Portada » Historia » La Revolución Industrial en Gran Bretaña: Orígenes, Hegemonía y Pensamiento Económico Clásico (1776-1914)
El período comprendido entre fines del siglo XVIII y 1914 presenció el surgimiento, apogeo y declinación de la economía británica y de su protagonismo en el sistema internacional. A principios del siglo XVIII, en las regiones más avanzadas de Europa, las técnicas aplicadas en la agricultura, manufacturas y servicios eran solo versiones mejoradas de conocimientos existentes desde la Baja Edad Media.
Las fuentes de energía seguían siendo la fuerza hidráulica y la del viento. En el transporte, los avances más importantes estaban vinculados a la construcción de canales y de las instalaciones portuarias. En las finanzas, el dinero consistía todavía en plata y oro, y la capacidad multiplicadora del crédito por la emisión de papel moneda era prácticamente inexistente.
La Revolución Industrial transformó el papel pasivo de la tecnología en el desarrollo del capitalismo para convertirla en el principal instrumento del aumento de la productividad, las ganancias y la acumulación de capital. Se convirtió en el agente más importante del crecimiento del producto y del desarrollo económico.
Las primeras innovaciones, alrededor de 1700, se centraron en dos áreas principales: la generación de energía mecánica y la producción textil.
Gran Bretaña fue el único país donde convergían y coexistían las condiciones necesarias para convertir a la tecnología en un elemento fundamental del desarrollo capitalista.
La Revolución Industrial transformó rápidamente la economía británica, liderada inicialmente por la rama textil algodonera y luego por el ferrocarril, la industria metalmecánica y la siderurgia. La economía pasó de sustentarse principalmente en la producción agraria a un sistema donde predominaban la producción manufacturera, la construcción, la minería y los servicios (especialmente las finanzas).
Gran Bretaña se convirtió en la potencia dominante en la actividad manufacturera, el «taller del mundo». Su liderazgo se asentó en:
Hacia fines del siglo XIX, comenzó la declinación de la hegemonía británica, comprendida en tres dimensiones:
El período clásico, comprendido entre 1776 y 1870, surgió en un contexto de grandes cambios sociopolíticos, tecnológicos y económicos en Europa occidental.
En el campo tecnológico-económico se ubica la Revolución Industrial, caracterizada por cuatro tipos de innovaciones fundamentales:
Entre 1770 y 1775 se publica una buena cantidad de libros sobre economía política y se enciende la polémica entre fisiócratas y mercantilistas. El Movimiento de la Ilustración abogaba por que los intelectuales y los filósofos crearan las condiciones necesarias para sistematizar los conocimientos de la época. Es en ese momento en que Adam Smith publica su libro que, de hecho, es algo así como la partida de nacimiento de la ciencia económica moderna, sobre todo en el mundo anglosajón.
Adam Smith ingresó en la Universidad de Glasgow y luego enseñó Lógica y Filosofía Moral en Edimburgo y Glasgow. Sus influencias incluyen:
Su obra, La Riqueza de las Naciones, se desarrolla en 5 partes:
Las bases filosóficas de Smith son la creencia en la bondad del orden natural y la preferencia por la eliminación de limitaciones. El sistema económico debía acercarse al orden natural, guiado por la «mano invisible», donde el hombre en libertad busca su provecho y el bien común. El Estado debe reducir sus deberes a tres: defensa, justicia, y sostenimiento de obras y servicios no rentables.
Smith estableció los hitos del campo de la economía: producción, división del trabajo, valor y distribución, creando el primer paradigma de la ciencia económica. Es reivindicado tanto por liberales como por marxistas, siendo considerado el padre intelectual del capitalismo, pero también su crítico más exigente.
Introdujo la distinción de los factores de producción (tierra, trabajo, capital) y enunció la «Ley de Say»: «la oferta crea su propia demanda». Argumentó que la suma de los valores producidos es equivalente a la suma de los valores comprados, haciendo imposible una crisis general de superproducción.
Difundió activamente el liberalismo económico mediante parábolas y sátiras, como la «Petición de los fabricantes de velas», ridiculizando los argumentos proteccionistas.
En su obra Principles of Political Economy (1848) distinguió entre las leyes de la producción (ligadas a la verdad física) y las leyes de la distribución (que incluyen problemas de voluntad humana e institucionales). Para Mill, se llega a un estado estacionario donde interesa más la calidad de vida que la lucha económica.
A mediados del siglo XIX, las economías europeas ofrecían un panorama ambiguo de progreso junto con miseria y crisis periódicas. Esto generó un ataque al capitalismo y a la escuela clásica, criticada por su pesimismo y pasividad. Las críticas vinieron desde:
Se produjo así la decadencia y ruptura de la unidad clásica, aunque algunos de sus expositores, como Ricardo, siguieron siendo reconocidos por corrientes disímiles como el liberalismo, los neoclásicos y el socialismo marxista.