Portada » Psicología y Sociología » Fundamentos Socioculturales de la Conducta: Normas, Tecnología y el Proceso de Socialización
Las normas son reglas y expectativas sociales a partir de las cuales una sociedad regula la conducta de las personas.
Muchas normas están en vigor en todo momento y en todo lugar. Sin embargo, otras normas son situacionales o específicas en determinados contextos. Un sociólogo norteamericano distingue entre mores y costumbres, indicando que hay normas más importantes que otras en todas las culturas.
Todos los artefactos materiales que hay en una cultura reflejan los valores que existen en esa sociedad. La cultura material también indica la tecnología de una sociedad.
Entendemos por tecnología el conocimiento aplicado de que dispone una sociedad y que le sirve para sobrevivir. La tecnología es el vínculo entre la sociedad y su entorno natural. Sabemos que las sociedades desarrolladas tecnológicamente tienen mayor impacto sobre el entorno natural. También sabemos que hay sociedades en las que se valora mucho la ciencia y los valores tecnológicos. Por eso, tendemos a juzgar a las sociedades que tienen una tecnología más simple como sociedades atrasadas o menos avanzadas.
La socialización es el proceso que hace que un recién nacido termine convirtiéndose en una persona. Por lo tanto, la socialización es el conjunto de experiencias que tienen lugar a lo largo de la vida de un individuo y que le permite desarrollar su potencial humano y aprender las pautas culturales de la sociedad en la que va a vivir. El proceso de socialización no termina nunca.
Para que el proceso de socialización se lleve a cabo tiene que haber contacto humano y experiencias. Es sobre la experiencia social sobre la que construimos nuestra personalidad, que consiste en ese entramado de formas de pensar, sentir y actuar de una persona. Por lo tanto, nuestra personalidad se construye interiorizando el mundo social que nos rodea, participando en la sociedad en la que vivimos y asimilando su cultura. Sin contacto social es imposible desarrollar la personalidad.
Las experiencias sociales son tan importantes para la sociedad como para los individuos. Las sociedades existen y se prolongan en el tiempo porque hay interacción social, y esta interacción garantiza que los conocimientos básicos para la supervivencia del individuo y la sociedad se transmitan de generación en generación.
El aprendizaje consiste en la adquisición de reflejos, hábitos y actitudes que se inscriben en nuestra personalidad y que orientan nuestra conducta.
El aprendizaje también tiene lugar por la significación que las personas tienen para el sujeto. Aprendemos de aquellas personas que son más significativas para nosotros.
El sociólogo que desarrolló esta idea fue Charles Horton Cooley. La denominó el “Self” (el yo espejo). Cooley analiza cómo somos capaces de saber que somos una entidad, es decir, un ente diferente a nuestros progenitores. Nosotros somos conscientes de que somos una persona o algo individual cuando somos capaces de utilizar el término “mío, mía”.
Contemplándonos en la mirada que los demás tienen de nosotros, construimos nuestro Sí (Self). La conciencia existencial es fruto a la vez de la intuición de las percepciones que tiene el otro de nosotros y de la comunicación.
Cooley también afirma que aprendemos aquello que denominamos la conciencia moral, es decir, sabemos lo que está bien y qué es aquello que tenemos que hacer por lo que los demás nos muestran y nos dicen.
Otro sociólogo que estudia cómo aprendemos es George Herbert Mead. Para él, aprendemos a través del juego, sobre todo el juego en grupo. Mead dice que no solo tenemos conciencia de nuestra propia existencia, sino que además tenemos conciencia de la existencia de los demás, y esto es posible porque podemos intercambiar los papeles. De este modo llegamos a la interiorización del otro.
La familia tiene un objetivo expreso de socializar. Es uno de los agentes más importantes, fundamentalmente porque los primeros años de vida del individuo giran en torno al núcleo familiar. La socialización en la familia se desarrolla de una forma difusa pero continua.
Dentro de la familia es donde los individuos empiezan a formar su personalidad. Algunas investigaciones realizadas muestran que en la actualidad estamos en un periodo de transición entre dos modelos de socialización dentro de la familia: uno está en crisis y el otro se va imponiendo poco a poco.
