia: Ser por esencia (Ser absoluto). Este ser no depende de nada: es infinito, necesario y simple. Dios es el que pone en el ser a todo lo demás.
Para Tomás de Aquino, la creación puede conocerse por la razón. El ente finito participa del acto de ser que solo Dios posee plenamente.
La criatura, según San Agustín, es:
Frase clave en las Confesiones: “Son por Ti, y no son porque lo que Tú eres, ellas no lo son.”
