Portada » Historia » El Régimen de Primo de Rivera (1923-1930): Golpe de Estado, Directorios y la Caída de la Monarquía
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona. Los protagonistas justificaron el acto en la grave situación política y social que atravesaba España, manifestada en varios frentes:
El Gobierno trató de que el rey aprobase la destitución de los generales sublevados y la convocatoria de las Cortes. Sin embargo, el día 14, Alfonso XIII llamó a Primo de Rivera para que asumiese el poder, aceptando así el golpe de Estado.
La dictadura contó con una amplia aceptación popular, explicable por el elevado malestar político y social existente. Los políticos conservadores, la burguesía comercial y los pequeños y medianos propietarios apoyaron la nueva situación política. Los socialistas no se opusieron y colaboraron hasta 1925. Solamente el Partido Comunista y los anarquistas de la CNT se opusieron a la dictadura.
El régimen establecido por Primo de Rivera fue esencialmente autoritario, populista y excesivamente optimista.
El primer Gobierno de la dictadura estuvo formado solo por militares. Gobernaron mediante decretos y prestaron atención a los siguientes aspectos:
Se adoptaron las siguientes medidas:
Se priorizó la defensa de la unidad de la patria y el fin de la guerra de Marruecos.
En diciembre de 1925, Primo de Rivera decidió afianzarse en el poder, poniendo fin a la dictadura militar y constituyendo un Directorio Civil. De nuevo, contó con el apoyo del rey. Primo de Rivera pretendía instaurar un régimen político corporativo, intentando volver al parlamentarismo liberal y al régimen constitucional de 1876.
Las piezas básicas del nuevo sistema corporativo serían:
El Directorio Civil puso en práctica una política económica basada en el intervencionismo estatal en el marco del capitalismo. Se elaboró una amplia legislación laboral y social con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y potenciar el desarrollo económico.
Las medidas adoptadas se vieron favorecidas por la prosperidad económica mundial y la paz social. En líneas generales, el crecimiento económico fue apreciable, aunque no solucionó problemas de fondo.
El intento de perpetuación del régimen hizo que las críticas fueran más duras y que procediesen de ámbitos muy diversos:
Ante estas dificultades, en enero de 1930, Primo de Rivera preguntó a los jefes militares si contaba con su confianza. Al no obtener el apoyo esperado, el dictador presentó su dimisión ante el rey el 29 de enero de 1930, la cual fue aceptada. Se marchó a Francia, donde murió.
Alfonso XIII encargó al general Dámaso Berenguer la formación de un nuevo Gobierno. Su pretensión era restablecer, de forma progresiva, el sistema constitucional de 1876 y las libertades. Este periodo se denomina Dictablanda.
La idea de una España republicana tenía cada vez más partidarios. En agosto de 1930, un importante número de personalidades políticas se reunieron en San Sebastián y establecieron un acuerdo verbal conocido como el Pacto de San Sebastián, cuyo objetivo era coordinar la acción para derrocar la monarquía.
La lentitud del Gobierno de Berenguer en realizar las reformas necesarias para restablecer las libertades intensificó las denuncias antimonárquicas, que consideraron un error el intento de volver al régimen de la Restauración.
En diciembre de 1930 tuvieron lugar dos intentos frustrados de establecer la República por la fuerza.
Ante la creciente agitación política y social, en febrero de 1931 Berenguer fue sustituido por el almirante Juan Bautista Aznar. El nuevo gobierno decidió convocar primero elecciones municipales y después las generales. Las elecciones municipales fueron fijadas para el 12 de abril y adquirieron un carácter de plebiscito en favor o en contra de la monarquía.
El 14 de abril fue proclamada la Segunda República.