Portada » Filosofía » Fundamentos de la Racionalidad: Acción, Creencia y Procedimientos de Justificación
Para empezar, veamos qué es una acción racional. El texto presenta el siguiente ejemplo:
«Un pasajero en el asiento contiguo del avión en el que vuelo hacia casa inicia una secuencia de gesticulaciones histriónicas abriendo y cerrando la mandíbula. Se tapa la nariz y parece intentar sacar aire por los oídos. Como he hablado con él antes y no veo razones para considerarlo mentalmente desequilibrado, pensaré que intenta paliar los problemas de taponamiento y dolor de oídos de la despresurización de la cabina de pasajeros en el descenso antes del aterrizaje. Creo que actúa racionalmente al servirse de un medio eficaz para conseguir satisfacer su deseo de no sufrir dolor de oídos».
Una **acción es racional** si está hecha siguiendo una regla o un procedimiento que permite conseguir los fines que se propone. Esto quiere decir que la racionalidad se mide en términos **instrumentales** (si es eficaz como medio para un fin). En este caso, una gesticulación aparentemente absurda es totalmente racional, pues sirve al propósito de que no se taponen nuestros oídos. Un niño que llora cuando tiene hambre también lleva a cabo una acción racional, pues llamará la atención de un adulto que podrá atenderle.
La creencia es cualquier conocimiento que tengamos por verdadero. En este caso, decimos que una **creencia es racional** si podemos justificar cómo hemos llegado a la misma. Es decir, una creencia es racional si:
Por ejemplo, también es una creencia racional que 2 + 2 = 4 porque podemos (cualquiera de nosotros puede) justificar el procedimiento de la suma (para lo cual necesitaríamos comprender conceptos como el de número natural o el de sucesor). La **racionalidad de una creencia** estriba en que disponemos de un procedimiento para comprobar la verdad o falsedad de lo que creemos. No importa que sea o no verdadera. Una creencia racional puede no ser verdadera si el procedimiento conduce a una falsedad, pero eso no hace que no sea racional.
Para que una creencia sea racional, además, ese procedimiento tiene que ser **universal**. Por ejemplo, las apariciones de la Virgen en El Escorial no constituyen una creencia racional, pues la aparición solo tiene lugar ante una persona. La contemplación de la Virgen está limitada solo a una o a pocas personas, que se llaman visionarios. Por eso, creer en lo que dicen ver es irracional. Confiamos en la experiencia que puede tener todo el mundo; en cambio, desconfiamos de las experiencias que solo pueden tener algunos.
El verdadero problema de la racionalidad está en el procedimiento. ¿Qué procedimientos justifican creencias racionales? A continuación, se detallan los procedimientos fiables, aunque no infalibles, para la justificación de creencias.
En los ejemplos anteriores, el **testimonio**, directo o indirecto, se considera un procedimiento fiable. Pero solo fiable. Esto significa que el testimonio no es un procedimiento **infalible**.
La experiencia ha demostrado que los testimonios y los documentos son bastante eficaces para justificar la creencia en hechos pasados. Pero es claro que un testigo puede mentir y que los documentos pueden haber sido manipulados. Se han producido casos de fraudes en la justificación documental de hechos del pasado.
Los Diarios de Hitler, aparecidos en los años 80 del pasado siglo, son un claro ejemplo de ello. La demostración de su falsedad y del fraude, en cambio, es la confirmación de que hay un modo de estar seguros de su veracidad. Por eso, la autentificación de los mismos (pruebas caligráficas, análisis del papel, etc.) se ha convertido en la prueba crucial para creer en los hechos que implican.
Otro procedimiento fiable, que no infalible, para demostrar la racionalidad de una creencia es que la creencia en cuestión esté respaldada por las **autoridades en la materia o expertos**. La experiencia también nos demuestra que es bueno fiarse de los expertos, ya sea porque nosotros no podemos ser expertos en todo ni podemos saberlo todo, o bien porque la comprobación de lo que dicen no puede ser hecha por todo el mundo todo el tiempo.
Por ejemplo, podríamos ver un nuevo planeta en un telescopio, pero no sería posible que todo el mundo pudiera comprobarlo antes de aceptar que se ha descubierto un nuevo planeta. Es más fácil confiar en los astrónomos y en su **comunidad científica**.
La fiabilidad del respaldo de los expertos estriba no solo en su competencia, sino también en la coincidencia de la comunidad en relación con una cuestión. Lo racional no es tanto confiar en un solo experto cuanto confiar en una **comunidad de expertos**. Pensemos que la comunidad es más de fiar que el individuo, pues los expertos, en plural, son los primeros interesados en que no haya fraude en sus disciplinas, ya que el fraude acabaría con la confianza que ponemos en su trabajo y de la que depende su trabajo.
Es decir, es racional confiar en la comunidad de expertos, pues ellos mismos van a ocuparse de poner a prueba y corroborar que las afirmaciones o descubrimientos de sus colegas son ciertos. Volviendo sobre el caso de los Diarios de Hitler, fueron precisamente colegas historiadores los que demostraron que eran falsificaciones. La comprobación de su carácter falso solo estuvo al alcance de los expertos, en este caso, los historiadores que trabajan sobre la figura de Hitler.
